Una joven estudiante de Periodismo denunció, a través de las redes sociales de la página “Me too – Yo también Perú”, que había sido acosada sexualmente, presuntamente, por uno de los profesores principales de la Universidad Jaime Bausate y Meza. El profesor en mención, quien también es abogado, se llama Gilmer Alarcón y enseña los cursos de Derecho constitucional y de Sociedad y Estado.

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Alarcón es conocido por el alumnado de la Bausate por ser “coquetón”, que es la forma en que describen los comportamientos inadecuados del profesor con sus alumnas, a quienes buscaba saludar con un beso en la mejilla, tomarles de la mano y entablar conversaciones que sobrepasaban la distancia que se debe tener entre profesor y alumnxs, en un exceso de confianza.

La joven cuenta que Alarcón hacía eso con ella también: “Siempre intentaba despedirse de mí con un beso en la mejilla incluso sosteniendo mis manos”.

Le daba tanto temor estar a solas con el profesor que al final del semestre le pidió a su hermano que la acompañara a que rinda su examen pendiente, el cual tuvo que sentarse en la puerta del salón hasta que ella recibiera su nota final.

En otra ocasión, nuevamente en un examen pendiente, ella fue sola porque eran muchos alumnos y pensaba que de esa forma el profesor no se aprovecharía, pero él la llamó al final, cuando ya no había alumnos, le dijo para ir a la cafetería de la universidad en donde le dijo que no había promediado su nota y empezó a agarrarle la pierna por debajo de la mesa a pesar de haber gente alrededor.

La joven cuenta que no le quiso entregar su nota si no iba a su casa, porque quería conversar más profundamente con ella. Viendo que no tenía escapatoria, ella fue, pero acompañada de su madre, según el testimonio, cuando el profesor vio a la señora se desencajó y rápidamente le entregó su nota.

Luego de esta terrible experiencia, ella fue a quejarse con las autoridades de su universidad, quienes le dijeron “que no era un caso aislado ya que había habido otras denuncias respecto a ese profesor y que tomarían cartas en el asunto”.

Cartas que nunca tomaron porque el profesor sigue enseñando hasta la actualidad.

Acá les dejamos el testimonio completo:

“Gilmer Alarcón es profesor de derecho constitucional y de sociedad y estado en la Bausate y Meza, cursé con él en dos oportunidades. La primera vez me sentía incómoda en sus clases porque siempre intentaba despedirse de mí con un beso en la mejilla incluso sosteniendo mis manos, lo que yo sentía extraño porque nunca había tenido un profesor que demostrara ese exceso de confianza. Al final del semestre me tocó rendir un recuperatorio por un examen pendiente y fui acompañada por mi hermano que se sentó en la puerta del salón hasta que recibiera mi nota final para que el profesor no se atreviera a tener esos excesos.

La segunda vez que cursé con él me volvió tocar recuperatorio, pero esta vez fui sola porque éramos una clase muy numerosa y durante el ciclo el profesor no me había dado más motivos de desconfianza. El problema llegó cuando entregamos los exámenes y mis compañeros y yo esperábamos las notas finales, llamó uno por uno en orden alfabético pero se saltó mi apellido.

Al final estaba sola en el pasillo cuando salió y me pidió que lo acompañe a la cafetería, ahí me dijo que no le había alcanzado tiempo para promediar mis notas, a pesar de que le insistí con el tema, él me trató de desviarlo preguntándome a qué me dedico en mi tiempo libre y si yo creía que podíamos ser amigos. Cuando menos lo pienso, empezó a acariciar mis piernas y yo me quedé helada, no podía creer que se atreviera hacer algo así en un espacio público, abierto y dentro de la facultad.

Me alejé de él y le pedí que me dijera al menos la nota de mi examen y que yo misma sacaría mi promedio, incluso le dije que estaba apurada porque mi mamá me estaba esperando. Él no se inmutó y me preguntó sobre qué haría esa tarde, cuando ignoré su pregunta dijo que no tenía tiempo así que si quería mi nota lo único que podía hacer era ir a recogerla a su casa.

Al principio pensé haber escuchado mal, o que no estaba hablando en serio, pero luego me dio su dirección y me dijo que si iba podríamos tener una conversación más profunda porque se daba cuenta que yo era una chica inteligente y podríamos tener temas en común. Me moría de miedo y le dije que realmente no creía que pudiera y le repetí que ya había quedado con mi mamá, así que me dijo que decida si quería tener mi nota o no. Se despidió y se fue.

Después de eso salí de la universidad, estaba aterrada, él dijo que me esperaba en su casa en 30 minutos ya que vivía por ahí cerca, al final no me estaba obligando a ir pero ya me sentía vulnerada con la idea de que no quería desaprobar la materia y tampoco podía creer que un profesor de tanta reputación se atreviera a algo así.

En un instante de lucidez pude llamar a mi mamá, le conté lo que había pasado, ella se salió de la oficina y juntas fuimos a pedir mis notas. Cuando toqué su puerta el profesor salió para abrir y me invitó a entrar hasta que le dije que la señora que estaba parada a un lado era mi mamá, inmediatamente su semblante cambió, me dijo que lo espere ahí, volvió en unos minutos bastante nervioso y delante de nosotras me puso una nota aprobatoria en su registro y nos urgió a retirarnos porque estaba muy ocupado.

Tratamos de hablarlo con las autoridades de la universidad, nos respondieron que comprendían la indignación, que no era un caso aislado ya que había habido otras denuncias respecto a ese profesor y que tomarían cartas en el asunto. Solo puedo imaginar que se trató de una amonestación interna, porque Gilmer Alarcón continúa enseñando como si nada. Tiempo después, cuando lo hablé con algunos compañeros me comentaron sobre casos similares y que el profesor tenía fama de acosador, pero aparentemente no sucedía nada porque estaba muy bien recomendado dentro de la universidad”.