Carlos Bruce habrá supuesto que decía algo de sentido común para el común de los peruanos: escoger a un cholo en una lista electoral de gente blanca, para no ser tan blancos, para darle “color” a la plancha, para no parecer tan racistas, porque racistas lo son. Una estrategia de marketing: los peruanos votan por los blancos, pero no cuando el 100% es blanco, porque hay que parecer inclusivos.
Eso lo entendieron bien los hacendados del Perú cuando incluyeron hace casi 20 años al exdirigente sindical José Luis Risco en la fórmula presidencial de Unidad Nacional, liderada por Lourdes Flores Nano en el 2001, convirtiéndose luego en congresista. Risco ocupó siempre el lugar que le dieron a ocupar, representar lo que la derecha no podía, tal vez por eso Antero Flores Aráoz, otro racista de polendas, lo invitó a formar parte de su partido Orden. Orden, pues, ¿no podían elegir un nombre un poquito más fascista?
Algunos no olvidamos cuando Jaime Bayly se burló de él porque no sabía los nombres de algunos presidentes. Había que preguntarle eso para demostrar que Risco era “bruto”, como seguramente a Acuña le preguntarán las capitales de los países o los símbolos químicos. Los blancos necesitan demostrar continuamente que afros y cholos son brutos y nada los detendrá. Como los héteros necesitan resaltar que Bruce no solo es racista y clasista, también es homosexual, y cómo se atreve viniendo de una comunidad discriminada, pero él nunca se sintió discriminado, él no era gay hasta que tuvo que revelarlo, antes solo era una persona con gustos “especiales”, que los vivía relativamente tranquilo porque tenía dinero.
Bruce ha hecho lo que a muchos oligarcas les gustaría hacer, pero que ya no pueden, por lo menos no tanto como antes, porque los tiempos han cambiado, lentamente, pero lo han hecho. Ahora apoyar abierta y públicamente al ku klux klan, decir que sería bueno bañar con napalm a los indígenas que toman carreteras, que en los andes no se piensa porque falta oxígeno, que las llamas y alpacas no tienen derechos, que hay ciudadanos de segunda categoría, no es considerado gracioso, no necesariamente te saca de la política (PPK se convirtió en presidente, Alan seguía tentándolo, a Flores Aráoz lo usan de vez en cuando de “analista”), pero ya no es gracioso, y eso ya es bastante en el país que más “me divierte” da a las noticias de violaciones y feminicidios.
En el Perú ya es de sentido común que una plancha presidencial tenga un cholo y una mujer, lo lograron los movimientos sociales, pero estos logros fueron filtrados, pasteurizados, ecualizados y dejados listos para no molestar a nadie, sin condimentos, sosos, pura pantalla de una sociedad que cambia a ritmo de tortuga. Mercedes Aráoz es la representación pura de ello en el gobierno de PPK y luego en el de Vizcarra. Mujeres utilitarias y utilizadas. Nadie pierde, ganan los de siempre.
Bruce “se fue de boca”, es decir, no controló aquello que debía controlar, porque no es que sea necesario no ser racista, lo que es necesario es no parecerlo, ya lo dijo bien Madeleine Osterling, otra oligarca, que imbuida en su burbuja pretendió ser alcaldesa de San Isidro para rescatarla de la choledad que la acechaba, esa que se disfraza de colegio público, parque abierto o ciclovía.
Osterling no dudó en decirle a Bruce que sea racista y clasista, pero en su casa, por favor, que en público se ve bien feo, como si de pronto se cagara en los pantalones delante de todos, y las cagadas se hacen a puertas cerradas, para que esos trapos, si algún día se lavan, se laven en casa, se digan en casa, se enseñen en casa y se difundan con los amigotes entre whisky y parrilla, no en el twitter tan dispuesto a juzgarlos como nunca antes se les juzgaba: como a seres humanos a los que se les chorrean todos los privilegios, a los que la educación no logró volverlos buenas personas, a los que a diario se les demuestra que el dinero invertido en ellos no valió la pena ni el esfuerzo.
No Bruce, como bien dice la Osterling, no necesitamos tus manifestaciones públicas de racismo, no necesitamos saber de qué taras más cojeas, no necesitamos tu apoyo interesado a la comunidad LGTBI de la que nunca te sentiste parte, no necesitamos tu necedad, tu superficialidad, tu disposición a arrastrarte a cada posible gobierno de turno para estar siempre cerca de ese poder que tanto te gusta y que te sirve para ningunear a quienes te rodean y te obedecen, y que crees que también sirve para humillar a quienes están por encima de ti. Pero ya no humillas a nadie Carlos, solo te humillas a ti mismo con cada palabra que sale de tu boca. Ya deja descansar en paz esa forma tuya de hacer política, no te necesitamos, nunca te necesitamos.