Escriben: Eliana Pérez Barrenechea y Jorge Nureña Plasencia*

Ni con la independencia del Perú, ni con el centenario de nuestra República desapareció la colonialidad. La subordinación de nuestras historias, de nuestras identidades y cosmologías diversas se ha mantenido en nuestro país hasta nuestros tiempos y permanece a través de lo que Aníbal Quijano llamó colonialidad del poder.

La solariega ciudad colonial existe solo en el imaginario de un sector de la población que hereda orgulloso los apellidos de una élite oligarca y que no tiene representación en el Trujillo de hoy; sin embargo, mantiene relaciones de poder y un capital simbólico que busca imponerse a través de instituciones, normas y un discurso social de la diferencia y la exclusión.

Una muestra de la colonialidad es el homenaje realizado por la Comisión Bicentenario de La Libertad al elitista Club Central de Trujillo y en el “reconocimiento a destacadas familias y personalidades trujillanas”, todas pertenecientes al mismo círculo social.

Esta comisión nos arrebata más de medio siglo de historia, tiempo en el que la sociedad peruana, liberteña y trujillana ha sufrido profundos cambios. A partir de 1969 la discriminación y el gamonalismo dejaron de ser políticas de Estado, las y los peruanos empezamos a ser iguales ante la ley y por primera vez un gobierno nos dijo «el patrón ya no comerá más de tu pobreza».

Desde ese entonces se acabaron las formas de servidumbre a la que era sometido el campesinado en las haciendas, trayendo consigo la disolución de sociedad jerarquizada, tradicional y desigual. Desde ese entonces, las instituciones reemplazaron a los hacendados y a estas familias oligarcas. Desde ese entonces, familias peruanas conquistaron los desiertos que han traído consigo la formación de un nuevo Perú. Desde ese entonces podemos mirarnos y saludarnos sin hincarnos ante otros. Desde ese entonces empezamos a construir ciudadanía.

¿Qué Bicentenario esperamos?

Hoy, en la conmemoración de los 200 años de la independencia de Trujillo, primera Intendencia en dar el grito de libertad frente al poder colonial, es importante que se corrija el enfoque que las comisiones Bicentenario de la región y de la provincia tienen de esta conmemoración. El Bicentenario de Trujillo, de La Libertad y del Perú no debe entenderse como una efeméride, sino como la transición de un ciclo histórico hacia uno nuevo, en el que todos y todas seamos parte del relato.

El Bicentenario de la República, conmemorado en la provincia de Trujillo, debe ser la oportunidad de un amplio pacto social que nos permita mirar de frente y sin maquillajes las brechas que estos 200 años de un proyecto republicano fallido han venido profundizando.

Necesitamos un Bicentenario que mire hacia el futuro, sin nostalgias clasistas, que articule con todas las provincias y distritos reconociendo los actores sociales, identidades y discursos que hasta el momento se han mantenido en los márgenes. Un Bicentenario que deje atrás un orden social y simbólico anacrónico, que pueda construir un horizonte sin castas, ni privilegiados, teniendo muy presentes las últimas palabras de Salvador Allende, «la historia es nuestra y la hacen los pueblos».

Pueblos como el de Chao y Virú, que están en rebeldía contra los abusos de las empresas agroindustriales favorecidas por el Estado con exoneraciones tributarias y subsidios para el pago del seguro de sus trabajadores, y que luchan por una ley justa que les otorgue derechos laborales que la anterior les robó por 20 años, son ejemplo de las deudas que este proyecto histórico llamado Perú aún tiene pendiente. La resistencia de este pueblo que llevó a la derogatoria de una ley explotadora nos trae a la mente las palabras del historiador catalán Josep Fontana: «Si para alguna cosa sirve la Historia es para hacernos conscientes de que ningún avance social se consigue sin lucha».

Somos el Pueblo Bicentenario

Hoy en día somos casi dos millones de habitantes en La Libertad y cerca de un millón en la provincia de Trujillo. La solariega ciudad Trujillo ha sido rehabitada. Ahora le dan vida miles de obreros que luchan frente al desempleo, miles de estudiantes de educación superior que llegan cada año en busca de oportunidades, miles de jóvenes y adultos atraídos por el mercado de trabajo, miles de mujeres trabajadoras sacando adelante a sus familias a pesar de las condiciones adversas (precariedad laboral, pandemia), miles de hijos y nietas de migrantes que han construido nuevos distritos como La Esperanza, El Porvenir, Florencia de Mora y otros con su propio esfuerzo.

Somos una provincia que no deja de crecer y hacerse más diversa, solo la población de Alto Trujillo, el centro poblado más grande de la región, cuenta con casi 70 mil habitantes, crece a un ritmo de 7% al año. Somos ese Pueblo que recibe el Bicentenario de la Independencia, pero no como un punto de llegada, sino como punto de partida hacia el futuro, dejando atrás las taras que la colonialidad han mantenido: racismo, clasismo y machismo.

Somos ese Pueblo que tendrá que superar una serie de problemáticas que aún lo aquejan: i) la creciente inseguridad ciudadana, con nuevos delitos como la extorsión y el tráfico de terrenos; ii) la contaminación por la minería ilegal que avanza por la sierra liberteña y también por la formal que no es fiscalizada; iii) la defensa de nuestro medioambiente y del agua (por ejemplo, nuestro río Moche que agoniza); iv) la precariedad laboral; v) regímenes especiales y la informalidad (que representa casi 70 %), vi) el insuficiente apoyo al pequeño agricultor, vii) la violencia de género y discriminación de las diversidades sexuales; viii) el abandono de la salud pública y la indolencia del sistema privado; ix) la desigualdad y el crecimiento económico concentrado en muy pocas manos; x) la corrupción que mella nuestro país; y muchos más.

Y no es esta Comisión del Bicentenario la que nos muestre el camino para superarlo, encontrando nuestro horizonte, será el Pueblo Bicentenario puesto de pie, dispuesto a tener un lugar protagónico en el nuevo Perú que estamos construyendo.

*Investigadores de NOR.

Foto de portada: Marcelo Chomba.