Ayer se reunieron diversos líderes evangélicos de las ramas más conservadoras (léase homofóbicas), junto a quienes consideran sus aliados del Congreso, es decir, los congresistas fujimoristas, exfujimoristas o fujilovers, y encabezando esta lista se encontraba nada más y nada menos que el presidente del Congreso, Pedro Olaechea.
Olaechea, sin entender su papel aún en la política ahora como presidente del Congreso, un cargo de relevancia que evidentemente no merece, pues no sabe separar sus creencias de su labor como parlamentario, estuvo presente en el evento organizado por la organización Con mis hijos no te metas.
La actividad, descrita por el colectivo fundamentalista como “Convocatoria de diálogo entre defensores de la vida humana y la familia peruana con sus representantes del Congreso de la República” contó también con la participación de la presidenta de la Comisión de Educación, Tamar Arimborgo, quien sostiene que el enfoque de género da cáncer y sida, y que la principal función del sexo es la reproductiva; con la congresista Rosa Bartra, orgullosa defensora del colectivo “La Resistencia”, encargado de hostigar y acosar a defensores de derechos humanos y periodistas y políticos anticorrupción; con la congresista Milagros Salazar, que encabeza una comisión “investigadora” que busca perseguir a quienes elaboraron los textos escolares para secundaria, y quien llamó malparido al presidente de la República; y con Julio Rosas, que cada vez que puede saca su Biblia para legislar en el Congreso.
Como señala el historiador Juan Fonseca, especialista en estos temas: “Olaechea coordinando políticas con Con mis hijos no te metas. La alianza entre corrupción y fundamentalismo sigue exhibiendo con impudicia su poder. Es la misma que se prepara para vacar al presidente. Si no hay movilización popular contra el complot fujifundamentalista apoyado por el gran empresariado, vamos a terminar con Aráoz o incluso Olaechea en Palacio de Gobierno. Sería nefasto llegar al Bicentenario bajo el yugo de la corrupción, la ignorancia y el fanatismo”.
Y no le falta razón, ayer se reunieron la corrupción, la ignorancia y el fanatismo y cenaron juntos.