Beatriz Mejía, candidata al Congreso del partido Avanza País y vocera de “Con mis hijos no te metas”, señaló en un debate electoral que “las violadas no son tantas” al momento de oponerse al derecho a decidir de las mujeres en situación de embarazo forzado.

Ella no dudó en minimizar la cantidad de violaciones sexuales que ocurren en nuestro país con el fin de desinformar a los oyentes del debate sobre la necesidad de despenalizar el aborto por violación, así como equiparó los derechos de un concebido con los de una mujer que ya tiene su proyecto de vida realizándose a pesar de toda la jurisprudencia en contra, como el caso Artavia Murillo vs Costa Rica, reconocido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, del cual el Perú es Estado parte.

Pero es cierto que ¿las violadas no son tantas? Veamos:

La Policía Nacional del Perú, de enero a julio de este año, registró que el 93.4% de denuncias que realizaron las mujeres fue sobre violencia sexual, de estas, cerca de la mitad (49.2%) fueron de adolescentes entre 12 y 17 años.

Mucha de esta violencia sexual deriva en embarazos y maternidades forzadas, lo que constituye un tipo de tortura para todas estas mujeres.

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A su vez, la Fiscalía de la Nación, en el mismo lapso de tiempo (seis meses), investigó 18,959 delitos contra la libertad sexual registrados.

El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables también registra 7332 denuncias de mujeres por abuso sexual de enero a julio. De estas, 4671 casos fue a menores de 17 años, 2503 a mujeres de entre 18 y 59 años, y 68 contra mujeres de 60 a más. A diciembre solo nos queda duplicar estas cifras.

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La violencia sexual afecta profundamente la vida de las mujeres, más aún cuando son niñas y adolescentes, por lo que es importante que ellas puedan acceder al aborto terapéutico y también se despenalice el aborto, para que ninguna mujer sea procesada judicialmente.

Minimizar la violencia sexual que viven las mujeres no ayuda a resolver el problema, solo beneficia a quienes en el fondo odian a las mujeres y pretenden castigarlas, a ellas teniendo hijxs de forma obligada, y a estxs hijxs, a sufrir la precariedad, la pobreza y la falta de oportunidades por una maternidad infantil impuesta, puesto que la mayoría de estas niñas y adolescentes son de estratos económicos bajos.

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