Diversos personajes de la política y la cultura despidieron al líder campesino Hugo Blanco por su partida este 25 de junio. Hugo Blanco fue uno de los líderes de las tomas de tierra en Cusco en la década de los 70, gesto revolucionario contra la explotación gamonal que trataba a las y los campesinos peor que animales, que los marcaba a fuego y los explotaba hasta morir, haciendo y deshaciendo sobre sus vidas con el apoyo de la policía y el Estado.

Frente a esta situación es que cientos de campesinos se rebelaron y Hugo Blanco participó luego de que la Federación de Campesinos lo nombrara organizador de los Comités de Autodefensa en La Convención. Fue preso y deportado del Perú tres veces, en 1978 fue parte de la Asamblea Constituyente, en 1980 fue diputado y en 1990, senador.

Una gran trayectoria política, coherente, orgánica y siempre colectiva, pasó sus últimos años en Suiza, siempre viniendo una y otra vez al Perú para visitar y dar charlas y conferencias. Aquí les dejamos algunos recuerdos de quienes se siente impactados por la vida de Hugo Blanco.

Juan Acevedo

EN MEMORIA DE HUGO BLANCO

Ha muerto Hugo Blanco. Recuerdo que en 1985 me ayudó de manera desinteresada (digo, sin pago alguno) traduciendo al quechua algunos textos en mi historieta “Túpac Amaru”. Fue generosidad pura, no nos conocíamos personalmente. Años atrás, en 1980, yo le había dado duro en una caricatura en la revista “Marka”, culpándolo (a él y a Rolando Breña) de haber quebrado la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI), uno de los intentos de unificación de la izquierda previos a IU. Lo hice por puro sentimiento y sin más información que la que me dieron mis amigos de VR y el PCR, a los que era más cercano que al PRT, el partido de Blanco, y a PR, de Breña.

Recuerdo una anécdota: En mi historieta, un niño indígena se despedía llorando de su padre, al que llevaban a la fuerza para trabajar en la mita de Potosí (en donde la casi totalidad de mineros indígenas moría): “¡Taytay! / ¡Taitachay! / ¡Taitachallay! / ¡Taytakachayay!”. Cada una de estas palabras incorporaba un sufijo más, variando su significado: “¡Papá! / ¡Papacito! / ¡Papacito mío! / ¡Papacito mío solo de mí!”. En Bolivia, en 1995, la historieta ganó una convocatoria de la Secretaría Nacional de Educación (gobernaba Gonzalo Sánchez de Lozada) y le plantearon a Tarea, la editorial peruana que había ganado, que cambiara esa variedad de términos por uno solo: “taytay”, o sea “papá”, y listo. Al ser consultado, llamé a Hugo, quien me dijo que esa era la riqueza del quechua cusqueño y que, si lo reducían a una palabra, el texto se empobrecería vanamente. No acepté el pedido, sustentando mi posición con el argumento de mi traductor, y los bolivianos ya no objetaron. Gracias, Hugo Blanco Galdós, descansa en paz.

Indira Huilca

Hasta siempre compañero Hugo Blanco! Uno de los más emblemáticos luchadores contra el gamonalismo en el Perú. La historia reciente de nuestro país no se explicaría sin este hombre que fue parte de un gran movimiento democratizador que convirtió a campesinos, indígenas y trabajadores en ciudadanos plenos.

Verónika Mendoza

Hasta siempre compañero Hugo Blanco! Uno de los más emblemáticos luchadores contra el gamonalismo en el Perú. La historia reciente de nuestro país no se explicaría sin este hombre que fue parte de un gran movimiento democratizador que convirtió a campesinos, indígenas y trabajadores en ciudadanos plenos.

Nelson Manrique

La muerte de Hugo Blanco Galdos constituye para nosotros los peruanos la pérdida de un gran dirigente popular. Blanco hizo cátedra de la coherencia entre las palabras y los hechos. En estas épocas de descomposición moral de los “representantes” que han copado el estado, su ejemplo seguirá iluminando la búsqueda de un Perú que sea patria de todos los peruanos; la demostración práctica de que la política no es ese ejercicio bastardo que hoy copa los noticieros con los escándalos de corrupción que terminan encalleciéndo la conciencia de los peruanos. Hugo Blanco entra por la puerta grande a la historia nacional.

En la foto con la activista juvenil, contra la destrucción del mundo por la contaminación y el calentamiento global, Greta Thunberg.

Irma del Águila

Murió Hugo Blanco. Para mí generacion fue el líder del FOCEP elegido en la Constituyente de 1978. Su sola presencia en el hemiciclo, de encendida prédica troskista en defensa del campesinado, vistiendo pantalón de bayeta (o jeans) y ojotas incomodó a los representantes de cuello y corbata. Los de nuestra República de señores letrados que todavía discutían si era “conveniente” otorgar al voto a los analfabetos.

Rocío Silva Santisteban

Una gran pena la muerte del compañero Hugo Blanco, Hugucha, quien nos deja un gran legado: ser un hombre de una consecuencia política en vida, pensamiento y acción. Hugo Blanco siempre sintió a la naturaleza como ser vivo y entendió que el territorio no es solo “una propiedad” para el indígena sino parte misma de su ser. Por eso, por su insistente lucha por la tierra, Hugo Blanco es uno de los pocos dirigentes de izquierda de los setenta que hoy ha podido dar un giro significativo hacia otra lucha reivindicativa: por el medio ambiente y los territorios. Blanco lo resume de manera implacable: “Antes luchaba por el socialismo, hoy se trata de la lucha por la supervivencia de la especie”. Hizo del ecosocialismo su bandera (en esta foto con la compañera Mirtha Vásquez y el compa Marle Livaque cargando la bandera de Celendín).

Mirtha Vásquez

No son los muertos los que en dulce calma

la paz disfrutan de la tumba fría;

muertos son los que tienen muerta el alma

y viven todavía.

No son los muertos, no, los que reciben

rayos de luz en sus despojos yertos;

los que mueren con honra son los vivos,

los que viven sin honra son los muertos.

La vida no es la que vivimos,

la vida es el honor, es el recuerdo,

por eso hay muertos que en el mundo viven

y hombres que viven en el mundo, muertos.

Sirva hoy este poema de Ricardo Palma, para rendirle homenaje a nuestro querido y legendario Hugo Blanco Galdos que acaba de partir, y cuya vida trascenderá la historia de muestra sufrida patria. Gracias querido Hugo por acompañarme en momentos duros y por inspirarme a luchar con valentía. Tú no mueres, vivirás siempre!

Vero Ferrari

El 2013 estábamos dando una dura batalla por despenalizar el aborto por violación, decenas de organizaciones, colectivos y activistas recolectábamos firmas para la campaña Déjala Decidir. Estábamos en un contexto complejo, como casi siempre en el Perú, por un lado, la lucha por las lagunas de Cajamarca frente al proyecto minero Conga; por otro, por la autonomía de los cuerpos de las mujeres; y por otro, también estaba pendiente el de la Unión Civil, que fue archivado dos años después. Algunos líderes de izquierda no aceptaban que estas luchas podían articularse y se negaban a firmar los planillones, había uno que quería ser presidente que cuando le pasé el planillón lo miró con desprecio y se lo pasó a otro, un líder de la lucha contra Conga, que hizo lo mismo. Decepcionada de estos “referentes”, fui a la marcha por el agua, a marchar y a seguir recolectando firmas. Ahí me encontré con Hugo Blanco, sabía de su historia, de sus luchas colectivas, de su proyecto revolucionario, pero nada más. Con escepticismo me acerqué a pedirle su firma, me escuchó y no dudó ni un segundo para decirme: “Claro que sí”. Firmó y mis esperanzas de que la izquierda no estaba muerta revivieron. En las fotos pueden ver la cronología de los hechos. Luego lo vi en la primera Marcha de las p*tas que se hizo en Lima, casi corriendo para no quedarse atrás rodeado de cientos de jóvenes mujeres, en un conversatorio sobre “Feminismo y política” en donde participé junto a su nieta, y mágicamente en un parque, mientras hacíamos un video de presentación de una nueva organización política en la que pusimos tantos sueños. Me parecía un poco extravagante hasta que años después el PDTG me dio la oportunidad de revisar su libro “Nosotros los indios” para una nueva edición. Ahí entendí por qué participaba en los eventos feministas, sus años en la cárcel le permitieron leer, conocer y reflexionar sobre diversas luchas (oportunidades que tienen otros en libertad pero ni así entienden), él sabía que nos necesitábamos todos frente a un monstruo grande que nos engulle y a veces no nos deja ni los huesos. Las luchas por el territorio, por el agua, por el ambiente no podían estar desconectadas de las luchas por la autonomía, por la libertad, por el reconocimiento, al fin y al cabo son todas luchas por la vida digna, esa que se nos niega a tantos tantas veces. Fue una persona de una generosidad extraordinaria, entregado total y plenamente a sus convicciones, un hombre que completa cada una de las letras con las que lo recordamos: R-E-V-O-L-U-C-I-O-N-A-R-I-O. Y estos hombres nunca mueren.