En un editorial publicado este domingo 27 de setiembre, titulado “En defensa de la noticia. Contra la censura previa y las restricciones de la actividad informativa“, el Grupo La República se queja de la resolución del Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana que decidió declarar fundada la queja presentada por Yanira Dávila Herrera el 7 de agosto del presente, luego de que este diario publicara una nota carente de relevancia sobre la posición de la comunicadora sobre un equipo de fútbol. La nota apareció en la sección deportiva del diario, a pesar de que Dávila no tenía nada que ver con el tema y solo daba una opinión personal. El diario usó esa opinión para crear una noticia y generar escándalo, sabiendo que el fútbol peruano desata pasiones en el público y la opinión de la joven no iba a pasar desapercibida. Asimismo, usaron fotos de la joven, enlaces a sus redes personales y datos sobre su trabajo actual.

Esto originó que la joven recibiera mensajes amenazantes, machistas y misóginos, por lo que primero lo denunció en sus mismas redes y luego llevó una demanda formal al Consejo de Prensa, quienes el 3 de setiembre señalaron ha lugar la demanda con los siguientes argumentos:

“Este Tribunal sí considera como algo cuestionable para la ética periodística la forma en que Grupo La República elaboró y difundió la nota en cuestión. Así, del contenido de la nota resulta claro que Grupo La República era o podía prever las ofensas y agresiones verbales que podría recibir la señora Dávila a través de las redes sociales”.

“La nota fue difundida en la sección de Deportes, pese a que, como se advierte, la señora Dávila no tiene una vinculación pública con ese rubro; y, por otro lado, la nota incluyó las imágenes y cuentas de las redes sociales de la señora Yanira Dávila Herrera, incluyendo la indicación de su centro de trabajo, lo que la colocaba en una situación de vulnerabilidad“.

“El desenlace advertido por la señora Dávila, consistente en una cantidad importante de comentarios agresivos y atentatorios a la dignidad humana y al respeto de los derechos de la mujer, pone de relieve la ausencia del deber de cuidado que debió considerar el mencionado medio al elaborar y publicar la nota en los términos que se realizaron”.

Por ello, se exhortó a La Republica a que lleve un programa de formación permanente a su personal periodístico sobre periodismo con enfoque de género y realice una evaluación permanente sobre la pertinencia de las notas periodísticas a publicar.

Esto no le ha gustado al Grupo La República, al señalar que “algunas partes de la resolución violan irrenunciables preceptos de la libertad de expresión” pues ellos no pueden prever las ofensas y agresiones verbales al momento de realizar una noticia, lo que se constituiría en una especie de “ley mordaza” porque no podrían publicar miles de noticias de personas que cada día emiten opiniones, y que el enfoque de género puede “ser utilizado por personas cuyo interés es acallar a la prensa”.

Debido a ello, manifestaron que “en defensa de su libertad de expresión, y para evitar que se impongan parámetros restrictivos de ella, solicitaremos la opinión sobre los considerandos de la citada resolución a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y al Comité para la Protección de Periodistas (CPJ en inglés)”.

¿Qué es lo que no ha entendido el Grupo La República? Que no debe usar recursos no noticiosos para generar clicks en su web, como lo que ocurrió en el caso de Dávila, en donde ella no era un personaje relevante del mundo deportivo como para usar su opinión y convertirla en noticia, porque lo único que iba a generar era una serie de comentarios machistas, misóginos y amenazantes, como fue lo que sucedió. Eso se podía prever y no se previó, ¿por qué? Porque el interés no era, evidentemente, la opinión de la joven, sino lo que iba a despertar. El diario buscaba despertar justamente esos comentarios en la gente. Necesitaban el escándalo.

Y así decenas de ejemplos, como lo ocurrido con Mayra Couto, a quien muchas veces el Grupo La República desdibujó sus opiniones al seleccionar comentarios que iban a generar polémica y fotos de ella que iban a sumar a la idea de que la actriz decía cosas equivocadas o sin sentido. Esa selección es una decisión editorial, no importa lo que diga la actriz o si el tema es realmente relevante, lo que importa es despertar la polémica para que sea atacada. Esas decisiones misóginas son las que el Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana les pide que analicen para que no se repitan, pero nuevamente el medio no ha entendido nada.