Los tiempos de pandemia y aislamiento social representan una nueva era para la infancia. Nuestros niños y niñas han estado acostumbrados a salir día a día al colegio, a jugar en el parque con sus amigos, a pasear con sus mascotas o acompañar a los adultos en las compras del mercado.
La situación actual amerita que los adultos nos tomemos tiempo para explicarles lo que sucede, a darles calma y contención ante los días de confinamiento que parecen no terminar.
Desde los tiempos en que el ser humano dejaba el nomadismo para dar paso a su estado sedentario, los niños y niñas han sido los miembros más cuidados del grupo familiar.
Ellos merecen y necesitan saber lo que pasa, y qué mejor que sean sus adultos de confianza los encargados de narrarles con veracidad, lo que viene ocurriendo en la sociedad a nivel mundial.
Debemos darles especial atención a las familias con un número significativo de niños y niñas que viven confinados en un espacio reducido, es importante dejar en claro la importancia de la empatía. Cambiar de hábitos de un día para el otro puede ser perturbador, sin embargo, debemos apelar a la capacidad de saber escucharnos y afianzar los lazos de afecto.
Un gran acierto del gobierno ha sido, sin duda, el tomar como medida excepcional las salidas terapéuticas de niños y niñas con algún tipo de condición del espectro autista (CEA), acompañados por su cuidador por un espacio de 15 minutos. Tiempo que ayudará a hacer más llevadero el confinamiento; ya que el encierro y el cambio radical de hábitos es un generador de estrés.
Es alarmante saber que el Ministerio de la Mujer, a través de la Línea 100, viene recibiendo casi un millar de llamadas de auxilio generada por niños. Además, las cifras de violencia siguen siendo aterradoras. Desgraciadamente, durante los días de cuarentena, se han reportado 43 casos de violaciones, 27 de ellas corresponden a niñas.
Este es el mejor momento de pensar comunitariamente, si hay familias que solo tiene un adulto como responsable del hogar, debemos formar redes de apoyo para que ningún niño o niña se quede solo mientras su madre o padre sale a hacer las compras para abastecerse de víveres, lo más importante es la seguridad tanto física como mental de ellos.
El adultocentrismo que gobierna al mundo nos ha convertido en dictadores de nuestro hogar, sin embargo, la crisis que vivimos representa una gran oportunidad para mejorar las relaciones intrafamiliares, hacerlos partícipes de las decisiones de manera democrática, relacionarnos con más cariño y comprensión, mirarnos a los ojos y poder comunicarnos con paciencia, compartir nuestras inquietudes de adultos sin subestimar la opinión de los más pequeños del hogar.
Practiquemos el mirar al mundo con ojos de niño, dejemos salir, al menos por una hora al día, al infante travieso que llevamos dentro.