“Había una vez… en Hollywood”, la nueva película de Quentin Tarantino, me ha dejado sentimientos encontrados, por un lado, puede ser un divertimento sin mayor trasfondo, que cuenta la historia de dos fracasados (interpretados por Leonardo di Caprio y Brad Pitt), a los que Tarantino convierte en héroes de sus películas y a quienes, en general, ama, como ya hemos visto en anteriores trabajos. Y por otro lado, se puede ver como una especie de “La la land”, pero sin música y baile.

Es decir, una obra que sueña con el pasado y que busca restituirlo, porque antes el mundo era más o menos mejor de lo que es ahora, antes los hombres eran héroes sin mayores cuestionamientos, a pesar de ser feminicidas, y las mujeres eran muñecas siempre débiles buscando protección masculina, y que de vez en cuando dicen alguna frase ingeniosa con la cual soñar algún tipo de protofeminismo, en la película representado más por la niña actriz (Julia Butters), que por las dos protagonistas mayores (Margot Robbie y Margaret Qualley, totalmente desaprovechadas) que se mueven al ritmo de las fantasías masculinas, ahora sí sin límites, del director. Un mundo en donde todo era bonito… para los machos.

Y siento, no sé si es una percepción mía, que los papeles de mujeres tontas ya no nos hacen ninguna gracia a nosotras, a diferencia de la creación constante del antihéroe banal, fracasado y llorón que muestran las películas actuales, que son las nuevas masculinidades a las que nos toca el turno de amar.

Los hombres que reflejan las pantallas ya no son solo violentos o poderosos sin más, ahora son “sensibles”, es decir, papanatas, distraídos, superficiales, ridículos, pero “atractivos”. Si antes nos fijábamos en su fuerte masculinidad y su pelo en pecho, ahora nos vemos impelidas a fijarnos en su nueva “ternura”, una que implica no acordarse de nada, pasar de todo y actuar como un niño. Ya no tenemos machos malotes, ahora tenemos chicos engreídos, pero con las mismas taras: incapaces de afrontar la pérdida, irresponsables emocionales, iniciadores de violencias irracionales con impunidad, puede ser Charles Manson como puede ser Brad Pitt, pero todos tienen su lado “humano”, su niño interior.

Mientras las mujeres son mostradas cada vez más empoderadas, feministas, fuertes, emprendedoras e independientes, dejando la absoluta cosificación o el uso secundario sin profundidad alguna, la mirada masculina ha dado una vuelta de tuerca para mostrarnos cómo se sienten los hombres frente a esta nueva realidad. Y al parecer no les está yendo muy bien, así la historia esté ambientada en los 70 como en el 3050, si no se acaba el mundo antes.

Esperemos que la etapa de las “nuevas masculinidades” dé un salto importante en las nuevas generaciones de cineastas hombres, porque las mujeres ya lo dieron.