Para tomar una decisión hay que prever todos los escenarios posibles. Sabiendo que en nuestro país el machismo ha cobrado innumerables víctimas, exponer a las mujeres a vivir prisioneras de sus victimarios sin tomar medidas reales, es condenarlas a la violencia psicológica, sexual, física y económica.

En una semana, el patriarcado ha asesinado a una mujer, casi el 15% de lo que el coronavirus, y ha maltratado a más de 200, que representan la mitad de los contagiados. ¿Una línea telefónica podría combatir esta insufrible realidad? Por supuesto que no.

Como este, hay muchos otros escenarios que se irán vislumbrando como consecuencia del Estado de Emergencia y si se amplía, estos se intensificarán y las consecuencias sociales, culturales, económicas y políticas serán insostenibles, pues en un país violento como el nuestro, los policías y militares abusarán de las ciudadanas y los ciudadanos; en un país con más de 6 millones de personas con enfermedades mentales, el encierro agudizará sus trastornos; en un país con una economía informal y precaria, un día sin trabajo es un día sin comer, y llevará a la quiebra a las empresas y los pequeños negocios que deben permanecer cerrados; entre otros muchos casos como la violación, maltrato, estrés y traumas de niñas y niños, la explotación laboral de quienes trabajan desde casa, la precarización de diversos sectores como el creativo, el artístico y el cultural, etcétera.

Todo esto se debió evitar desde el inicio mediante programas y presupuestos para paliar las consecuencias del «aislamiento social», pero no fue así. Esperemos que el gobierno tome en serio el sufrimiento causado por sus decisiones y prevea estas brutales realidades.