Las últimas dos semanas de agosto nos dejaron una sociedad bombardeada por expresiones discriminatorias. El racismo explotó —una vez más— en nuestras caras y las redes sociales fueron el campo de batalla cuyos mensajes-esquirlas alcanzaron, sin querer queriendo, a los ciudadanos de siempre.

Vayamos hasta el día 18 del mes pasado, Vania Torres, tablista medallista en los Juegos Panamericanos 2019, acaparó titulares por su “imitación” de una mujer andina: un “brownface” que luego intentó justificar con una promoción de toallitas desmaquillantes de rostro.

Luego, en menos de 15 días, se viralizó un video donde se podía ver a un tal Arón Cotrina que les decía a los agentes de serenazgo del distrito de Magdalena: “No me molesten, serranos igualados… No me jodas, serrano de mierda, indio asqueroso, fíjate lo que eres… Cállate, serrano de mierda, yo voy a seguir paseando a mi perro y me importa un pepino si me graban”.

Por si no fuera suficiente —nunca lo es—, septiembre arrancó de la peor manera, Martha Chávez, congresista de la República por Fuerza Popular, dejó libre su pensamiento en una reunión virtual de parlamentarios: “…Una persona (Vicente Zeballos) que quizá debió ir a Bolivia porque como moqueguano y como persona de rasgos así, andinos, es una persona que debería conocer mejor y llevarse mejor con la población mayoritariamente andina o mestiza de Bolivia”.

Es en este momento donde debemos resaltar que en nuestro Código Penal, artículo 323, se puntualiza:

“El que, por sí o mediante terceros, realiza actos de distinción, exclusión, restricción o preferencia que anulan o menoscaban el reconocimiento, goce o ejercicio de cualquier derecho de una persona o grupo de personas reconocido en la ley, la Constitución o en los tratados de Derechos Humanos de los cuales el Perú es parte, basados en motivos raciales, religiosos, nacionalidad, edad, sexo, orientación sexual, identidad de género, idioma, identidad étnica o cultural, opinión, nivel socio económico, condición migratoria, discapacidad, condición de salud, factor genético, filiación, o cualquier otro motivo, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de tres años, o con prestación de servicios a la comunidad de sesenta a ciento veinte jornadas.

Si el agente actúa en su calidad de servidor civil, o se realiza el hecho mediante actos de violencia física o mental, a través de internet u otro medio análogo, la pena privativa de libertad será no menor de dos ni mayor de cuatro años e inhabilitación”.

Código Penal, artículo 323.

La entrevista

Mano Alzada entrevistó a la activista y periodista Sofía Carrillo para que nos dé luces sobre lo que tuvimos que vivir como sociedad respecto al racismo.

Un sector de nuestra sociedad querrá decir que es estrés por la pandemia, pero los casos de discriminación en los últimos días han vuelto a dejarnos calatos y tratando de cubrir nuestra vergüenza. Empecemos con lo dicho y hecho por la surfista Vania Torres.

No nos quedemos en señalar estos actos, debemos entender que no son hechos anecdóticos; fue una manifestación de racismo y discriminación. Lo que hizo Vania fue racista y afectó a una población y no importa si tenía o no tenía intención.

— Y lamentablemente tuvo apoyo de su entorno

Cuando observaba al grupo que la defendía, que le decía que no se había equivocado, tuve que aceptar, otra vez, que hay ese falso concepto de la inocencia blanca: no podemos decir que hay inocencia cuando hay una práctica discriminatoria. Es necesario recordarles y decirles a todas las Vanias que si hasta hace poco tenían toda la libertad de utilizar el color de nuestra piel como parte de tu disfraz, pues ya no es así.

— También hubo una considerable cantidad de personas que le decían lo contrario: que lo que hizo estaba mal, que había sido racista. Pero ella no lo veía así.

Porque eso implica una reflexión mucho más profunda, implica reconocer privilegios. Ella tenía la oportunidad de dar cuenta de eso, de plantearse un cambio personal, más aún si nos representa a los peruanos y peruanas en competencias internacionales.

— A los pocos días apareció Arón Cotrina, quien no pertenece a un grupo de poder como el de Vania, pero él se comportó mucho peor. ¿Qué viste en ese caso?

Fenotípicamente, Arón no es el referente blanco occidental, pero lo que quiso dar a entender con su accionar es que sí “pertenecía” a ese sector. Las responsabilidades individuales deben ser visibilizadas, pero eso no quiere decir que dejemos de lado los cambios estructurales.

— Se creó un campo de batalla virtual en redes sociales. ¿A esas reacciones de la sociedad te refieres cuando dices que necesitamos cambios estructurales?

En ese caso vi que muchos decían “mírale la cara” y eso también es racismo: respondemos la discriminación con más discriminación, y le agregaron homofobia. Por eso repito que no debemos quedarnos en las individualidades, van a pasar dos días y volverá a suceder.

— Y así fue. La congresista Martha Chávez, que representa a un sector que la llevó de nuevo al Congreso, no desaprovechó la oportunidad para saber cómo estamos llevando el racismo entre nuestras autoridades, y con una disculpa desatinada, por decir los menos. ¿Cómo evalúas ese caso?

Ella ha dado cuenta de que nada le interesa ser representante para indicar donde sí y donde no. No hay mucha diferencia con lo dicho por Cotrina: “qué te has creído, no sabes quien soy, mi papá te lo paga”. ¿Qué dijo Martha Chávez? Por su fenotipo, él (Vicente Zeballos) no es para eso, para ir a la OEA.

— ¿Las redes sociales ayudan?

Me da un poco de gracia, por decirlo de alguna manera, que algunos digan “¿Cómo hay tantos casos?” No, siempre lo hubo, siempre nos quejamos: acoso, racismo, feminicidio, abuso. Con un poco de retrospectiva puedo decir que valió alzar la voz desde hace décadas, de decir basta. Ahora hay más gente que denuncia y se ha convertido en parte de la agenda.

Sofía Carrillo, activista y periodista (Imagen: Luis Pacheco)

Sofía Carrillo ha sido víctima de discriminación racial desde niña y sabe que son necesarias las sanciones. Para ella, las personas que tienen prácticas racistas deben reconocerlo y ofrecer disculpas, pero como se debe, no es “si te sentiste ofendido”, es reconocer la falta y aceptar la sanción.

Finalmente, la activista resalta la discriminación como delito. Le parece importante que luego de reconocer el racismo, al agente discriminador, se debe reparar a quienes han sido agredidos y luego convertirse en un verdadero aliado. “Necesitamos ese tipo de acciones para poder decir que estamos caminando hacia algo distinto”, concluyó.