El miércoles 26 de febrero a las 10:30 a.m. se realizará la última audiencia de Sabino Valentín, quién según un informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, violó y ordenó violar a niñas, adolescentes y jóvenes campesinas indígenas de los distritos de Manta y Vilca en Huancavelica.
La abogada María Ysabel Cedano, de la organización feminista Demus – Estudio para la Defensa de la Mujer, que patrocina el caso contra los 14 militares que abusaron de las mujeres denunciantes, nos actualiza sobre el caso:
“El 13 de marzo de 2020 se cumplirá un año del nuevo juicio de Manta y Vilca. A pesar de que la Sala Penal se comprometió a tener audiencia cada semana, solo se han llevado a cabo 24 audiencias efectivas y aún no se culmina con el interrogatorio a los acusados“.
“El 19 de febrero último, Ruti continuó con su testimonio inverosímil e inconsistente. Según él, fue el militar enfermero quechua hablante enviado a reconciliar y amado por la comunidad. Y que las únicas mujeres que entraron a la base militar eran servidoras sexuales”.
“En el informe de la CVR, conforme a los testimonios que recogieron y que han dado las denunciantes en el primer juicio, el suboficial del ejército Ruti que llegó a ser responsable de la base militar, violó, ordenó y permitió violar sistemáticamente a mujeres campesinas, indígenas, niñas, adolescentes y jóvenes:
Fui a la base acompañando a una amiga. Yo pensé que no iba a pasar nada, era de día, había gente afuera, era la feria. Nos amenazaron. Nos agarraron. Nos torturaron. A mi amiga le pegaban, le decían terruca y la violaron delante mío. Fue Ruti. Él mandó a otro soldado a violarme, pero no me hizo nada. Ruti se dio cuenta, me quitó la ropa y me violó.
M.A.E. era una adolescente cuando los militares abusaron de ella por primera vez. Buscaban a su hermano mayor, ella aseguró no saber dónde estaba. La amenazaron y se la llevaron a una base militar. Allí un suboficial apodado “Ruti” la obligó a ingerir un líquido blanco. No recuerda más, solo el dolor que sintió al despertar. Ocurrió en 1984. No sería la única vez que esta mujer fue violada en medio del conflicto armado; a causa de estas agresiones quedó embarazada y tuvo dos hijas.
Rechazamos una vez la cultura de la violación por la que violadores se pintan como hombres públicos de bien y las mujeres son las mentirosas, vengativas y “putas‘”.