Escribe: Mario Arijan Cereceda Quispe*

Muchas personas “provida” dicen que se oponen a la legalización del aborto bajo criterios humanistas, religiosos, por la santidad de la vida, de protección al ‘infante’ o al ‘niño’ (cuando realmente estamos hablando de un embrión o un feto), entre otras asunciones; sin embargo, todas estas personas lo hacen respondiendo a sentimientos propios de la misoginia y el machismo, ya sea manifiesto o latente. Todas estas personas asumen que la vida de esa mujer, o niña, vale menos que la vida de ese embrión/feto. Y que por lo tanto ella está obligada a tomar los riesgos y responsabilidades de criar a ese embrión/feto cuando se convierta en un ser humano al nacer, aunque no lo desee. Detengámonos en este punto. Este tipo de misoginia y machismo es el peor de todos. Porque si bien el machismo ha considerado a la mujer inferior respecto al varón, en este caso la pone en una situación de inferioridad en comparación a un ser viviente que aún no es un ser humano. En efecto, el embrión y el feto no son seres humanos, sino seres en transición, en formación, que aún necesitan mucho tiempo para ser considerados lo suficientemente desarrollados para poder ser llamados, con justicia, seres humanos.

Como bien lo ha considerado el biólogo e investigador argentino, Alberto Kornblihtt: “Para la biología un embrión es un embrión y no un ser humano. En todo caso es un proyecto de ser humano que necesita una serie de pasos que ocurren dentro del útero para llegar a ser un ser humano”. O como ya lo ha señalado el biólogo y científico mexicano especializado en biología evolutiva y divulgador de la ciencia, Antonio Lascano: “No se puede decir que se trate [el embrión/feto] de una persona o individuo en potencia, sino de una masa de células vivas que no son una persona, no tienen derechos sociales”.

Es más, durante el embarazo, como afirma Kornblihtt  “el embrión o feto no son seres independientes de la mujer gestante. Sino que hasta el nacimiento son casi como un órgano de la madre. Y tengo que aclarar esto. Si por tener un genoma único el embrión y el feto fueran considerados una vida humana o ser humano independiente serían rechazados por el sistema inmunológico de la madre. ¿Por qué? Porque tienen la mitad de sus genes proveniente de ella, pero la otra mitad proveniente del padre. Y todo cuerpo extraño sería rechazado. Por lo tanto, el embrión no es rechazado porque hay un completo sistema de tolerancia inmunológica que lo hace reconocer como si fuera un órgano propio”. Por lo tanto, no solo no es un ser humano el embrión/feto, sino que además es como si fuera un órgano de la mujer.

Es decir, que estas personas provida no solo están considerando la vida de una mujer inferior a la de un ser viviente que todavía no se puede considerar un ser humano, sino que también consideran que su vida es inferior a la de un ente que es casi como si fuera un órgano suyo. Es como si le dijeran a usted, querida  lectora, que su vida como ser humano es menos importante que su hígado o su riñón. Sabemos que es chocante comparar a un embrión/feto con un  órgano, pero eso es lo que nos dice la ciencia médica, que ha demostrado que es  falsa la asunción de que la vida del embrión/feto es diferente que el de la madre y, por lo tanto, ella no tiene el derecho a decidir sobre interrumpir o no interrumpir su embarazo.

Por eso se considera que el criminalizar el aborto, no legalizarlo, obligar a las mujeres/niñas a ser madres (en el caso de las niñas sin importar que “entre diez y catorce años tienen cuatro veces más riesgo de morir durante el parto que una mujer adulta”, como señala un reporte del Seguro Integral de Salud (SIS)), es un acto de profunda misoginia y machismo, porque es considerar inferior a un ser humano, la mujer/la niña, en comparación con algo que ni siquiera lo es.

Justamente la reciente propuesta del candidato Rafael López Aliaga sobre alojar a niñas que han sido violadas en uno de sus hoteles 5 estrellas para que pasen los 9 meses de su embarazo, y sobre que una niña que ya ha dado a luz ya no es una niña sino una mujercita, estarían también reproduciendo este machismo y misoginia que hemos tratado en este artículo. Estaría este candidato considerando inferior el valor de la vida de esa niña a quien estaría proponiendo llevar a término su embarazo (con el cuádruple de peligrosidad que si fuera una mujer adulta), sin importar sus proyectos o planes de vida, que tendría que abandonar o tomarle el doble o triple de esfuerzo para lograrlos, en consideración de la vida de esa entidad viviente a la cual aún no podemos considerar un ser humano. Y estaría negando la realidad cronológica y emocional de una niña, considerándola una mujer cuando no lo es, por su edad y por su desarrollo corporal.

Finalmente asume una postura clasista y paternalista con respecto a las niñas, lo cual respondería a una lógica patriarcal y jerárquica, de obligar a las niñas a hacer algo porque él sabría lo que es  mejor para ella y su embrión/feto. Las declaraciones de López Aliaga deberían ser rechazadas tajantemente por la población, pero especialmente por las mujeres y niñas, a quienes estarían afectando principalmente si estas propuestas se llevaran a cabo.

* Bachiller en Literatura.