La muerte de Abimael Guzmán fue una sorpresa entre las fuerzas políticas de derecha, centro e izquierda en un contexto de aguda tensión, conflicto político y radical terruqueo. Todos los partidos políticos condenaron las acciones terroristas realizadas por Sendero Luminoso con diferentes posturas y discrepancias sobre qué hacer con el cuerpo del líder senderista. El significado político de su muerte abrió varios ejes de análisis que contribuyen a ampliar la comprensión del conflicto armado interno. Desde mi perspectiva, abordaré la relación entre masculinidad y revolución en Abimael Guzmán con la finalidad de reflexionar sobre el papel del modelo del hombre revolucionario que inició el periodo histórico más violento de la República del Perú.

Desde la teoría de estudios de género y masculinidades se evidencia la existencia de diversos modelos de masculinidad que se construyen según las características situacionales, culturales e históricas. No existe un modelo único de masculinidad. Desde la cultura occidental se construye la masculinidad en oposición a la feminidad bajo una lógica dual que estructura una jerarquía de los hombres y la subordinación de las mujeres. Susan Bordo (1993) analiza la estructuración del pensamiento occidental en el marco de una dicotomía entre alma-razón / cuerpo-pasión relacionado con el género, en donde el hombre está asociado a la razón y la mujer al cuerpo. Desde los tiempos de la antigua Grecia los hombres son los principales protagonistas en la producción de la razón y el pensamiento universal.  

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 es una evidencia del desarrollo del pensamiento occidental en donde se establece los derechos universales de los hombres, pero no de las mujeres. Y cuando la escritora francesa Olympe de Gouges redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana fue rechazado por los líderes revolucionarios y, posteriormente, asesinada en la guillotina. Luego el legado de la universalidad de la razón revolucionaria masculina fue retomado por la filosofía política del marxismo-leninismo-maoismo que fue elaborada en base a los aportes teóricos de tres hombres, Marx (1818-1883), Lenin (1870-1924) y Mao (1893-1976), en donde se construyen las coordenadas del modelo de masculinidad del proletariado y el campesinado: el hombre revolucionario. 

A nivel de Latinoamérica, la Revolución Cubana de 1959 también influenció en el fortalecimiento del modelo de masculinidad revolucionaria por medio del “hombre nuevo” que tuvo a Ernesto Che Guevara (1928-1967) como referente del guerrillero en la construcción del socialismo: patria o muerte. Estos modelos de masculinidad revolucionaria son asumidos por las organizaciones políticas de la izquierda peruana y, por ese motivo, en la década de los 60 y 70 se constituyeron varias organizaciones políticas de izquierda radical cuyos líderes pregonaban la revolución. La cultura patriarcal de los partidos de izquierda fue cuestionada por las mujeres que militaban en dichas organizaciones políticas. Según Virginia Vargas (2008) las mujeres descubrieron que tampoco la izquierda tenía interés en impulsar los asuntos de las mujeres y, por ese motivo, a mediados de la década de los setenta se formaron los primeros grupos feministas de autoconciencia para reflexionar sobre la problemática de la mujer destacando la Acción por la Liberación de la Mujer (ALIMUPER).  

En cambio, la cultura patriarcal de izquierda se profundizó radicalmente en Sendero Luminoso con el culto a Abimael Guzmán que se consideró como la cuarta espada del marxismo para desarrollar la revolución mundial. Un mes antes del inicio del conflicto armado interno, Abimael Guzmán elaboró un pronunciamiento titulado “Somos los iniciadores” en el marco de la clausura de la I Escuela Militar: “Eso es lo que somos. Un puñado de hombres, de comunistas, acatando el mandato del Partido, del proletariado y del pueblo, en ese 19 de abril, dirá la historia, puestos de pie expresaron su declaración de fe revolucionaria, con el corazón ardiendo de pasión inextinguible, voluntad firme y resuelta, y con mente clara y audaz asumieron su obligación histórica de ser los iniciadores” (Guzmán 1989).

Como se puede apreciar, los iniciadores fueron un puñado de hombres comunistas que sintonizaban con una obligación histórica, revolucionaria y universal. El verbo revolucionario se hizo hombre y luego Sendero Luminoso inició, desde su perspectiva, una guerra popular contra el Estado peruano. La construcción del papel del hombre revolucionario con voluntad firme activó el camino de toma del poder del Estado por medio de las armas.

Es necesario señalar que las mujeres también participaron en la militancia y acciones subversivas de Sendero Luminoso de manera orgánica a través del Movimiento Femenino Popular (MFP) liderado por Augusta La Torre “Camarada Nora”. Según Anouk Guine (2018), fue inseparable la lucha por la emancipación de las mujeres de la lucha de clase del movimiento proletariado, a través del MFP, que logró juntar a numerosas mujeres andinas, indígenas, afroperuanas, obreras, jefas de hogar, barriales, estudiantiles, maestras y principalmente campesinas.

Si bien las mujeres maoístas de Sendero Luminoso se organizaron para la violencia revolucionaria, lo hicieron bajo los parámetros de pensamiento Gonzalo. Por este motivo, Victoria Guerrero (2015) señaló que la participación política y militar de las mujeres fue significativa, pero no cambió el escenario de las relaciones de género, porque la masculinidad del líder “Gonzalo” no fue puesta en cuestión, sino que se constituyó como el ideal y referente en la militancia senderista. Este culto al líder se evidenció cuando las mujeres senderistas al interior del Penal Castro Castro realizaron un ritual de homenaje a Abimael Guzmán, ellas uniformadas, sosteniendo banderas rojas y antorchas marcharon militantemente frente a la imagen del patriarca de la cuarta espada del marxismo.  

Una característica del hombre revolucionario es la ausencia de miedo. Por ese motivo, cuando El Diario preguntó en una entrevista clandestina a Abimael Guzmán “¿Tiene Ud. algún tipo de temor?”, él respondió: “¿Temor? Creo que es una contradicción, temer y no temer; el problema es tomar la ideología y potenciar en nosotros el valor, es la ideología la que nos hace valientes, la que nos da valor. A mi juicio, nadie nace valiente, es la sociedad, la lucha de clases las que hacen valientes a los hombres y a los comunistas, la lucha de clases, el proletariado, el Partido y la ideología” (El Diario 1988).

Parafraseando a Simone de Beauvoir “el hombre no nace, se hace”, lo cual ofrece un entendimiento sobre la construcción de la masculinidad hegemónica senderista que no depende del cuerpo, sino de la ideología, es decir, la cultura. Según Elisabeth Badinter (1993), la masculinidad, más que una esencia es una ideología que tiende a justificar la dominación masculina a lo largo del tiempo. En ese sentido, el Ejército Guerrillero Popular de Sendero Luminoso garantizó la posición dominante de los hombres y, sobre todo, del Presidente Gonzalo como el jefe y guía de la revolución.      

Actualmente, los restos de Abimael Guzmán son cenizas y marcan la necesidad pública de reflexión para que no se repitan los hechos de violencia que padeció la sociedad peruana. En el caso peruano, el legado de la masculinidad revolucionaria del marxismo-leninismo-maoísmo plasmado en el pensamiento Gonzalo fue uno de los factores que inició el conflicto armado interno en la década de los 80. El modelo de masculinidad revolucionaria sin temor ni fisuras incendió la pradera. Por ese motivo, considero que se debe tomar en cuenta el tema de las masculinidades en la agenda pública en materia de igualdad de género en un contexto de posconflicto en el Perú. Desde la izquierda democrática es menester construir y fomentar el tránsito del nuevo hombre hacia las nuevas masculinidades.    

Referencias

Badinter, Elizabeth (1994) XY La identidad Masculina. Bogotá: Grupo editorial Norma.

Bordo, Susan (1993) Unbearable Weight: Feminism, Western Culture, and the Body, Berkeley: University of California Press.

El Diario (1988) La entrevista al Presidente Gonzalo.  Lima: El Diario.  Recuperado el 26 de setiembre de 2021 en

http://www.pagina-libre.org/MPP-A/Textos/PCP1989/Entrevista_7.html

Guerrero, Victoria (2015) Arte, Mujer y Propaganda Política: Narrativas y Reconfiguraciones de Género en el PCP-SL. Tesis para optar el grado de magistra en Estudios de Género. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. 

Guiné, Anouk (2018) “Encrucijada de guerra en mujeres peruanas: Augusta La Torre y el Movimiento Femenino Popular” en Género y conflicto armado en el Perú. Lima: La Plaza Editores & Group de Recherche Identitiés et Cultures – GRIC Université Le Havre Normandie.

Guzmán, Abimael (1989) “Somos los iniciadores” en Guerra Popular en el Perú. Pensamiento Gonzalo.  Luis Arce Borja (ed). Bruselas: Arce Borja.

Vargas, Virginia (2008) Feminismos en América Latina. Su aporte a la política y a la democracia. Flora Tristán, Fondo Editorial Facultad CCSS UNMSM & Programa de Democracia y Transformación Global.