La derecha en nuestro país, y buena parte de la izquierda, ha brindado declaraciones en algunos casos, en otros han tenido un silencio absoluto, y, en pocas palabras, han respaldado los propósitos intervencionistas que promueve EE.UU. en el país de Venezuela.

La no injerencia en los asuntos internos de los pueblos es un principio del derecho tal como nos lo recordó el pisqueño, intelectual e historiador Raúl Porras Barrenechea en su discurso en la OEA (1960), en donde afirmó que “El Perú convocó también a la Unión y Confederación Americana ante los asomos de intervención extranjera en el siglo XIX, se opuso a las intervenciones en México y Santo Domingo (…) Ello explica la posición internacional del Perú en nuestro siglo, su adhesión obstinada a las soluciones de derecho y de paz, su fe en la conciliación internacional, su adhesión invariable al principio de no intervención venga ésta de donde viniere, su respeto a la libre determinación de los pueblos”.

El maestro había recibido la orden del expresidente Prado (que respondía a intereses estadounidenses, al igual que el presidente Vizcarra) de condenar la revolución cubana encabezada por Fidel Castro, pero él, consecuente con sus principios y valores, no hizo caso, acto que le valió la ira de la derecha peruana.

Sí, esa derecha que se muestra orgullosa del crecimiento económico, pero que tiene un aproximado del 46% de niños peruanos con anemia, los peores sueldos en materia educativa, y ni qué decir del déficit en infraestructura educativa o la del sector salud, esta derecha que pide y exige más precarización de los derechos laborales, esa derecha que genera crecimiento económico para ellos, pero crecimiento empobrecedor para el pueblo.

Cierta izquierda hace tiempo que abandonó a Marx, a Gramsci, al Amauta José Carlos Mariátegui, pero que se conforma con ser antifujimorista, ambientalista, progresista, que al parecer se olvidó que el enemigo principal es el neoliberalismo y todos los que lo defienden (el fujimorismo, el APRA, Alejandro Toledo y  Vizcarra con su canciller Popolizio, que es obediente a las consignas de Estados Unidos), todos ellos están de lado de posiciones intervencionista y cierta izquierda lamentablemente apoya eso.

Porras Barrenechea no era socialista, ni mucho menos un marxista, era un liberal, pero sobre todo tenía un concepto de democracia muy diferente al que tiene la derecha y cierta izquierda, ya que en su momento denuncia “la doctrina Monroe” que era impulsada por los EE.UU. y vergonzosamente seguida por la mayoría de gobiernos latinoamericanos. En la actualidad no hay un diplomático de la envergadura del maestro, seguiremos esperando que nuestra posición geopolítica llegue a ser como la planteó en su momento el pisqueño Raúl Porras Barrenechea.

Gerardo Andrés Pasache Medina (Ingeniero pesquero, pisqueño y progresista)