El discurso del Presidente levantó por fin un tema que las mujeres esperábamos: el enfoque de género en las políticas públicas y la erradicación de la cultura machista. Frente a la arremetida fundamentalista, que ya había conseguido que funcionarios y cabezas de ministerios clave como el de la Mujer y de Educación sudaran frío cada vez que mencionaban la palabra “género”, este respaldo de Vizcarra a una lucha feminista que tiene casi dos décadas ha sido de suma importancia. Ha reconocido no solo que esta herramienta es fundamental para garantizar nuestras vidas, sino que también ha nombrado a aquellas a las que el Estado ni la sociedad pudo proteger.

Y aunque mencionó la lucha contra todo tipo de discriminación, no es lo mismo que nombrar abierta y expresamente a lesbianas, gais, trans, bisexuales y demás diversidad sexual. No es lo mismo, porque somos la única población que sigue sin reconocimiento, a pesar de algunos gestos simbólicos, como cuando el Ministerio de Justicia puso, hace unos meses, una placa en Tarapoto en recuerdo de los LGTBI asesinados por integrantes del MRTA el 31 de mayo de 1989, conocido como el Caso Las Gardenias. Una historia que ha sido reconocida en el Lugar de la Memoria gracias al esfuerzo de los activistas por visibilizar esta matanza y no dejarla en el olvido.

Tal vez el Presidente no sabe aún por qué es importante nombrarnos, así que aprovechamos esta columna para mostrarle algunas de las razones:

Primero, porque somos parte de una población en situación de vulnerabilidad reconocida en el Plan Nacional de Derechos Humanos 2018-2021, a pesar de los intentos por sacarnos, expulsión que se logró en tiempos de Ollanta Humala. Entre las poblaciones que están ahí mencionadas y que necesitan especial garantía de sus derechos están las mujeres, las y los ancianos, las y los niños, las y los afrodescendientes e indígenas, las personas con discapacidad, etc., y también estamos nosotros.

Segundo, porque existen niños y niñas LGTBI que necesitan este reconocimiento incluso más que los adultos, ellas y ellos aún no tienen las herramientas que nosotros ya conseguimos, están en una indefensión que hace sus vidas mucho más susceptibles a la violencia en sus casas y sus colegios, que se terminan convirtiendo en los primeros espacios en donde viven agresiones por ser lo que son, en donde los educan para no ser como son, y en donde refuerzan el miedo y el odio hacia uno mismo, lo que lleva a que varios niños que viven acoso homofóbico y transfóbico terminen acabando con sus vidas.

Tercero, porque hay dos proyectos de ley pendientes de aprobar: el de la Unión Civil, que nos confiere una ciudadanía a medias y presentado por un congresista que era de su propia bancada; y el del Matrimonio Igualitario, que es una demanda exigida por las organizaciones LGTBI, junto con una Ley Antidiscriminación, una Ley contra los Crímenes de Odio y una Ley de Identidad de Género.

El próximo año no nos olvide, señor Presidente.