Es un octubre que ya se va y que recordaremos por varios meses; nos señaló que sí existe lo que parecía perdido, aunque nuestra media sonrisa se vea amenazada por desatinadas expresiones sociales.

Los últimos días de este mes se han vivido —se viven— con un inusual interés en la política por los peruanos; algunos más informados que otros, pero todos al final hablando de lo mismo a la hora del almuerzo: la audiencia. ¿Qué dices? ¿La meten o no? Mientras, en paralelo, Rómulo León Alegría era sentenciado a cuatro años de prisión efectiva por el ‘caso hospitales’. ¿El de los ‘petroaudios’? Ese mismo.

Octubre ya había empezado con la promesa de dejar morados a los naranjas. Apenas al tercer día de iniciado, la Corte Suprema anuló el escandaloso indulto a Alberto Fujimori. Porque, a ver, ¿quién nos sacaba el sabor a panetón rancio que nos dejó PPK al liberar al exdictador el pasado 24 de diciembre?

Pasada la primera semana, luego de las elecciones municipales, la ONPE nos diría que fujimoristas no obtuvieron ni un gobierno regional, solo tres alcaldías provinciales y cuarentaisiete alcaldías municipales en todo el país. La justicia se hizo en las urnas y la gente materializaba ese rechazo del 80% hacia el partido naranja (Ipsos).

Pero la jugada más celebrada, la huachita con pase del desprecio incluido, la que desató el delirio de la población, se dio el 10: Keiko Fujimori fue detenida bajo orden de prisión preliminar y estuvo ocho días a la sombra. Es más, al día siguiente, y ya sin Hinostroza como juez, rechazaron el pedido de casación —para no ser investigada— por el ‘caso cocteles’. Ese mismo día, el Tribunal Constitucional también se bajó la ‘Ley Mulder’ por ser, según el argumento, inconstitucional. Los intocables estaban perdiendo su condición de semidioses.

No faltaron los que se atrevieron a decir —con rosario en mano y mirando al cielo— que lo ocurrido hasta ese momento se debía a los milagros propios del mes; que el Cristo de Pachacamilla no nos había abandonado. O no se quieren dar cuenta que con esas expresiones dejan de lado todo el trabajo de la Fiscalía —hecho por peruanos y peruanas—, o pretenden contagiar su fantasiosa forma de ver la realidad. Son unos pinchaglobos.

Y es que es una forma de pensar que, en el caso de este mes, se arrastra desde 1655, en donde cuenta la historia que la pared en donde fue pintada la imagen de un Jesús crucificado no cayó después del terremoto de ese año. Listo, tenemos milagro. No importó que haya habido numerosas pérdidas humanas, cientos de damnificados, viviendas destruidas. ¿Pero por qué no se cayó el muro ese? ¡Milagro, señores!

Para los cristianos y/o católicos los milagros son acontecimientos o situaciones fuera de lo común que están atribuidos a lo sobrenatural, ajeno al entendimiento humano y que incluso sería innecesaria alguna explicación científica. ¿No es explicable acaso el proceso que está llevando la cúpula fujimorista y de cómo se llegó a esta instancia?

Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, decía que es necesario criticar toda creencia que pretenda eliminar la objetividad de nuestra vida y que se hace urgente desterrar el concepto de milagro en las sociedades. No creo que sea tan difícil empezar a utilizar otros métodos que nos den resultados imparciales.

Casi toda Latinoamérica arrastra el dicho popular que no se debe hablar ni de política ni religión ni fútbol en la ‘mesa’. El tufillo a satanizar —alerta de ironía— lo que existe en torno a esta trinidad me parece insostenible si es que quisiéramos tener conciencia del pasado, presente y futuro del país (política), de la manera en cómo llevamos el respeto en el conjunto social (religión) y disfrutar sin fanatismo del entretenimiento (fútbol, en tanto a la maza).

Espero que los resultados de la audiencia —36 meses prisión preventiva a la mandamás del fujimorismo y sus compinches— se den en noviembre. Que no exista excusa para colocarle el escapulario a la decisión del juez Richard Concepción Carhuancho. De pasadita se podrían dejar los patéticos ¡octubre, sorpréndeme! ¡octubre, no te acabes! Solo eso.

(Imagen cabecera: Procesión del Señor de los Milagros – José Sabogal)