Dos feminicidios, uno en Trujillo y otro en Cusco, demuestran que las mujeres no están seguras ni cuando sus agresores están presos.
El 4 de junio falleció Griselda Quispe Huillca (24), madre de dos niños de 9 y 2 años, luego de estar en coma cerca de cuatro meses. El asesino es su exconviviente Pablo Quispe Tacuri (43), preso por violencia familiar en el penal de Quencoro en Cusco, sentenciado a seis años y seis meses de cárcel.
Quispe Tacuri ya había sido denunciado el 2013 por tentativa de feminicidio contra Griselda, luego de la brutal golpiza que le propinó, atacándola también con un cuchillo y cortándole la cara. La denuncia consta en la comisaría de Kosñipata (Pilcopata). El sujeto tenía dos denuncias más por violencia familiar.
Griselda había acudido al penal por primera vez el 17 de febrero, luego de seis meses de estar preso Quispe Tacuri, debido a que le había ofrecido darle dinero para sus hijos. Ahí, el hombre tenía escondidos en el cuerpo un martillo y un cuchillo con los cuales atacaría brutalmente a Griselda en los servicios higiénicos del penal.
Un traumatismo encefalocraneano con exposición de masa encefálica (hundimiento craneal) y trauma abdominal abierto (perforación de intestino y evisceración) fue el diagnóstico de la joven madre, que resistió cuatro operaciones en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Regional, hasta que en la quinta operación su cuerpo no dio más.
Su familia no solo pide cadena perpetua para el feminicida, debido a las constantes amenazas que reciben del sujeto, quien los llama a través de un celular, sino que también piden apoyo económico, tienen una deuda con el hospital de casi dos mil soles. El Estado peruano no cubre los gastos médicos de las mujeres a las que no supo cuidar.
La abuela, una anciana en situación de pobreza que vive en una comunidad campesina de Paucartambo, tendrá que hacerse cargo de los dos niños huérfanos y traumatizados, uno de ellos con síndrome de down.
El 20 de mayo Maritza del Pilar Coba Nunura (26) corrió la misma suerte de Griselda, murió asesinada por su pareja Víctor Alan Guillén Carranza dentro del Penal El Milagro en Trujillo cuando fue a visitarlo desde Piura.
Se habían conocido a través de una red social hace tres años, ella se había mudado a Trujillo por él con tres de sus hijos, pero poco tiempo después Guillén fue apresado. Maritza pensaba regresar a Piura nuevamente, su madre estaba enferma y ya no tenía nada que hacer en Trujillo. Se cree que eso fue lo que le comunicó a su pareja cuando fue a visitarlo por última vez. Él reaccionó estrangulándola en el área de visita conyugal en donde conversaban. El personal del INPE no se dio cuenta de lo que ocurría hasta que encontraron el cadáver de la mujer.
Maritza del Pilar deja cuatro hijos de 19, 16, 13 y 7 años (dos hombres y dos mujeres) en la orfandad, ellos viven en el asentamiento humano Santa Julia (Piura) bajo la sombra de la pobreza.
El Instituto Nacional Penitenciario (INPE), muy activo en sus redes sociales, no se ha pronunciado por ninguno de los dos casos.