Resulta indignante y hasta kafkiano que empresas privadas y sobre todo instituciones públicas hayan hecho caso omiso a las recomendaciones del Ministerio de Salud respecto a las «cámaras de desinfección». Es resabido a estas alturas —«ad portas» de acabar la cuarentena— que si estas máquinas hechizas «expulsan lejía, entonces tendrían un efecto corrosivo y en caso de que expidan amonio cuaternario, que es un componente químico de uso hospitalario, podrían dañar la piel o los ojos. Ahora, el sistema aspersor con los que cuentan estos túneles podrían favorecer la diseminación de agentes infecciosos», como ha explicado a través de un pronunciamiento el biólogo Elmer Quichiz Romero, director ejecutivo de la Dirección de Control y Vigilancia (DCOVI) de la Digesa.
Uno de los pseudoargumentos de autoridades, «100tifikos» y entusiastas para bañar con químicos a ciudadanas y ciudadanos, es que el virus «se pega en la ropa». Si entendieran la lógica con la que se propaga el COVID-19 o tuvieran algo de sentido común sabrían que «una gotícula que es lo suficientemente pequeña como para flotar en el aire durante un tiempo tiene muy pocas probabilidades de alojarse en la ropa debido a la aerodinámica», como afirma Linsey Marr, científica especializada en aerosoles del Instituto Politécnico y la Universidad Estatal de Virginia. Lavarse las manos, el uso mascarilla y mantener la distancia social siguen siendo las medidas más efectivas para prevenir esta enfermedad.
Pero ahora no solo vemos personas empapadas con estos productos malsanos en «túneles» instalados en las puertas de mercados, instituciones, edificios y hasta en puestos de salud, también vemos a alcaldes que todos los días salen a las calles a lanzar estas sustancias a quemarropa a todos los transeúntes que se les crucen. Lo absurdo es darnos cuenta que quienes rocían estos mejunjes están ataviados de pies a cabeza porque —obviamente— estos son dañinos para la salud. Entiendan de una buena vez: ¡ningún compuesto de amonio, cloro, peróxido de hidróxido, alcoholes, glutaraldehído o el ozono «elimina» el virus! Por enésima vez: estos productos «causan irritación en la mucosa, la piel, los ojos, el sistema digestivo y las vías respiratorias de las personas, ya que están hechos para superficies inanimadas y agua, y no deben usarse en el cuerpo humano» (Organización Panamericanana de la Salud – OPS/OMS).
Así como estas medidas, producto de la ignorancia e ineptitud, hay otras que atentan contra los seres humanos, como lo es mantenernos encerrados a pesar de que los expertos dicen lo contrario: «Estar al aire libre es seguro, y ciertamente no hay nubes de gotículas respiratorias cargadas de virus merodeando por ahí». Esto manifiesta Lidia Morawska, profesora y directora del Laboratorio Internacional de Calidad del Aire y Salud de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Brisbane, Australia.
Pero el gran daño en realidad se lo hacen a las niñas y niños (el grupo menos vulnerable), que «en la situación actual, no disponen del mismo acceso al sol, al aire libre, a zonas verdes, al juego espontáneo en la naturaleza o a una familia tranquila y sosegada, factores que son indispensables para un desarrollo saludable», según un artículo publicado por la pedagoga Heike Freire y el pediatra José María Paricio Talayero en el diario El País.
No es descabellado pensar que en el Perú existe tal cantidad de infectados por las malas decisiones sanitarias que están tomando autoridades del gobierno nacional y de los gobiernos regionales, provinciales y distritales; desde implementar estos «centros de infección» hasta detener y hacinar a hombres y mujeres en las cárceles promoviendo el contagio. ¿Por qué las autoridades competentes no hacen nada por proteger a las peruanas y los peruanos que están siendo expuestos al coronavirus? ¿Dónde están la Fiscalía de Prevención del Delito, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Salud, entre otras instituciones? ¿Por qué cualquier peatón puede ser arrestado por no portar una mascarilla o el DNI y quienes nos exponen a este virus continúan experimentando con nuestras vidas impunemente?
Las autoridades necesitan dedicarse a abastecer los hospitales con oxígeno, respiradores, camas para la UCI, etcétera; y mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales en general de la ciudadanía. Es la única forma de combatir eficazmente esta pandemia.