No es un secreto que durante muchos años las mujeres hemos sido excluidas en diversos campos, tales como la física, las matemáticas, la medicina y la literatura; entre muchos más.

«Me atrevería a aventurar que “Anónimo”, que tantas obras ha escrito sin firmar, era a menudo una mujer» (Virginia Woolf. Una habitación propia)

Fotografía: Lorena Cano
Instagram: @miss.miscelanea

Durante muchos años, diversas escritoras fueron invisibilizadas al no tener el derecho a publicar sus escritos, y si lo hacían tenían que firmar como “anónimo”, con un seudónimo masculino o lo que me parece peor: dar el crédito a sus esposos. Tales fueron los casos de las hermanas Brontë, quienes tuvieron que cambiar sus nombres de Charlotte, Emily y Anne por Currer, Ellis y Acton. Podríamos pensar que el caso de estas maravillosas escritoras es algo muy lejano, pero lamentablemente no es así. En la década de los 90, una entusiasta Joanne Rowling se veía obligada a utilizar el diminutivo J. K. Rowling al momento de publicar las primeras ediciones de la ahora mundialmente conocida saga Harry Potter.La razón ya la deben adivinar: los editores no querían arriesgarse a que los lectores masculinos, quienes suponían serían el público objetivo de las obras, no las leyeran por tratarse de la pluma de una mujer.

He ahí la importancia de leer a escritoras mujeres, porque sí, en un mundo que nos quiere censuradas, debemos leernos más a menudo.

Mary Wollstonecraft por John Opie, 1797.

La primera feminista

La primera autora que les recomendaré será la magnífica y revolucionaria Mary Wollstonecraft. Mary, al igual que muchos íconos feministas, no tuvo una vida fácil. Nació en Inglaterra el 27 de abril de 1759. La sororidad fue clave para el progreso de Wollstonecraft, ya que gracias a Jane Arden, su primera amiga, Mary comenzó un camino en el campo de la educación. Me atrevo a decir que esta heroína fue la primera mujer en proponer abiertamente el concepto de poliamor (y debido a esto fue humillada cruelmente).  

Vindicación de los derechos de la mujer

Wollstonecraft, arriesgándolo todo, inició una carrera como escritora, pero como se podrán imaginar, una mujer en el siglo XVIII no tenía ninguna oportunidad de salir adelante de manera independiente y menos aún podía pensar en tener los mismos derechos que los hombres, eso era algo completamente “descabellado”.

Luego de una larga temporada de decepciones, Mary decidió expresar su rechazo sobre la gran brecha diferencial entre hombres y mujeres. Esta intelectual estaba profundamente indignada por la situación de su género y por las pocas oportunidades que la sociedad ofrecía a una mujer independiente. La gota que derramó el vaso fue el escrito que Charles Maurice de Talleyrand-Périgord envía a la Asamblea Nacional Constituyente en plena Revolución Francesa. Dicho documento “recomendaba” que la educación de las mujeres se mantuviese simplemente a nivel doméstico.

Es así como en el año 1792, esta feminista nos regala la obra Vindicación de los Derechos de la Mujer, estableciendo las bases del feminismo moderno. En este asombroso escrito, Mary argumenta el por qué la mujer no es inferior al hombre y que las diferencias se debían a que ambos no recibían la misma educación, defendiendo la racionalidad de nosotras, las mujeres.

Sobre la obra

La verdad es que me he emocionado hasta las lágrimas al saber que una mujer en los años 1700 pudo hacer frente a las desigualdades. Está de más decirles que esta pensadora se adelantó totalmente a su época, siendo nuestra voz ante una revolución que nos excluyó por completo, incluso de los derechos humanos.

Si has llegado hasta aquí espero realmente que tu interés por la obra de Mary te haga leerla, pero para asegurarme de que así será, dejo esta bella cita:

«Espero que mi propio sexo me disculpe si trato a las mujeres como criaturas racionales en vez de halagar sus encantos fascinantes y considerarlas como si estuvieran en un estado de eterna infancia, incapaces de valerse por sí mismas. Deseo de veras mostrar en qué consiste la verdadera dignidad y la felicidad humana. Deseo persuadir a las mujeres para que intenten adquirir fortaleza, tanto de mente como de cuerpo, y convencerlas de que las frases suaves, la sensibilidad de corazón, la delicadeza de sentimientos y el gusto refinado son casi sinónimos de epítetos de la debilidad, y que aquellos seres que son sólo objetos de piedad, y de esa clase de amor que ha sido denominada su hermana, pronto se convertirán en objetos de desprecio» (Mary Wollstonecraft. Vindicación de los derechos de la mujer).

Legado

Unos añitos más tarde, Mary da a luz a una niña, que más adelante se convertiría en la autora de uno de los clásicos más leídos de todos los tiempos. Su hija fue nada más y nada menos que Mary Shelley, autora de Frankenstein.

Fotografía: Lorena Cano
Instagram: @miss.miscelanea

Esta es una bella manera de promover el feminismo, ya que, leyéndonos entre nosotras, las mujeres podremos sentirnos identificadas y empoderadas. Así como Wollstonecraft y Shelley, hay una lista interminable de autoras que merecen ser leídas. ¿Se animan a darles una oportunidad?