En una sentencia sin enfoque de género, el Juzgado Civil de Huanta (Ayacucho), presidido por Carlos Vara Bejarano, decidió que los hijos de Magaly Solier fueron entregados temporalmente a su padre, Plinio Erick Mendoza Gómez, sobre quien pesa una condena de un año y siete meses de pena privativa de la libertad por haber golpeado a Solier y romperle la nariz en un continuum de violencia mientras convivían, que ella denunció años después y que la afectaron física y emocionalmente.

A pesar de la condena de la Corte Superior de Justicia de Ayacucho en 2019, por el delito contra la vida, el cuerpo y la salud, en la modalidad de agresiones contra el grupo familiar, en agravio de Magaly Solier, y que prohibía que el sujeto se acercara a Magaly y sus hijos en ese lapso de tiempo, el juez Vara Bejarano decidió entregarle a los hijos en común, en lugar de a algún familiar idóneo que evitara que estuvieran en manos de quien agredió a su madre repetitivamente cuando estaban casados.

Solier acusó a su exesposo de ser un vividor, de no aportar nada para el mantenimiento del hogar cuando estaban juntos, y que ahora busca quedarse con sus bienes además de una pensión de alimentos, usando estratégicamente a los hijos y su salud emocional, evidentemente quebrada por el maltrato sistemático y las infidelidades que han demolido su autoestima, para esos fines.

Plinio Erick Mendoza Gómez ha apelado la sentencia por violencia de género en segunda instancia, buscando ser exculpado de las agresiones físicas y psicológicas contra Solier, por lo que convenientemente salió esta denuncia contra la actriz en donde se hace visible que la reconocida actriz necesita atención cuidadosa del Centro de Emergencia Mujer, sobre todo por el interés superior de los niños, que no está siendo cubierto en estos momentos al entregarlos a un padre agresor.

El dato

Recordemos que Ayacucho es una de las regiones más machistas del Perú, incluso el caso de Arlette Contreras, que se llevaba ahí, tuvo que ser trasladado a Lima, pues el juzgado primero liberó a su agresor, quien intentó violarla y matarla, y luego la revictimizaron continuamente haciéndole imposible vivir en el lugar en el que nació. Solo con el traslado de su caso a una Corte de Lima se pudo condenar a Adriano Pozo, quien hasta la actualidad se encuentra prófugo.