Aún nos siguen resonando las últimas declaraciones de la ministra de la Mujer, Nancy Tolentino, cuando se refirió al deceso de la joven Katherine Gómez (18), quien fuera quemada viva por su expareja, Sergio Tarache Parra, en la vía pública, en los alrededores de la Plaza Dos de Mayo, un lugar generalmente con mucho tránsito, es decir, Tarache eligió quemar a Katherine Gómez frente a todos los que pasaban por ahí en ese momento, transeúntes, vecinos y policías, y quien lograra escapar sin que nadie lo detuviera.

“Quisiéramos que las jóvenes elijan bien con quien estar porque también ellas tienen que ser conscientes que merecen vivir libre de violencia, y que no acepten ningún compromiso, ninguna relacion con una persona que no las respete que vulnera sus derechos que no las trate con la dinidad que ellas se merecen”.

El domingo 19 de marzo, Katherine Gómez fue rociada con gasolina por Sergio Tarache, quien luego le prende fuego, lo que le ocasionó quemaduras en el 60% de su cuerpo. Luego del espantoso acto que comete contra quien dice amar, pues Katherine había terminado con él, pero él se negaba a aceptarlo, se va corriendo. Los videos de seguridad muestran como nadie lo sigue.

Seis días después del abominable hecho, al enterarse de la muerte de Katherine, se expide su orden de captura y su ingreso a la lista de los más buscados.

Seis días después de que Katherine agonizara por las atroces quemaduras. Seis días esperó el sistema policial y legal para darle un poco de justicia a Katherine. Seis días que el feminicida aprovechó para darse a la fuga.

Ya muchas personas le dijeron a Nancy Tolentino, ministra en el gobierno asesino de Dina Boluarte, por qué lo que declaró no está bien. Incluso el mismo periodista que la escucha en vivo le dice que no puede culpar a la víctima, porque eso es ponerse del lado del victimario, la ministra retruca, pero uno es dueño de sus palabras y estas ya están dichas.

La ministra solo repite algo que piensan ella y miles de personas en el mundo, que son las víctimas las culpables de los que les pasa, por no escoger bien, por no pensar bien, por no vestirse bien, por no quedarse en sus casas, por no obedecer, por no callar, por no aguantar, por no perdonar. Por cualquier cosa, siempre habrá una buena justifcación para que les pase lo que les pasó. Y así Katherine se suma a la lista de todas las mujeres a la que el Estado peruano no pudo proteger, a todas las mujeres a las que las políticas públicas de escritorio no cuidó, a todas las mujeres que agonizan, ya sea en un hospital o en vida, esperando poder vivir sin miedo algún día.