Los análisis desde las perspectivas legales constitucionales están realizándose de diversas ópticas por quienes tienen amplia experiencia en la materia, siendo César Landa uno de los más coherentes, éticos y que ha realizado una opinión académica objetiva. Sin embargo, nuestra mirada feminista no puede estar de lado en este evento histórico por el que atraviesa el Perú.
Algunas personas han criticado que a Mercedes Aráoz se le cuestione en su condición de mujer, y de igual modo, han cuestionado el cómo, mujeres que se asumen feministas, puedan atacar a otra mujer. Ante esto, es importante desvirtuar todo aquel mensaje de quienes aún defienden la mafia y pretenden deslegitimar los válidos cuestionamientos realizados por mujeres feministas que defendemos un Estado democrático a una persona que no ha hecho nada más que dejarse llevar por sus ansias de poder, aún realizando actos en contra de la ley y hasta delictivos al juramentar como Presidenta del Perú frente a un inexistente Congreso lleno de personas de cuestionable honorabilidad. Recordemos que la usurpación de funciones es un delito tipificado en el artículo 361 de nuestro Código Penal, y no cabe duda que el presidente de nuestro país es Martín Vizcarra.
Las mujeres feministas no cuestionamos a Mercedes Aráoz por algún estereotipo de género, menoscabando su valor como mujer, a ella se le cuestiona por prestarse a servir a la criminalidad encarnada en esa nefasta ex mayoría parlamentaria, de un partido mafioso liderado por una mujer que cumple una condena preventiva por sus amplios indicios de vínculos con la corrupción.
A Aráoz, las mujeres feministas la cuestionamos por ser peor que las y los fujimoristas, pues de estos y sus clásicos aliados y aliadas podíamos esperar lo peor, pero la falsa Presidenta del Perú ha sido eso peor que imaginamos, porque se ha querido mostrar como una mujer que estaba a favor de diversas causas justas, contraria a lo promulgado por los grupos fundamentalistas, para obtener algún beneficio; ha querido disfrazarse de inclusión utilizando vestimentas con toques andinos, para que crean que “es del pueblo”; ha estado en sintonía con el discurso feminista en muchas ocasiones, con el discurso nada más queda claro, pero ha mostrado un nivel torpe de hipocresía al que puede llegar una persona que ejerce la función pública, sin importarle que ese Congreso decadente, ante el cual ridículamente juramentó, es el que obstruyó el afianzamiento del reconocimiento de derechos para nosotras las mujeres.
No obstante, también es cierto que en el medio de las críticas han existido de parte de la población alusiones como: “está loca”, “enferma mental”, “mujer ambiciosa”, “la típica mujer interesada”, entre otros, para lo cual es importante mencionar que esos enunciados no corresponden para referirnos a una persona sin ética alguna, como lo es Mercedes Aráoz. A las mujeres como ella, que actúan con malicia, sin ética, ajenas a la moral y buscando obtener beneficios de manera ilegítima hay que denominarlas tal cual son, no son locas ni tienen problemas mentales, no es saludable estigmatizar con patologías psiquiátricas a mujeres que no son más que personas amorales carentes de ética en su actuar. Y en este caso, Mercedes Aráoz no es más que una persona con conducta delictiva que ha traicionado al pueblo peruano.