“América, no puedo escribir tu nombre sin morirme”

Manuel Scorza

Texto: Astrid Arbildo

Estuve leyendo unos versos de Scorza esta noche, no pude sacarme de la cabeza que América es una tierra que acumula dolores.

Las movilizaciones ciudadanas, las revueltas, las protestas y las acciones de la sociedad civil en Ecuador, Haití y Chile se han dado contra un enemigo común: la desigualdad social como resultado de políticas económicas que precarizan la calidad de vida de las personas. No se trata de hechos aislados, en América, el modelo económico actual enfrenta una crisis y los ciudadanos han decidido rebelarse.

Ecuador vivió protestas durante la semana que pasó, el movimiento indígena lideró las protestas en contra de las medidas económicas anunciadas por Lenín Moreno, entre las que se encontraban la eliminación del subsidio a los precios del combustible, lo que incrementaría el costo de vida de los ecuatorianos. Miles de ecuatorianos fueron reprimidos por las fuerzas policiales y se detuvieron a 1330 personas. El 13 de octubre, Ecuador logró la derogación del Decreto 883 sobre la eliminación del subsidio de la gasolina.

Haití cumple su sexta semana de manifestaciones exigiendo la salida del presidente Jovenel Moise. El país vive una profunda crisis económica y política, no es solo uno de los países más pobres del mundo, sino también uno de los más desiguales. Los ciudadanos están hartos y toman la calle a diario desde el 16 de setiembre con protestas masivas que exigen la salida de un presidente cuestionado en medio de una crisis que llegó a su punto más álgido debido a la escasez de combustible, el desempleo, la inflación y la inseguridad.

Chile arde, los militares han tomado las calles como en la época de la dictadura más violenta. Se ha acabado el cuento de  la democracia perfecta, el modelo económico ideal se cae a pedazos y la represión más feroz pretende apagar las voces de los chilenos y chilenas que no solo reclaman el alza de los precios en el metro. Chile despertó para luchar contra la privatización de la salud, la educación, del agua y del sistema de pensiones  que han perpetuado una brecha entre unos pocos privilegiados y millones de ciudadanos.

El Perú ha tomado el rumbo de las privatizaciones desde el 90 como solución a todos nuestros problemas, sin embargo, vale la pena cuestionarnos si esa idea de que lo privado es mejor, es realmente cierta. Las privatizaciones en Chile han tenido como resultado la concentración de la riqueza y la desigualdad en el acceso a servicios básicos como la salud y la educación. Las empresas se coluden para fijar precios, los medicamentos y hasta el papel higiénico tienen precios que han sido concertados entre empresas que controlan el mercado, quienes se han beneficiado con millones de dólares a costa de los ciudadanos. A todo ello se suma una clase política percibida como corrupta, que legisla a favor de una minoría de privilegiados sin atender los reclamos de la ciudadanía que durante años ha pedido cambios.  

Esa realidad no es muy distinta a la nuestra, toda América empieza a despertar. Luego de los dolores que hemos acumulado durante décadas, no hay marcha atrás.  Esperemos que un horizonte de equidad y libertad alumbre el porvenir nuestros pueblos.