El pasado 29 de enero se llevó a cabo un taller de debate en ética médica organizado por el Comité de Educación Médica Continua en el Colegio Médico del Perú, el tema era “El aborto en el Perú”. Qué importante que la institución encargada de regular nuestra actividad médica haya decidido abordar un tema vital dentro de su jornada formativa y que además sea consignada en forma de debate.

Lamentablemente, la medicina aún sigue desconectada de la realidad nacional e internacional. Lamentablemente, aún seguimos con los ojos pegados a los libros y no hemos sido capaces de levantar la mirada y ver a nuestro alrededor, que necesita que, además de hacer procedimientos médicos y quirúrgicos de excelencia, podamos atender sus necesidades en materia de salud pública, sobre todo de la población más olvidada y desatendida históricamente, esa otra mitad invisibilizada y a veces inexistente. La salud de las mujeres no parece ser una prioridad dentro de ninguna política pública, a pesar de que se mueren pariendo, abortando o asesinadas por sus parejas, terminamos siendo solo cifras y mientras nos morimos, la medicina solo se preocupa de enseñar a los médicos cómo evitar los problemas legales que deberán enfrentar al tener contacto con la realidad que vivimos las mujeres.

El “taller de debate” nos presentó un caso para ser discutido y básicamente el análisis se basaba en tratar de identificar si se debía o no sancionar a un médico denunciado por el esposo de su paciente, a la que él le practicó un aborto, quien a su vez manifestó haber sido violada por un desconocido, el mismo que fue realizado en términos de aborto terapéutico bajo el antecedente de un diagnóstico previo de mioma uterino. Dentro del debate, que fue muy enriquecedor porque me permitió ver a las personas en vivo y en directo, y darme cuenta de que sí existen seres con una idea tan equivocada sobre la vida de nosotras las mujeres, personas jóvenes que cuestionan a la mujer violada y dudan de su palabra, que no tienen ninguna aspiración de convertirse en agentes de cambio, personas reales que se dejan llevar por sus prejuicios y los anteponen a lo científico, inclusive a lo legal, porque aunque el aborto en el Perú es ilegal, también es ilegal matar mujeres y verlas morir sin hacer nada.

Es preocupante saber que existen médicos que creen que un solo episodio de violación sexual no representará una alteración en la salud mental de las mujeres porque se necesitan episodios de violaciones sistemáticas para generar un trauma y que al nacimiento del hijo la madre desarrollará su instinto materno que curará todo efecto negativo. Es triste saber que la preocupación de los colegas se basa en cómo evitar las demandas y no en cómo salvar la vida de las mujeres. Es preocupante evidenciar la falta de cuestionamiento ante los fenómenos sociales y se den por sentados que así son y nada podemos cambiar.

El abordaje del tema se basaba en poder determinar cuáles eran las características para considerar cuándo una paciente cumple con las condiciones de merecer un aborto legal, que en nuestro país es el aborto terapéutico, considerado solo para casos en los que la vida de la mujer esté en riesgo o el producto sea inviable; pero se olvidan de aquellas veces en las que ministros de salud como Luis Solari y Pilar Mazzetti impidieron que los profesionales de salud cumplieran con ofrecer este derecho, con amenazas de sancionar a quienes lo practicaran. Gestiones como las de ellos han conseguido que la Guía Técnica Nacional para la estandarización del procedimiento de la atención integral de la gestante en la interrupción voluntaria del embarazo haya sido promulgada recién el año 2014, cuando el aborto terapéutico es legal en el Perú desde el año 1924. Tuvieron que esperar 90 años para implementar las herramientas que permitan el cumplimiento de la ley, la misma que ante el desconocimiento y la falta de empatía aún no se cumple en su totalidad.

El gremio médico también parece desconocer los casos emblemáticos de KL y LC, dos mujeres vulneradas por el sistema de salud a las que se les negó el derecho al aborto terapéutico y tuvieron que buscar justicia a través de organismos internacionales, los mismos que lograron sancionar al sistema de salud del Perú y calmar, aunque sea un poco, el dolor de esas mujeres dañadas por el propio sistema que, se supone, debía cuidar sus vidas. Hubiera sido valioso analizar estos casos buscando que no se repitan.

Es terriblemente peligroso como se interpreta que las leyes son así y punto, y digo peligroso porque no comprendo como las mentes “más brillantes” no se dan por enteradas que las leyes las construimos la ciudadanía y que estas deben evolucionar a la par de las transformaciones sociales, a su vez que deben respetar los derechos humanos. Y me detengo en este tema porque durante el debate se dieron reflexiones  importantes a favor de este derecho, el derecho al aborto, pero se daba por concluido sin mayor cuestionamiento bajo el argumento que en el Perú está prohibido y punto. Sin contar con aquellos que lo consideran un delito de igual magnitud que el asesinato, incluso un delito de mayor gravedad que el de la violación.

Los eventos académicos y formativos siempre serán importantes, y de hecho este ofreció muchas herramientas a los jóvenes colegas para que puedan enfrentar situaciones legales dentro de su ejercicio profesional. La conclusión final del evento fue que en el caso ficticio presentado, el colega debía ser sancionado porque el diagnóstico de mioma uterino no pone en riesgo la vida de la mujer y esta pudo haber llevado a término su embarazo de manera “saludable” y con “éxito”, es cierto, y además tanto las leyes como los códigos de ética son muy precisos en ese punto, pero de verdad me pregunto ¿ese es el tipo de profesionales de salud que se necesitan en un país con leyes que no respetan los derechos humanos? ¿Queremos profesionales que no se pregunten ni cuestionen si las leyes son justas o no?

No hago un llamado a desobedecer las leyes, vivimos en un Estado de derecho y es importante respetarlas, pero hay algo que el Colegio Médico olvida selectivamente y es el hecho de que, como institución, tiene la facultad de presentar proyectos de ley que deben ser acogidos por las y los congresistas para ser discutidos en el pleno, los mismos que luego pueden ser aprobados y convertidos en ley, estas iniciativas pueden ser trabajadas por el gremio desde las diversas especialidades. Es falso que estemos condenados a cumplir las leyes sin poder hacer nada, porque de la misma forma en como han presentado proyectos de ley en contra de la autonomía de las obstetras, pudieran trabajar uno que beneficie a las personas que son vulneradas en su derecho a la salud.

Aunque no esperaba que de pronto el CMP se uniera a la causa del “Aborto legal, seguro y gratuito”, pensé que podría ser abordado desde alguna perspectiva más profunda, incluso conservadora porque daba lugar a un debate que de pronto podría generar las voces disidentes, tan importantes de escuchar. Un abordaje desde la perspectiva de la salud pública, por ejemplo, hubiera sido importante; pero no, se basó a la presentación de un caso ficticio que tenía como objetivo votar a favor o en contra, con una mesa de conducción que intentaban censurar a quienes nos salimos del libreto para expresar nuestra opinión sobre la importancia de mirar el problema y ser las y los profesionales de salud que este país necesita. Realmente creo que se perdió una valiosa oportunidad de involucrar a colegas jóvenes en un problema social que de hecho enfrentan a diario, pero no se cuestionan más porque están preocupados por curar heridas sin preguntarse cómo se producen y tampoco se dan cuenta de que volverán con las mismas heridas una y otra vez más, y las seguiremos curando hasta que ya no les quede más sangre que derramar.

Es urgente que la medicina se conecte con la realidad y es fundamental que las mujeres que ejercemos la medicina dejemos de actuar como ellos, pues la lucha no está ganada solo porque pudimos ser médicas y hacer lo que ellos hacen, ser sus jefas, poder mandar e incluso ganar más, la lucha está en lograr que nosotras podamos ser las voces que hablen por las mujeres que no pueden, que seamos las manos que las curen y los cerebros que puedan crear las políticas públicas que les salven las vidas. La medicina requiere cambios y los necesita ya, el feminismo es incipiente dentro del gremio, somos pocas, pero ya estamos ahí y el feminismo una vez que está dentro no se va más.

Feminismo para no morir, feminismo para poder curar.