Esta triste historia empezó con un tweet de la cuenta Don Oso, una empresa que vende desayunos por delivery por pandemia. En el tweet se informaba que el dueño del restaurante OSSO le había mandado una carta notarial a Don Oso para que deje de usar el nombre de su marca en el plazo de cinco días hábiles, porque Oso era muy parecido a OSSO, y, al parecer, Renzo Garibalid es dueño de todas las posibilidades de oso que puedan haber en el mercado.

Cuando Don Oso hizo público que OSSO lo estaba amenazando, se convirtió en tendencia pues la opinión pública entendía que se estaba cometiendo una injusticia, y no estaba equivocada. Don Oso pertenece a Juan Carlos Donoso, empezó a funcionar este año y es un emprendimiento modesto, todo lo contrario a OSSO, que funciona desde el 2013 y desde su inicio se posicionó como uno de los restaurantes de élite más caros del Perú y donde se podía estar en lista de espera para conseguir una mesa por días. Su marca está diseñada para llegar a los peruanos más acaudalados del país.

Donoso lamentó sus errores al no registrar su marca, aunque sospechamos que tampoco lo hubiera podido hacer pues OSSO ya las tendría en su poder. Esta situación levantó una ola de apoyo a Donoso y una en contra de Garibaldi, lo que hizo todo lo contrario a lo que la carta notarial buscaba, que era proteger su marca, en lugar de eso, la reputación de OSSO se vio seriamente afectada, y los pedidos de desayuno de Don Oso, aumentaron considerablemente.

Felizmente, OSSO y Don Oso conversaron y llegaron a un buen acuerdo, lo que demuestra el poder de las redes sociales para ayudar a quienes se considera afectados por alguna injusticia o desigualdad, y para repudiar a los que hacen uso de su poder sin medir las consecuencias.