Hoy, 28 de diciembre, el Perú por fin se librará de una presencia nefasta para la convivencia democrática y los derechos humanos de personas en situación de vulnerabilidad. Sí, Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, antes obispo de Ayacucho en los momentos más terribles que atravesó esa ciudad y en donde empezó a demostrar su falta de humanidad, cumplió 75 años de edad y debió presentar su renuncia ante el Papa.
La renuncia la presentó la noche de ayer al Vaticano y si esta es aceptada, el paso siguiente es nombrar a su sucesor, el arzobispo de Huancayo, Pedro Barreto, que esperamos no viole el Estado laico como continuamente hizo su antecesor, involucrándose en la política, queriendo imponer su agenda conservadora y antiderechos, y blindando a presidentes corruptos y autoritarios.
Pero recordemos las acciones de Cipriani para entender por qué celebramos que ya no sea nadie.
Ayacucho
Cuando fue obispo de Ayacucho, en tiempos en que la población se desangraba entre dos fuegos, colocó un letrero como el que retrata Carlín en esta caricatura:
Alberto Fujimori
Siempre fue aliado de Alberto Fujimori, incluso cuando las denuncias de violaciones contra los derechos humanos, tortura, secuestro y asesinato empezaban a cargar la mochila del dictador.
Como relata Juan Tamayo Acosta, en el artículo “Cipriani, el teólogo de Fujimori“, este “inició con el presidente una colaboración que cada vez se fue haciendo más estrecha. Durante el tiempo que estuvo al frente de la archidiócesis de Ayacucho, Fujimori le consultaba los nombramientos de funcionarios para los principales cargos políticos y militares de la región. La reacción que generaba monseñor en los ciudadanos era una mezcla de miedo y respeto, ya que su residencia estaba fuertemente custodiada por el Ejército y la Policía Nacional, y sus desplazamientos eran protegidos por efectivos armados.
En Perú es muy conocida la actitud de desdén mostrada por Cipriani hacia las organizaciones de derechos humanos, a las que se refiere despectiva y groseramente como ‘esa cojudez’. El 11 de marzo 1991 declaraba al diario El Comercio: ‘La mayoría de las instituciones de derechos humanos son tapaderas de rabo de movimientos políticos, casi siempre de tipo marxista y maoísta’. En varias ocasiones se ha mostrado partidario de la pena de muerte, como recogía el diario Expreso el 29 de julio de 1993: ‘No podemos permitir que por el miedo, el temor y la cobardía de unos cuantos el país no apruebe la pena de muerte. No podemos temblar de miedo. El mundo cambia día a día y no a favor de los cobardes. La posición de la Iglesia de Ayacucho respecto a ese tema es clara. Nos encontramos en una época de firmeza, claridad y hombría’. Un año más tarde, en abril 1994, llegó a justificar las muertes, desapariciones y abusos cometidos por las Fuerzas Armadas como parte del enfrentamiento de la guerra en un contexto violento como el que se vivía en Ayacucho.
Pero la página más oscura, o al menos más confusa, de la biografía político-religiosa de Cipriani es su mediación en el secuestro llevado a cabo por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru en la embajada de Japón, que duró 126 días y terminó en masacre: los 14 emerretistas, 2 militares y un civil muertos. Sobre la actuación mediadora de Cipriani siguen planteándose todavía hoy no pocas preguntas: ¿introdujo él los micrófonos y las minúsculas cámaras entre la Biblia y el crucifijo?, ¿Intervino solo como pastor o fue también agente de inteligencia?, ¿Actuó solo como mediador o también como espía?,¿No sería un instrumento-acaso inocente o ingenuo- de la estrategia mortífera de Fujimori? Al menos, queda la duda, y eso ya es grave“.
Cuando indultaron a Fujimori, lamentó continuamente el “chantaje” que se le hacía a PPK por haber tomado esta decisión: “En este momento hay una corriente negativa, (…) esta especie de chantaje de salir y protestar; es como un enfermo que lo van a operar y hay huelga afuera para que no lo operen”.
Homofobia
Cipriani siempre estuvo en contra de restituir derechos a la comunidad LGTBI, a quienes llamaba “mercadería averiada”.
“Llámale como quieras pero no vendas una mercadería averiada, no trafiques con esa dictadura de un relativismo moral en la que no hay un bien, sino opiniones y corrientes de pensamiento”, sostuvo cuando se debatía el matrimonio igualitario en la opinión pública peruana.
“Hay que desenmascarar esa campaña mundial de querer vender mercadería averiada, en un mundo donde todo se somete a un análisis exhaustivo, y se fija como verdad sólo aquello que se refiere a lo material”, dijo en una misa realizada con motivo del 36 aniversario de creación de la Universidad Ricardo Palma.
Violencia contra las mujeres
En uno de sus programas que tenía en RPP, llamado Diálogos de Fe, relativizó la violencia contra las mujeres culpando a las víctimas de las agresiones que viven:
“Las estadísticas nos dicen que hay abortos de niñas, pero no es porque hayan abusado de las niñas, sino porque, muchas veces, la mujer se pone, como en un escaparate, provocando”.
https://www.youtube.com/watch?v=F53ZjWJrZNg
Marchas por la Vida
La iglesia católica, bajo las órdenes de Cipriani, se convirtieron en los principales organizadores de estas marchas contra los derechos de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos con autonomía. Las Marchas por la Vida, financiadas por la iglesia, buscan que no se pueda despenalizar ningún aborto en el Perú, incluidos el terapéutico y por violación, lo cual origina que las mujeres se sometan a abortos clandestinos y de riesgo para no ser forzadas a ser madres obligatoriamente.
Hasta el momento, el proyecto de ley de despenalización del aborto por violación duerme el sueño de los justos en el Congreso,
Pedofilia en la iglesia
Cipriani es muy crítico con la “ideología de género”, que según él quieren imponer en los colegios, con el aborto, que según él es asesinato, y con la comunidad LGTBI, que según él, es mercadería averiada, pero no fue tan crítico con las violaciones sexuales cometidas por curas de la iglesia católica contra niños, violaciones recurrentes que podían durar toda la educación católica de estos en sus seminarios, como lo que sucedió en el Sodalicio, organización a la que Cipriani era muy cercano.
Así, luego de la acusación contra el obispo auxiliar de Ayacucho, Gabino Miranda, por violación sexual contra sus acólitos, Cipriani pidió no hacer “leña del árbol caído”, siendo sumamente comprensivo con el violador.
“No hagamos leña del árbol caído. No exageremos cuando queremos maltratar a nadie. (…) No me parece de buen gusto que un obispo retirado haya hecho una denuncia un poco exagerada o dura. El Papa nos habla de misericordia. Tolerancia cero sí, pero misericordia, justicia y derecho a la defensa”
…
Y debido a que ya se va, las feministas están organizando un tonazo el día de hoy desde las 6:30 pm a las afueras de Palacio de Justicia, el evento se llama “¿Y Cipriani? Se va a la mierda“, recordando una de las arengas más populares de las marchas contra la violencia hacia las mujeres haciendo referencia a que ni la iglesia ni el Estado deben meterse en las decisiones autónomas de las mujeres.