Luego de 10 años, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema impuso la condena de 22 años y 5 meses de cárcel al excongresista por La Libertad, Michael Urtecho; de la misma forma, su esposa Claudia Gonzales fue condenada a 28 años de cárcel por los delitos de concusión en agravio del Estado en el extremo que perjudicó a cuatro ciudadanas que trabajaban con él; y por enriquecimiento ilícito en agravio del Estado.

Michael Urtecho fue congresista en dos periodos, del 2006 al 2011 y luego del 2011 al 2013, año en que fue desaforado e inhabilitado al salir las primeras denuncias de apropiarse el sueldo de sus trabajadores, por lo que no pudo completar su mandato que era hasta 2016. ocho años estuvo en el Congreso, y los aprovechó para enriquecerse ilícitamente, pues con el dinero que le robaba a sus trabajadores iba construyendo edificios trasn edificios convirtiéndose en un importante empresario de la construcción, todo bajo la mirada supervisora de su esposa.

Pero Urtecho no era cualquier congresista, debido a su discapacidad, se le consideraba “apto” para presidir continuamente las Comisiones Especiales de Discapacidad e Inclusión Social, y fue la cara visible de las personas con discapacidad en su gestión, situación que también aprovechó para robarse más de 200 sillas ruedas de una donación de 621.

Así también, colocó a su chofer y a su empleada del hogar, ambos esposos, como coordinador parlamentario y asesora respectivamente, con sueldos de S/1100 y S/4000, de los que ellos solo podían ver S/ 200 y S/400 mensual.

Urtecho, a pesar de ser un cristiano ferviente, asiduo asistente de su iglesia, en donde conoció a su esposa, no dudaba en faltar a la ley de Dios y mentir y robar al Estado y a sus empleados. Al parecer, la cantidad de dinero que se embolsaba cada mes por varios años fue más tentadora que el paraíso.

En 2013, cuando lo inhabilitaron, Urtecho pidió perdón. Estas fueron sus palabras: “He venido con un corazón contrito y humillado, gracias a Dios que estoy con vida porque con todo lo que me ha pasado me ha podido dar un derrame… Acepto que me investigue, porque ahí es donde corresponde determinar si soy o no culpable. Lo que les pediría es que reflexionen en cuanto a la destitución e inhabilitación por 10 años, les pido que reflexionen en eso… No quiero que me recuerden como un congresista delincuente, por eso acepté todo lo que se cometió, quiero que me recuerden como un congresista que tuvo la valentía de decir la verdad. Dios no condena, Dios no señala, Dios no tiene ensañamiento, Dios no pone el dedo (en la llaga), Dios pide y espera que nos arrepintamos y yo me arrepentí”.