Luego de ser acusado de acoso sexual, la defensa que ha esgrimido el congresista Yonhy Lescano fue que tiene 17 años de trayectoria y que no acosa porque no tiene la necesidad, está casado, además de decir que él no fue, que fueron sus agentes de seguridad quienes utilizaron su celular para estos delictivos fines.

Estos argumentos son falaces, pero suelen ser usados por hombres con legitimidad para excusarse de la violencia que pueden ejercer en otros espacios, y sobre todo con mujeres. Y muchos más suelen respaldar este tipo de defensas: suponen que una persona que tiene un buen comportamiento ante el público sería incapaz de ser un agresor sexual, pero es justamente lo contrario, no debe sorprendernos que alguien que aparenta ser una buena persona, que se preocupa por su familia, sus amigos o su país, no lo sea, es justamente lo que la filósofa Hannah Arendt llamaba “la banalidad del mal”, gente normal haciendo cosas inimaginables.

¿Qué significa que no tiene necesidad de acosar porque está casado? Lamentablemente, significa que tiene donde satisfacer sus necesidades sexuales, es decir, tiene a alguien a quien puede usar por lo que no necesita usar a otra mujer. Ese argumento además de nefasto, es inaudito, justamente la mayoría de agresiones sexuales hacia las mujeres se da en espacios familiares, de hombres casados o convivientes que abusan de sus hijas, hijastras o sobrinas. Las cifras al respecto son espeluznantes.

Ni tener una trayectoria política “intachable” como a él mismo le gusta referirse a su trabajo, en donde ha destacado por oponerse a los derechos de las mujeres y lgtbi, ni estar casado, salvan a nadie de ser un agresor sexual, de ser un acosador o de cometer delitos. Esto no es garantía de nada.

Pero como son argumentos subjetivos, que pueden funcionar en un imaginario fuertemente machista como el peruano, son usados con relativo éxito porque apelan a la moral de la opinión pública (“un hombre tan bueno, no lo creo”). En cambio, el argumento del descuido de su personal de seguridad sí puede ser probado. Es decir, frente a lo que señala Lescano, que su personal de seguridad descuidó su celular y este fue tomado por algún sujeto, “personas que cuidan los carros, personas que cuidan los negocios de la pizzería” para mandarle mensajes a la periodista a la medianoche, que resulta inverosímil, los operadores de justicia pueden tener una respuesta verificada y firme al respecto. Y esta vez sí se le viene la noche al congresista provida que buscaba castrar a violadores, pero que, al parecer, era incapaz de controlar sus dedos para mandar mensajes denigrantes a quien no los quería.