El sentimiento patriótico está a flote con el triunfo de la gran Susan Ochoa en la Quinta Vergara, las dos gaviotas de plata recibidas en la 60° edición del Festival de Viña del Mar han hecho que el nombre del Perú y su calor humano se sienta a nivel mundial y especialmente en un país con el que tanto revanchismo existe.

Para muchas personas Susan es una cantante a la que recién conocen, o la asocian inmediatamente al programa de televisión “Los cuatro finalistas”, últimamente emitido por Latina, pero para quienes seguimos su carrera desde hace mucho sabemos que ella es una mujer de carne y hueso (en honor a la canción que la llevó a la fama) que viene concursando injustamente desde hace más de 15 años para seguir demostrando lo que ya nos quedaba claro, que tiene una voz maravillosa y un don del canto espectacular.

No quiero en absoluto desmerecer el talento y el éxito alcanzado por otras mujeres, no las quiero ni voy a cuestionar a ellas, sino que quiero cuestionar al sistema patriarcal y sociedad machista que hace que para Susan Ochoa y las miles de mujeres símiles enfrenten aún más obstáculos para conquistar sus sueños.

Insisto, no quiero cuestionar a las mujeres que voy a mencionar, puesto que mientras más brillen es mejor, pero quiero analizar el punto de fondo en todo esto. Veamos, el éxito de cantantes peruanas como Leslie Shaw, Yahaira Plasencia, Daniela Darcourt ha sido mucho más fácil de alcanzar, que el de Susan Ochoa, todas ellas a quienes enuncio como ejemplo tienen gran talento, pero el que tengan producciones musicales de gran alcance en las radios, con respaldo de disqueras y financiamiento empresarial es porque ellas, además, “venden” y no exclusivamente en atención a su talento.

¿Cómo puede ser posible que Maricarmen Marin sea la jurado experta seleccionada para valorar el canto de Susan Ochoa? Y nuevamente, insisto en que mi cuestionamiento no es hacia ella, sino a la estructura del funcionamiento del mundo del espectáculo que se rige, como en todo, bajo las reglas de una sociedad machista. Y es que, seamos sinceros y sinceras, el registro vocal de Maricarmen Marín no es uno de los más destacados del Perú.

En todos los espacios a las mujeres nos valoran por otras cosas más, las cuales no se asocian precisamente a nuestra inteligencia, habilidades, destrezas, talento y demás, pues nuestra imagen acorde a un estereotipo definido de belleza es lo que marca la gran pauta y en el mundo del espectáculo es mucho más fuerte esta valoración machista que hacen de una mujer en un escenario.

Susan Ochoa debe haber pasado muchísimos obstáculos que no conocemos para llegar a aquel programa “Super Star” que la llevó a la fama, del cual fue la ganadora absoluta, pero ¿qué pasó después? Nada. Pasaron los años y ahí sí fuimos testigos de todo lo que le hizo esta sociedad injusta que permitía que una mujer que cantaba a nivel profesional y merecía un camino distinto siga concursando en programas de canto.

Y es que Susan no es una mujer que encajaba en los estereotipos machistas de lo que una mujer vende en un escenario, ella “no estaba rica”, no es “levantable”, no encaja con la imagen que provoca suspiros y, por qué no decirlo, masturbaciones. No es la mujer a la que desnudan en las mentes, a quienes se la imaginarían en poses sexuales diversas y a quien seguirían en redes para ver sus fotos y calentarse un rato.

Susan tiene algo esencial para destacar en la vida de una persona cantante profesional, la voz y un alto nivel de interpretación artística, pero en una sociedad machista para que una mujer triunfe en un escenario eso no basta, es más, tal vez es lo que menos importe; pues para que una mujer triunfe en un escenario tiene que ser, además, sexualizable, y Susan no encajó en ello.

Es bonito e inspirador hablar de su nivel de constancia, disciplina y perseverancia, pero destacar solo ello es romantizar la injusticia social y el daño que el machismo le ha hecho y eso, valga la redundancia, no es justo.

Susan Ochoa ha sido víctima de la sociedad machista, esa que nos quiere hacer creer que la meritocracia aplica también para las mujeres, esa que ve a la mujer como carne dispuesta a satisfacer los placeres de los hombres, esa que nos vende como mercancía y lucra como si fuéramos objetos.

Susan Ochoa pone en evidencia que la meritocracia de la que tanto hablan es una burla en una sociedad en la que las mujeres la tienen más difícil para el cumplimiento de cualquier meta, y peor aún, las mujeres que no encajan en aquellos estereotipos que la sociedad machista quiere para que estas sean reconocidas. ¿Qué otro mérito más necesitaba que cantar hermoso, erizarnos la piel con su interpretación y sacudir un escenario con su alto registro vocal para que una disquera hubiera apostado por ella desde hace 15 años?

Susan Ochoa no es solo una cantante a quien admirar por su talento, sino que es una mujer a quien admirar por su resistencia a la indiferencia y el maltrato social, y que pese a todo ello ha salido adelante. Este logro es tuyo Susan, el premio es tuyo y solo tuyo, no del Perú, de esta sociedad machista que nunca valoró debidamente tu imagen artística, sin que ello menoscabe el valor de quienes sí te seguimos en tus inicios, pero que no fuimos los suficientes ni los que ejercemos poder en la industria musical para impulsar el camino que hace tiempo te corresponde.

Ahora ella se mostró con una actitud distinta, con un temple y carácter muy diferentes a los de aquellas épocas de “Super Star” en donde en una presentación lloró por olvidarse la letra de la canción y se quebró pensando no pasar a la siguiente etapa del concurso. Ahora Susan se muestra mucho más fuerte y es lo que sucede con muchas mujeres, que la fortaleza no es solo una virtud innata, sino una construcción personal desarrollada como consecuencia del maltrato que muchas veces sin darnos cuenta nos genera la sociedad machista en la que nos desenvolvemos día a día.

Susan ha ganado un premio muy importante, pero bajo estos esquemas patriarcales me atrevo a decir que aún su éxito no está asegurado, sin embargo, confío en que en este proceso de revolución feminista en el que cambiemos poco a poco las estructuras mentales de quienes obstaculizan el desarrollo de las mujeres, haremos que el éxito profesional y gigante no le sea esquivo a nuestra querida Susan.

Eva Ayllón, Pelo D’Ambrosio y el viejo Rodríguez han hecho un trabajo espectacular con la canción “Ya no más”, que aborda la problemática de la violencia hacia la mujer para que sea interpretada por alguien que lo hizo de manera excepcional. Con ello el triunfo en Chile ha sido potente, con un mensaje fuerte y con el establecimiento de una huella imborrable para Latinoamérica, pues Susan ha dejado huella en un contexto social donde la revaloración de las mujeres sí mueve masas.

¿Ya ven cómo va quedando claro que la revolución será feminista o no será?