Finalmente, después de muchas idas y venidas se ha presentado la moción de vacancia presidencial. Ahora corren los tiempos parlamentarios y las negociaciones de un lado y del otro para alcanzar o no los 87 votos. Pero mientras eso ocurre en la arena parlamentaria hay una constatación que salta a la vista: este Gobierno ya está vacado.
Existen tres razones claras y reales detrás de esta afirmación. Según Datum el 63% de los peruanos prefiere que PPK deje el cargo y, peor aún, el 51% cree que no terminará su mandato. La impopularidad de PPK no sería un problema en sí mismo, recordemos las aprobaciones paupérrimas de los últimos presidentes; el problema real es que la gente percibe a PPK como corrupto, algo en lo cual, ciertamente aciertan.
Segundo, la parálisis del Gobierno resulta exasperante y contagia, sin duda, a los demás estamentos de la sociedad. La imagen debilitada que proyecta se acentúa con su tímida agenda reformista y con un gabinete que cuenta con un pequeño o casi nulo margen de acción. La incertidumbre generada ha trascendido también en una parálisis económica. Gracias a la mala gestión de PPK, la inversión pública y la privada se mantienen estancadas. Y como si esto fuera poco, el año pasado 300 mil jóvenes han pasado al subempleo. El ruido político es tal que incluso semanas atrás empresarios ya se animaban a pedir la renuncia de PPK.
La tercera razón, y probablemente la más preocupante para PPK, es su latente falta de estrategia política. Se salvó de la primera vacancia abrazándose al indulto y a Kenji. A partir de entonces parece ser que solo espera que otra eventual vacancia no consiga los 87 votos. Por ahora, el goteo en el bloque ‘kenjista’ puede que finalmente salve a PPK de esta nueva vacancia presidencial. Pero lo que un puñado de Avengers no puede ocultar es que el Gobierno se ahoga por todos lados.
Lo positivo de ver languidecer a PPK es que la izquierda tiene una oportunidad para señalar claramente el agotamiento del modelo político y económico actual. Varios mitos han caído. La “tecnocracia eficiente” de la derecha limeña ha quedado al descubierto. Por otro lado, los fiscales están logrando cerrar cada vez más los espacios del fujimorismo antes intocable. Esta muerte lenta y dolorosa del Gobierno de PPK es también, o debería ser, la muerta del sistema político y economía actual.