El director de la editorial Paracaídas Editores, Juan Pablo Mejía, ha sido denunciado hasta el momento por cinco mujeres que señalan que este las habría violado. Dos testimonios anónimos y tres con nombre propio manifiestan haber vivido continuas violencias psicológicas y sexuales de parte del editor, que hoy salen a la luz. Luego de las denuncias, su editorial fue retirada de la Antifil.

Reproducimos los testimonios porque el acceso a la justicia de las mujeres suele ser complejo, largo, desgastante e invita a que no se inicie ninguna denuncia penal, o si se hace, a que se termine desistiendo de esta debido a las trabas burocráticas y el esfuerzo de tiempo y dinero que se necesita para continuar con el proceso, por lo que a muchas solo les queda la denuncia social y la posible sanción social a la que esta pueda llevar como forma de justicia.

La primera denuncia salió en la página de facebook Me too Perú, en donde una mujer señala que Mejía la violó estando ella inconsciente, luego de haber bebido con él. Actualmente ella vive traumatizada por la violencia que le tocó vivir.

“Hace aproximadamente dos años conocí a Juan Pablo en un recital de poesía, yo estaba interesada en publicar y me dijeron que él sería una buena opción para sacar mi libro. Después de unas semanas quedamos en vernos en un bar para conversar. Hubo un momento en el que yo le dije que ya no iba a tomar más. En ese momento me intentó besar. Le dije que no, que tenía novio. Mi intención solo era hablar de mi libro. Él pareció entender mi negativa y me confié, conocía a algunas amigas que habían publicado con él y no lo creí peligroso. Acepté tomar un par de cervezas más y luego ya no recuerdo nada. Al día siguiente desperté en su cama, desnuda y con dolor en mis genitales. Él también estaba desnudo a mi lado. Estaba asustada, quería llorar pero tenía miedo de que algo me pase. Me paré y le pregunté qué había pasado ayer, respondió que yo le pedí tener sexo y que él también quiso, como si hubiera sido algo consensuado. Me ofreció bañarme en su casa y trató de entrar conmigo a la ducha a lo que le dije que no tajantemente. Me fui llorando de su casa, lloré toda la semana, trataba de recordar qué había pasado pero solo tengo imágenes borrosas. He tenido muchos traumas a raíz de eso, no he vuelto a salir a tomar desde aquella vez, mi novio me terminó a causa de la violación que sufrí por parte de este señor y el miedo de volvérmelo a encontrar es tanto que abandoné para siempre mi sueño de ser escritora. Si no me atreví a denunciarlo antes fue por miedo a que nadie me crea y también por mi falta de pruebas. Espero que ninguna chica más tenga que pasar por esto, ni con él ni con nadie. Cabe aclarar que yo no pertenezco a ese círculo de escritores y poetas que son sus amigos, por eso también el miedo de que nadie me crea”.

El segundo testimonio también apareció en la misma página. Se trata de una expareja de Mejía, quien denuncia que este la penetró analmente mientras ella dormía, a pesar de su continua negativa y a que no dio su consentimiento para que sucedieran los hechos. Esta violencia le originó una laceración que tuvo que ser atendida médicamente.

“Una noche Juan Pablo y yo fuimos a la fiesta de una amiga, en ese entonces éramos pareja y todo parecía ir bien. Esa noche él había tomado bastante y se puso medio agresivo con los invitados, me lo llevé a su casa antes de que la cosa empeorara. Yo me había enojado con él por algunos comentarios machistas y misóginos que hizo, llamando putas a mis amigas y diciendo que sus novios eran cabros. Estaba enojada, pero creí que sólo lo dijo porque estaba borracho, que al día siguiente no lo recordaría. No era la primera vez que se ponía belicoso en una fiesta, antes también me había hecho escenas de celos insoportables por los que teníamos que irnos. Esa noche, apenas llegamos a su casa él empezó a pedir que tuviéramos sexo. Empezó a sacarme la ropa y yo seguía molesta por lo ocurrido. En cierto momento me paré de la cama y muy fuerte le dije que no, que no quería hacerlo, que estaba molesta. Él se resintió y se echó dándome la espalda. Me dormí. Durante la madrugada me despertó penetrándome analmente. En repetidas ocasiones él me había pedido tener sexo anal y siempre me negué porque tenía miedo. Esa noche él lo hizo mientras yo dormía, cuando minutos antes le había dicho que no quería tener sexo con él. Nunca le di mi consentimiento. Sangré mucho después de eso y me creó un desgarro por el que tuve que ir al médico. John Paolo Mejía Guevara o Juan Pablo, como se hace llamar, no sabe lo que es el consentimiento, es un violador“.

El tercer testimonio es de la escritora María Font, ella relata una serie de violencias psicológicas de Mejía contra ella, en donde este la humillaba, la insultaba, la maltrataba y le gritaba continuamente. Así también, manifiesta que la forzó a tener relaciones sexuales y que estas ocurrieron sin su consentimiento.

No pensaba escribir sobre este tema nunca, pero hace unos días leí dos testimonios de violencia sexual y no he podido dormir bien desde entonces. Pensaba, por un lado, que me daba miedo abrir la boca y, por el otro, que la culpa me consumía; porque era probable que si hubiera hablado antes alguna de las víctimas o quizás las dos, no lo sé, no estarían en este momento sufriendo. Les pido perdón de todo corazón, siento que como feminista era mi deber advertir a las otras mujeres sobre el comportamiento misógino y machista que JPM tuvo conmigo. Sé todo lo que vendrá luego y me estoy muriendo de ansiedad, pero de verdad, de corazón, prefiero “quemarme” o quedar como “la loca” ante todxs ustedes que ser responsable de las lágrimas y la agonía de otra mujer víctima de agresión. Por todo lo expuesto y por mi seguridad personal, solo relataré los episodios en los que tuve testigos físicos.

1. Tuve una relación sexoafectiva con el señor JPM. Nunca en mi vida fui víctima de tantas humillaciones. Recuerdo que me repitió tantas veces que estaba loca y que mi depresión era simplemente flojera que llegué a creérmelo todo. Más allá de eso, la toxicidad que se vivió entre ambos y la manipulación psicológica de la que fui víctima fue tanta que muchxs amigxs cercanxs tanto de él como míos me llegaron a escribir que por favor corte ese vínculo. A muchos les mentí, por quedar bien. Recuerdo un hecho específico. Tomamos demasiado y tuvimos relaciones sexuales, pero fue tan asquerosa la experiencia y me sentí tan coaccionada, que luego de eso al día siguiente fui a la cocina totalmente fuera de mí. Intenté contarle lo que había sucedido a Paulo C. Peña, (roomate de JPM) pero solo alcancé a decirle una parte, porque en un momento me pidió que vaya donde JPM, porque podía meterlo a él en problemas. No entendí aquello, pero apenas entré al cuarto JPM me gritó, me dijo que no tenía por qué ventilar su vida privada, que él no quería que nadie se entere de sus cosas personales y luego me dijo que no quería volver a verme en su vida. Yo le reclamé por lo que había sucedido la noche anterior, entre lágrimas le dije que además de tener relaciones conmigo sin mi total consentimiento no se había cuidado y comenzaron los insultos. Él me dijo que me largue y yo le grité que no tenía para comprar el postday. JPM se fue a comprarlo y yo llorando me arrastré gateando donde se encontraba Paulo C. Peña. Le dije llorando que no entendía por qué JPM me trataba así si decía quererme y Paulo me gritó que por favor deje de volver a esa casa, que estaba harto de ver cómo ese sujeto me humillaba y maltrataba una y otra vez y yo era incapaz de notar que me había manipulado con el tema de su editorial. Yo en ese momento me encontraba sacando mi primer libro, JPM además de apoyarme contactándome con la imprenta me hizo una serie de favores, que, ahora entiendo, era una forma de crear este vínculo de dependencia propio de los abusadores. Le pido perdón a Paulo, porque luego de aquello yo continué frecuentando a ese sujeto.

2. Cuando terminé la relación con JPM este sujeto me llamaba borracho, durante la relación también lo hizo, pero todo se agudizó cuando dejó de ser algo “serio”. Me llamaba mil veces y me pedía que vaya a su casa a las 3 a.m. y si no lo hacía me insultaba por teléfono. Libertad Herrera fue testigo de las mil veces en las que lloraba al lado del teléfono pidiéndole que no me llame. A veces me llamaba y cuando no podía verlo me decía que no lo quería y luego venían los insultos. Era un desastre, porque usualmente luego de esa serie de llamadas, al día siguiente yo era la que lo buscaba para verlo, por miedo a que se aleje completamente. Además, no contento con humillarme, constantemente tenía ataques de celos en los que me acusabas de mil cosas, cuando él era quien todo el tiempo tuvo una relación paralela. Por mucho tiempo, a pesar de mi feminismo, sentía mucho odio hacia esa persona y fue hace unos meses que comprendí que ella solo fue una víctima más de ese sujeto.Ahora entiendo el grado de manipulación al que estuve expuesta y me doy vergüenza.

3. Z y Q fueron testigos indirectos de toda la serie de violencia psicológica de la que fui víctima. Recuerdo escribirles en estado psicótico cuando luego de una pelea con este sujeto intenté matarme y me corté en el baño de su casa. Z me sugirió que no denuncie, me dijo que JPM manejaba todo el mundo editorial y que me creía, pero me iba a “quemar totalmente”. Por mucho tiempo pensé que esa era la decisión correcta. Si nunca hubiera leído las dos denuncias por violencia sexual, jamás habría pensado en denunciar realmente. Le pido perdón a Z, me dijo hace muy poco que yo no tenía por qué ser una mártir, pero lamentablemente yo no nací hombre heterosexual, sino mujer y lamentablemente he sido víctima de violencia sexual en el 2012, y entiendo todo y no puedo seguir yéndome a la cama con todo este cargo de conciencia.

4. En repetidas ocasiones le dije a JPM que iba a denunciarlo por violencia psicológica, pero este sujeto me dijo que había creado una carpeta con nuestros chats y que me iba a CAGAR y hacer quedar como una LOCA. Pienso que solo queda adelantarme. Lo que me daba miedo era que la gente sepa que vivo con TLP crónico y he intentado matarme en seis ocasiones, que casi lo hago por culpa de este tipo en esta pelea que me destruyó no solo el autoestima, sino toda mi poca cordura en aquella época. Aun así seguí en contacto con este tipo hasta hace dos meses. Recuerdo haber estado tan manipulada que por momentos le decía que todo era culpa mía, que era mi despersonalización, que él en realidad era bueno y mil porquerías más de las que me arrepiento, cualquier cosa con tal de tener a este sujeto cerca de mí. Me asusta solo pensar en esa etapa de mi vida.

5. Le pido perdón a las dos víctimas de violencia sexual por no tener las fuerzas, ni el corazón, ni el estómago de contar todas las cosas por las que pasé, porque no puedo. Lamentablemente, no cuento con el poder económico para pasar por un proceso legal, estos tres episodios contaron con testigos directos y es la manera de decirles a ustedes que no solo les creo, sino las abrazo y sé que van a superar esto a pesar de todo.

Actualización: Sé de lo que es capaz este tipo y no me sorprendería que en su descargo apele a situaciones y conversaciones descontextualizadas en las que se me deja como una persona desequilibrada y violenta. Dentro de la relación hubo episodios en los que ambos nos agredimos y lo asumo, como producto del gaslighting y la manipulación psicológica a la que me sometió. Eso no cambia el sentido de este testimonio. Estoy asustada por lo que él y sus amigos puedan hacer”.

El cuarto testimonio es la escritora July Solís, expareja de Mejía, quien señala que este intentó violarla, pero que tuvo la suficiente fuerza para empujarlo y huir de él.

“La mayoría de personas saben que tuve una relación con JPM durante casi dos años. Para escribir esto he borrado de mis contactos a mi familia y personas cercanas a esta, quiero evitarles la angustia y la ansiedad que ahora siento. Parece que para creer en una agresión la vida de la denunciante debe destruirse con nombres y apellidos, describir escenas sórdidas y dolorosas, justificar por qué volvió, por qué le habló, demostrar cordura, aclarar todo vacío narrativo. El mundillo de la literatura ha mostrado estos días su peor lodazal, en el que varias mujeres ―a estas alturas sé que son varias―, nos estamos hundiendo.

No conozco a ninguna de las que han manifestado su testimonio, pero cuando los he leído no solo he sentido una profunda tristeza por ellas, sino que he tenido que lidiar con mi propio recuerdo que ha salido a flote estos días y que había intentado borrarlo de mi cabeza. Uno de los problemas más fuertes que tuve en la relación con JP fue el alcohol. Había un punto en el que él tomaba y su mirada cambiada, yo sentía que me miraba con rencor, con odio. Cuando reconocía esa mirada, sabía que algo iba a suceder, que me diría frases como ‘me voy, me has humillado’ o haría gestos corporales de rechazo para que no lo toque cuando me acercaba a preguntarle qué le pasaba, porque cuando esto ocurría yo no entendía qué pasaba, qué le había hecho, no entendía nada. De pronto ocurría y nada más. Al día siguiente me decía que no se acordaba y pedía disculpas. 

Una noche regresábamos en un taxi con dos personas más del cumpleaños de una amiga. Ambos estábamos en la parte trasera. El taxi estaba oscuro y en el camino, él me empezó a tocar. Traté de sujetarle las manos para neutralizarlas, todo ello lo más disimuladamente posible porque ya la sola escena me daba vergüenza y no quería que la amiga que estaba al lado advirtiera lo que estaba pasando. Él insistía y yo nuevamente intentaba detenerlo. Así estuvimos hasta llegar a mi casa. Pero ese no fue mi peor recuerdo, sino lo ocurrido en Arequipa en el 2016. Viajamos para ver el Hay Festival. Una noche JP había tomado, yo estaba recostada en la cama y él quería tener relaciones, le dije que no, pero parecía que no entendía, traté con mis manos de alejarlo y me sujetó los brazos mientras seguía besándome. Todo se me juntó en esos segundos o minutos: decepción, dolor, no entender qué estaba pasando. Sin darme cuenta empecé a llorar mientras le decía que no y trataba de zafarme, pero con el llanto y la decepción de no creer lo que me ocurría las fuerzas se me iban. Pensé que viéndome llorar reaccionaría y se detendría, pero seguía. Entonces me recompuse y lo empujé, me fui corriendo al baño y me encerré allí hasta que se durmiera. Esa noche no dormí, hice mis maletas. Cuando despertó le reclamé llorando todo lo que había pasado, dijo que no recordaba nada. Lloró, me pidió perdón, que no lo deje solo, que me quede un día más. Lo hice. Llegamos a Lima y me fui. La relación se había acabado.

Estuvimos meses separados, en ese tiempo la comunicación no se cortó. JP me decía que no lo quería, que nunca lo había querido, me hacía sentir culpable y en otros momentos me pedía perdón, que todo iba a mejorar, que él quería cambiar. Yo sentía todavía cosas por él y acepté volver, pero le pedí ―casi como una condición― que vaya a un psicólogo. Averigüé y le di el número de una doctora. Fue un par de meses y lo dejó. Me dijo que no tenía tiempo, luego que no tenía dinero. Propuse cubrir los gastos a medias, pero no obtuve respuesta. Entendí que no quería y que ya no podía hacer más. En los siguientes meses la relación se desmoronó. A veces él soltaba comentarios con total naturalidad que a mí me desconcertaban, me hacían sentir mal. Recuerdo que una vez me dijo que sus dos enamoradas anteriores habían sido vírgenes, en cambio yo venía con “llallita”. Hubo momentos en los que yo estaba tan insegura que ya no quería leer en los recitales si él estaba presente, porque siempre hacía algo mal: leía muy lento, muy rápido, no le ponía el tono adecuado, hacía una pausa innecesaria. En secreto yo me esforzaba y practicaba para hacerlo bien y que ya no me dijera nada, porque era una persona que quería y sus comentarios me lastimaban por más que fueran por mi bien, como él decía. Así transcurrió la relación, con otros gestos más que no vale la pena recordar, pero que me hicieron entender que fue una relación tóxica la que tuve. Finalmente esta se acabó definitivamente en noviembre del 2017. 

Más de medio años después, publiqué con el sello nuevamente, porque en ese entonces la editorial estaba conformada por varias chicas que aprecio y que me habían mencionado que esperaban el segundo libro. Quizá fue un sentimiento tonto, pero sentía que había dado mi palabra y algo de lealtad les debía. Entonces decidí separar la editorial, conformada por varias personas con las que no había tenido ningún problema, de una relación sentimental pasada. En el proceso de edición del libro intenté mantener una relación amigable con JP o por lo menos de cordialidad, pero siempre teníamos altibajos. Debido a mis experiencias familiares donde las parejas terminan odiándose, intento llevarme bien con mis ex parejas. Pero ahora pienso que no valía la pena. A estas alturas y con tanto dolor de por medio expresado en los testimonios, siento rabia conmigo misma por haber tratado de llevar una relación amigable, cordial con él. Ya no me interesa ningún vínculo, no quiero nada. Todo este tiempo había borrado de mi cabeza lo que pasó en ese viaje, no era un recuerdo que quisiera conservar, imagino que en su momento quise creer que solo ocurrió una vez. Pero no fue así. Estos días me ha perturbado saber que hay muchas personas a las que ha hecho daño. Que no era algo que pasó solo una vez conmigo. Creo que de todas las mujeres que han hablado, la que tuvo mejor suerte fui yo, porque pude empujarlo, porque él estaba muy mareado, porque felizmente el hecho nunca se concretó. Algo que JP repetía era que él es muy leal con la gente que quiere, pero si lo traicionan es muy vengativo. Si considera esto como una traición, no me importa. Tengo algunas conversaciones que sostienen lo relatado aquí, pero no subo ninguna imagen porque no quiero hacer del dolor de las personas ni del mío propio un espectáculo. Ya es suficiente con todo esto. No tengo nada más que decir; no pienso dar más explicaciones a los inquisidores de facebook que nada les satisface, solo quiero dejar de sentir náuseas y este nudo en el cuello que no me deja respirar. Es mi palabra. Quien quiere creer que crea”.

El último testimonio, por el momento, es de AD, ella cuenta que amaneció desnuda con Mejía en su cama luego de haber bebido, que este le aseguró que no habían tenido relaciones sexuales, pero un mes después estaba embarazada.

“El año pasado salía de una relación tóxica muy fuerte, la más fuerte y también la que más heridas, aún visibles, me dejó. En ese contexto salí con Juan Pablo. Justo después de recibir el descargo de mi agresor, JPM me invitó a salir, acepté para distraerme y para por lo menos un rato dejar de pensar en lo que me ocurría y cómo sentía que la vida me desmoronaba. Nos acompañó un amigo JD que también era amigo de mi ex. Una hora después estaba llorando por lo que pasaba, porque me sentía tonta y por no haber escuchado los consejos que ese amigo me dio. 

Esa misma noche, luego de que JD se fuese, bebí tanto que perdí el conocimiento. Al día siguiente desperté en casa de JPM sin ropa interior y en su cama. Le pregunté qué había pasado y me dijo que yo “me le subí encima y tratamos de tirar pero no se podía porque él también había tomado tanto que no pudo mantener una erección”. Me quedé un rato más en su cama, desconcertada. Al poco rato me llamó desde la cocina a decirme que el desayuno estaba listo. Debí haberme dado cuenta en ese mismo instante que lo que había pasado no era más que un vil aprovechamiento de mi situación. Pero seguí saliendo con él, me parecía una persona agradable y cariñosa. En noviembre viajaba al Hay Festival por trabajo, estaba muy feliz pues era algo que me encantaba. Pero durante el camino comencé a sentir náuseas, mareos y entonces noté que la regla no me venía desde septiembre. Una amiga que me acompañaba en el viaje me dijo que no me apresure, qué mejor cuando llegara a Lima me hiciera una prueba. Así fue, estaba embarazada.

Dada la vulnerabilidad de mi situación y los excesos que cometí en esos meses, supe que era lo mejor no tenerlo. Juan Pablo lo entendió y fue así que decidimos mutuamente que lo mejor sería abortar. Me compró el misoprostol y todo lo necesario para que pueda hacerlo de forma segura. Debía descansar, es por eso que me quedé en su casa un par de días más. Pero él paraba en su computadora todo el día y me dejaba sola en su cuarto. Me sentía tan sola que solo quería volver a casa, abrazar a mi perro y curarme de todo lo que ocurrió ese fin de semana. Me fui corriendo de su departamento, él se resintió conmigo por no haber entendido que tenía trabajo y justo ese día era el aniversario de la editorial. Era tanto mi miedo a que él me deje, que lo pasé por alto. Desde ese episodio creé una dependencia emocional que me ha perseguido hasta ahora. 

Tenía un trauma con respecto al aborto, entonces hacía todo para que él esté conmigo, pero me ignoraba o me hacía sentir menos. La persona con la que había estado hasta el momento en que aborté, se esfumó. Él era consciente de esa situación y no dudaba en sacar ventaja para hacerme pasar por malos ratos. Desde llamadas de madrugada para pedirme que fuese a su casa, hasta hacer cosas que yo no quería con tal de complacerlo.

Me hacía ir a su casa de madrugada y luego se desentendía y me dejaba abandonada en la calle. Me llevaba a reuniones con sus amigos como si fuese un accesorio, dónde tenía que aguantar que me tocase vulgarmente aunque yo le dijese que no, que me avergonzaba. Una vez me siguió al baño en la fiesta de uno de sus amigos de la universidad y una vez ahí me empezó a besar y me encerró. Le pedí que saliéramos, que sus amigos notarían que estábamos encerrados pero era peor. Me decía que no lo quería o que ya no iba a ser “su bebé” por no hacerlo en el baño. Le dije que mejor nos fuéramos y se enojó. Me dejó abandonada en una casa de gente que acababa de conocer y sabiendo que no tenía dinero para volver. Entré en pánico y sus amigos trataron de calmarme, le dijeron que era un patán por hacerme eso pero él solo decía que vaya a su casa para arreglar las cosas. No fui. Una chica muy linda que salía con uno de sus amigos me cuidó, me dijo que no me dejaría sola y que me cuidaría hasta el día siguiente. Así lo hizo. 

Estos son solo algunos de los tantos episodios parecidos que repitió. Cuando le reclamaba su actitud me pedía disculpas, hasta decía que lo ignore porque él era así y no iba a cambiar. Me decía que era una dramática por reclamarle su falta de atención, cariño y responsabilidad emocional. Puede que en varias oportunidades haya actuado impulsivamente, pero nunca lo hice con maldad ni ánimos de venganza. La desesperación, el no entender porqué un día era de una forma y al otro podía ser una mierda como hombre, me superaba hasta hacerme creer que estaba alucinando cosas, ahora sé que no estaba loca o por lo menos, esa “locura” era la que me mantenía alerta de no caer en lo más hondo.

He leído con pena los hasta ahora cuatro testimonios de mujeres que han sido violentadas por JPM, aunque sé que es difícil para mí el poder contar esto, siento que es lo mejor, debemos tenernos advertidas de tipos como él. Ahora sólo desearía poder abrazarlas y contener al menos una parte del dolor generado. Son valientes. Espero que sus amigas y amigos puedan ayudarlo, apañar su conducta solo generará más violencia y quizá, una desgracia de la que no habrá marcha atrás.

Me pido disculpas a mí misma, pero entiendo que era parte de un proceso. Desde que empecé a llevar terapia para superar la pérdida que tuve y las dos relaciones que me lastimaron he podido volver a hacer mi vida con normalidad, he vuelto a estudiar, pasar tiempo de calidad con mi familia y seguir con los planes que me propuse.

Lamento no haber tenido el valor de hablar antes, pero me resultaba asqueroso ver cómo muchas de las personas a quienes respetaba y quería salieron a defender a un agresor. Quienes se mantuvieron en silencio, los dieron like al descargo de Juan Pablo o quienes llamándose feministas se zurraron en la sororidad y no sólo fueron cómplices con su silencio, sino que intentaron justificar a este señor, los y las invito a no seguir palteando”.

Descargo

En su respuesta de descargo, luego de la primera denuncia, Juan Pablo Mejía señala que esta es falsa y se pone a disposición de las autoridades para que actúen de oficio.

“Ante lo difundido por la mañana del 1 de agosto del 2019 en la página Me Too Perú – #YoTambién, considero justo y pertinente hacer mis descargos y señalar públicamente que todo lo relatado en dicha publicación ES FALSO. No ocurrió ninguno de los hechos que ahí se mencionan. No es una práctica de la editorial, ni mía tampoco, citar a personas que no conozco y que estén interesadas en publicar, a beber alcohol; mucho menos el propiciar encuentros que pongan a una persona en situación de vulnerabilidad.

Entiendo que estos espacios surgen como respuesta al poco acceso a la justicia que han tenido las mujeres por años, y que hoy por hoy resultan sumamente necesarios para que las víctimas de cualquier tipo de agresión puedan realizar sus denuncias sin temor a represalias. Sin embargo, en esta oportunidad me veo en la necesidad de tener que desmentirlos ya que se carece de pruebas formales, dejándome así sin opción a defenderme objetivamente; lo que desestabiliza mi tranquilidad y también perjudica a las personas con las que trabajo, como las autoras y autores de la editorial, profesionales del diseño, colegas editores, socios y amigos en general que, como ya puedo comprobar por acciones que se han tomado contra la editorial, se verán directa o indirectamente afectadas. Para todas ellas y ellos las disculpas del caso y mi eterno agradecimiento por las inmensas muestras de aprecio que están teniendo conmigo ante tal desafortunada situación.

Finalmente, invoco a que las autoridades correspondientes tomen, de oficio, cartas en el asunto, como han hecho en otros casos, y contribuyan a esclarecer el tema. De mi parte encontrarán total colaboración, pues estoy convencido de que la justicia no debe aplicarse de manera exclusiva a través de las redes sociales”.