Lxs cristianxs tenemos un llamado a contar la buena noticia de Jesús que es aceptación, respeto, cariño, perdón, justicia y libertad para todxs, pero especialmente a las personas que están en los márgenes de la sociedad, a las personas víctimas de cualquier tipo de violencia o discriminación, a las personas de la diversidad sexo-genérica, porque sabemos que esa es la voluntad de nuestra Divinidad amorosa. Esta vocación nos obliga a estar atentxs al mundo en el que vivimos para no ser víctimas del engañoso “desarrollo capitalista”, para no ser víctimas del egoísmo y del consumismo. En este post queremos mirar algunas hechos históricos que no debemos olvidar para que la historia no vuelva a repetirse.

Setiembre es un mes especial por varias razones. El 4 de setiembre de 1970 fue elegido por primera vez en Abya Yala un presidente socialista, Salvador Allende y el 11 de setiembre de 1973 un sangriento golpe militar con apoyo de USA (según sus propios documentos desclasificados) lo derrocó e instaló una cruel dictadura militar que duró 17 años y que atentó contra los derechos humanos de más de 40,000 personas con detenciones injustas, desapariciones, torturas, violaciones sexuales y asesinatos. Fue una época terrible para todo el continente y las heridas ocasionadas por tanta violencia aun no sanan y lxs familiares de las victimas siguen reclamando justicia. Sin embargo, 50 años, después el espíritu de Allende está presente en la Convención Constitucional que redactará un nuevo Contrato Social, después de luchas sociales muy intensas.

También el 11 de setiembre del 2001 el grupo terrorista islámico Al Queda perpetró en Estados Unidos cuatro atentados que ocasionaron casi 3000 muertxs y la destrucción de la Torres Gemelas de Nueva York, uno de los símbolos de esa ciudad, en lo que constituyó el atentado terrorista más mortífero de la historia moderna y que causó una conmoción mundial y una crisis de seguridad. Hoy, la ciencia forense sigue tratando de identificar los restos de las personas desaparecidas y muchas familias siguen buscando a sus desaparecidxs.

En nuestro país, el 12 de setiembre de 1992 fue capturado el cabecilla del grupo terrorista maoísta Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, quien fue responsable de iniciar una lucha armada que trajo más de 69.000 personas asesinadas o víctimas de desaparición forzada, además de miles de víctimas de tortura, arrestos ilegales, violencia sexual, reclutamiento forzado y desplazamientos masivos, ya que la dinámica de terror originó también violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas del orden, como se recoge en el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (2013). Finalmente este 11 de setiembre, hace dos días, este criminal murió a los 86 años en un hospital.

Como bien reflexionan lxs historiadorxs, hablar sobre las causas de la violencia es indispensable para poder enfrentarla. Nuestras sociedades son profundamente desiguales y hacen que millones de personas vivan miserablemente, sin esperanza de ser libres y felices. Las personas privilegiadas nos hacen creer que somos pobres por nuestra culpa y esto genera frustración e incuba la violencia. La heterosexualidad obligatoria tortura vidas con sus mandatos absurdos. La herencia colonial se expresa cotidianamente en racismo y clasismo e impide que podamos formar una verdadera nación. La explotación de la fuerza del trabajo y la apropiación a ínfimos precios de los frutos de la tierra es violencia ejercida estructuralmente y consagrada constitucionalmente en nuestro país.

Nuestra fe nos lleva a la solidaridad y a rechazar el egoísmo y la competencia despiadada que son el motor del capitalismo neoliberal. Creemos que modelos comunitarios de producción y desarrollo que sean sustentables para nuestra Pachamama pueden mejorar nuestra calidad de vida y cesar con la explotar a lxs campesinos y trabajadores. Y creemos que todas las personas deben gozar de todos los derechos civiles, independientemente de su etnia, de su identidad de género de su orientación sexual o de cualquier otra consideración.

Como cristianas feministas, reivindicamos el derecho de toda mujer y persona con capacidad de gestar de decidir con absoluta libertad sobre sus cuerpos tanto respecto al placer como a la posibilidad de maternar y repudiamos las falsas morales, las religiones denigrantes y los estereotipos de género. Nuestra Divinidad es diversa, plural y siempre en movimiento, y nosotras también somos así, porque a su imagen y semejanza hemos sido creadas. Unidas vamos avanzando y aprendiendo y daremos testimonio que la utopía o “el reino de Dios” ya está en este mundo a través de nuestra acción y de nuestra fe en Jesús y también está llegando en esa sociedad nueva que estamos construyendo.