Solo dos votos a favor recibió Gonzalo Ortiz de Zevallos en su intento de ser magistrado del Tribunal Constitucional y reemplazar al constitucionalista Eloy Espinoza Saldaña.

Los que apoyaron el pedido de que Ortiz de Zevallos sea juramentado e integrado al máximo organismo de control constitucional, que debe ver casos como la prisión preventiva de Keiko Fujimori o el matrimonio igualitario fueron los magistrados Carlos Sardón y Augusto Ferrero, conocidos conservadores que se pintan de naranja frecuentemente.

El congreso fujiaprista tenía un fuerte interés en que el primo del excongresista Pedro Olaechea integre la sala y por eso forzaron una elección apresurada en donde escogieron a los candidatos a dedo, sin ningún sustento más que defender los intereses de los naranjas y sin un debate previo y con tiempo para definir quién sería el mejor representante en el Tribunal Constitucional. A cómo dé lugar querían que se votara por sus candidatos y eso les costó su curul.

El ex primer ministro Salvador del Solar planteó una cuestión de confianza contra la forma en que se eligen magistrados del Tribunal Constitucional, el Congreso hizo oídos sordos, eligieron de forma irregular a Gonzalo Ortiz de Zevallos y se les vino la noche, el presidente Martín Vizcarra los disolvió.

A pesar de ello, nombraron a otra presidenta, pretendieron que la elección de Ortiz era legítima, Olaechea seguía llamándose a sí mismo presidente del Congreso, dieron verguenza internacional, y Leyla Chihuán ya no tenía para el desayuno, lo que nos tiene aún preocupados.

Hoy, nuevamente, perdieron otra batalla.