Incremento de incendios forestales en el Perú serían provocados por traficantes de tierras quienes intentan adueñarse de los bosques.

Quemar los pastizales es una práctica ancestral para ‘limpiar’ los terrenos agrícolas y existe el riesgo de que las cosas puedan salirse de control, pero no solo la mala suerte sería responsable de que varias hectáreas sean consumidas por el fuego; el tráfico de tierras sería uno de los principales factores para que los incendios destruyan los bosques.

Jorge Chávez, jefe del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), manifestó su preocupación por el incremento de los incendios forestales en los últimos meses, y coloca en un plano más cercano a los traficantes de terrenos. “Los incendios en las regiones del norte como Lambayeque y Cajamarca lo ocasionas, muchas veces, los traficantes de terrenos con la intención de apropiarse de los bosques. Ellos los provocan para limpiar una zona boscosa y luego traficar con ella”, dijo a Mongabay Latam.

Esto está que quema

En este setiembre han ocurrido sonados incendios forestales en nuestro país. Uno de ellos ocurrió la primera semana en Talamolle, Moquegua, cuyas llamas llegaron hasta la frontera con Arequipa; los esfuerzos por acabar con el fuego se extendieron hasta cuatro días y, por no contar con las herramientas necesarias para este tipo de incendios, el resultado: más de mil hectáreas de bosques quemados.

Tan solo la semana pasada se registraron dos grandes incendios; uno en Monterrey (región Áncash) del cual todavía no se tiene el número total de hectáreas afectadas. Según el Centro de Operaciones de Emergencia Regional, COER, en el 2018 ya van treinta incendios reportados en la región. El otro empezó el viernes 21 y recién ayer se pudo controlar; quinientas hectáreas de bosque hecho cenizas en el poblado de Conticancha, distrito de Pocsi, Arequipa. Fue tan intenso que se tuvo que contar con el apoyo de la Fuerza Aérea que arrojó más de 38 mil litros de agua (en 24 viajes) para controlar el fuego.

¿Quiénes ganan con los incendios forestales? (foto: Sernanp)

¿Y el plan?

Ya en este año los incendios forestales consumieron y dejaron su huella negriploma en varios bosques; en Cusco, Amazonas, Cajamarca, Moquegua, Pasco, Junín, Tumbes, Lambayeque, entre otros. Según los cálculos del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), desde agosto se han perdido 3455 hectáreas de bosques, sin contar las zonas en donde el acceso es limitado por la ya conocida y difícil geografía peruana.

María Manta, de la Red Latinoamericana de Detección de Incendios Forestales, mencionó que este tipo de incendios han aumentado en número y frecuencia. “Cada año tenemos con este problema. Antes la época de incendios era entre junio y octubre, ahora es de mayo a enero. En realidad, se presentan casi todo el año”, resaltó.

El Serfor indicó que el 76% de las áreas afectadas están en las zonas altoandinas cubiertas por pastizales naturales y matorrales con mucho arbusto. Asimismo, se han consumido hectáreas de plantaciones forestales, bosques naturales y bosques secos, que son muy vulnerables al fuego.

Lo más preocupante es que, ante todo este problema, no se ha aprobado el Plan de Prevención y Reducción de Riesgo de Incendios Forestales. Ernesto Ráez, de la Junta Directiva de Pronaturaleza, manifiesta su preocupación al no contar con este instrumento. “Hace dos años (2016) tuvimos muchos incendios forestales. En ese momento, el ministro de agricultura de turno, Juan Manuel Benites Ramos, prometió que se elaboraría rápidamente este plan. Han pasado dos años y no está listo”, señaló.

El Serfor asegura que para el 2019 ya se contará con ese plan, que ya está en proceso de aprobación, que tendrá una vigencia de cuatro años y que implementarlo está relacionado con diferentes instituciones públicas en los tres niveles del gobierno.

Para que haya amplitud de medidas que conserven los bosques del Perú, se debería tener en cuenta lo mencionado por el jefe del Indeci —en el tercer párrafo—, pues la sabiduría de la naturaleza a veces no puede competir con la codicia de aquel agente que le hace más daño: la especie humana.

(Foto cabecera: Andina)