Es una pena la noticia de la salida de su cargo el día de ayer de la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Diana Miloslavich, pero no es una sorpresa, porque este gobierno nos tiene acostumbradas a cambios intempestivos y abandono de personas destacadas en el Estado.

Lo que sí fue una sorpresa fue el nombramiento en su momento de una compañera feminista, luchadora de los derechos de las mujeres y niños, con un Ejecutivo y Legislativo tan machista y conservador. Con su llegada hubo esperanzas de cambio, y algo hizo por tratar de impulsarlos, pero su salida nos demuestra de forma contundente que de muy poco sirve colocar a la cabeza a personas idóneas, probas y comprometidas en instituciones con un Estado que no cambia, donde los funcionarios de menor rango, acostumbrados a sus malas prácticas, están enquistados en sus puestos.

Es como colocar una cabeza y brazos sanos en un cuerpo podrido. Malas prácticas, corrupción, omisión de funciones, burocracia y un millón de etc. Estos sujetos inamovibles, conscientes de su blindaje, son los que realmente manejan los ministerios, en especial sus dependencias operativas y resolutivas. Ven cruzar con burla uno y otro ministro/a, viceministro/a, asesore/as y directoro/as, sabiendo que al final ellos pueden hacer lo de siempre, de manera impune, para seguir manteniendo lo mismo, por más que los jefes hablen de cambios. 

El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables de Perú (MIMP), lejos de sus objetivos declarados, se ha acostumbrado a revictimizar, acosar y empeorar la situación de las mujeres y niños que usan sus servicios, debido a estos funcionario/as.

Es un país totalmente machista, patriarcal, que ha normalizado la violencia, violación y asesinato de mujeres y niños, y donde muchos de los candidatos a los diferentes puestos, desde el más alto a un simple funcionario, sea congresista, alcalde, ministro, etc., son sujetos acusados de violaciones, violencia, algunos de omisión de alimentos, o como ese presidente que negó a su hija una y otra vez hasta que una prueba de ADN demostró que realmente lo era. ¿Esos hombres lucharán por detener la violencia de género, harán leyes, que protegerán o detendrán la pandemia cruel de violencia despiadada hacia las más débiles? Es una burla, casi un circo cruel, el tema de la violencia de género en Perú.

El año pasado desaparecieron 5900 mujeres, y hasta el mes de marzo de este año habían sido violadas más de 2634, cuando es sabido que solo el 30% denuncia estos hechos.

En esta realidad, los negacionistas en el poder sacan leyes contra las mujeres y niños, y peor si son extranjeras. Hace poco, en una de las tantas arremetidas machistas y misóginas de nuestros políticos, un congresista buscó invisibilizar aún más esta realidad, y no tuvo mejor ocurrencia que proponer renombrar el Ministerio de la Mujer para que deje de llamarse así, y se denomine de la familia, porque, pobrecitos, los hombres también sufren (imagino los mismos ataques que nosotras).

Y así seguirá el Perú, odiando y asesinando a sus mujeres y niños, porque lo normal y seguro, es que algo habrán hecho para que se lo merezcan.