Dina Boluarte pecó de soberbia y ese será su final, no por haber sido la autora mediata de casi 50 muertes, entre ellos varios menores de edad, para quedarse en el poder, protegida por el Congreso, las Fuerzas Armadas y Keiko Fujimori, sino por no tener el suficiente criterio para ocultar unas joyas que ni 50 años en el Reniec podrían hacer posible que compre alguna vez en su vida.

Son tres relojes Rolex y una pulsera de oro incrustada con diamantes hasta ahora las muestras de ostentación y riqueza que está efectuando cuando cumple sus actividades protocolares, incluidas inauguraciones de obras rodeada de peruanas y peruanos empobrecidos.

A esto se suma no haberle dado ni una sola explicación verídica a la ciudadanía, las patéticas defensas de sus ministros, y entorpecer la investigación de la Fiscalía al no ir a dar su testimonio sobre la adquisición de estos bienes de lujo, además de negarse a entregarlos junto con sus órdenes de compra.

Se extraña escuchar a los voceros de los partidos políticos en el Congreso desgañitarse como lo hacían con Pedro Castillo, a quien acusaban de corrupción incluso por usar el baño de Palacio de Gobierno. Si se hubiera tratado de él, hubieran ido hasta la OEA a interponer su queja y salido a marchar unas veinte veces, pero nada, no les importa combatir la corrupción, solo que sus cómplices gobiernen.

Se extraña también cómo la Fiscalía actuaba rápidamente ante cualquier aviso de corrupción del gobierno, pero con Boluarte dejan que tranquilamente les cierre la puerta y les diga que vuelvan otro día, que está ocupada. Mientras más pasan los días, las pruebas del presunto enriquecimiento ilícito pueden desaparecer. ¿Qué están esperando? ¿Por qué le dan tanto tiempo y espacio a una posible funcionaria que ha cometido un delito junto a varios más?

Hasta el momento son tres las citaciones a la Fiscalía a la que la presidenta no ha querido asistir, con el pretexto de tener una recargada agenda, cuando su presencia no es indispensable en ninguna de ellas.

Esta es tal vez la presidenta que más excusas ha dado para soslayar sus responsabilidades, una de ellas es que se le ataca por ser mujer, porque el Perú es machista o porque media población es terrorista. Ya son dos semanas sin una respuesta clara de cómo esos relojes, pulseras y anillos están en su poder.