El martes 24 de enero fui de mi trabajo al centro de Lima, a apoyar a una colega abogada, a buscar detenidos de la UNMSM en dos comisarías. El Metropolitano pasó de largo en la Estación Central, muestras se escuchaban disparos arriba y los gases lacrimógenos entraron al bus; pero levemente.

Al bajar por la Estación España, vi un grupo de teatro joven haciendo una representación paródica del gobierno. Registré parte de la actuación en mis cuentas de Instagram y Facebook. Luego de cruzar calles gaseadas llegué donde mi colega y una enfermera brigadista, refugiadas en un chifa cruzando la avenida Grau.

Fuimos a la Comisaría San Andrés, en la bella Plaza Italia. Vimos las calles del barrio Chino con mucha basura sin recoger. Luego fuimos a la Comisaría Alfonso Ugarte. En ambas vimos que habían varios abogado/as, la mayoría muy jóvenes, haciendo lo mismo.

Al ver que la defensa legal ya estaba cubierta, las tres decidimos acompañar a un herido en la cabeza al Hospital Arzobispo Loayza. Allí mis amigas, la abogada y la enfermera se fueron y me quedé con el herido, a modo de familiar suplente. Mientras esperaba un diagnóstico, llegaron de la Fiscalía de derechos humanos y de la Defensa Pública.

Pude escuchar la terrible declaración de una joven cosmetóloga, que muy asustada le declaró a la fiscal que ya cuando la marcha se había disipado y se encontraba con sus amigos de regreso, un grupo de policías motorizados pasaron a su costado. Ella les increpó por su actuar violento y uno de los motorizados dio la vuelta, le disparó a quemarropa y se fue. Resultado, cuatro perdigones incrustados en sus dos piernas.

El herido que habíamos acompañado contó que la rotura de cabeza fue producto de golpes con varas de policías, cuando caminaba por el jirón Moquegua, también separado de los grupos de manifestantes.

Concluí que :

  • Ha habido mucha brutalidad policial, al punto que daba la impresión de que han enviado a los efectivos más sicopáticos. Solo que los armados con perdigones y bombas lacrimógenas, no con balas como en el Sur.
  • Ha habido mucha solidaridad ciudadana de diverso tipo: legal, de salud, de acciones de riesgo, de simple compañía, de acogida.
  • Algunas partes del Estado se han puesto del lado de las personas: comisionados de la Defensoría del Pueblo, fiscales de derechos humanos, abogados de la defensa pública, personal de salud en algunos hospitales.

Sobre esas bases sí se puede reiniciar la construcción de un país en el que todos “seamos el Perú”.