84 milloncitos le debe el SIS ( Seguro Integral de Salud) a las clínicas privadas, y ellas, por supuesto, reclaman ese “justo” pago; pero para que el SIS pueda hacerlo, estas deben sustentar adecuadamente las atenciones y no lo han hecho, al menos no en su totalidad, razón por la cual, la Contraloría Nacional de la República sugirió que no se realice el desembolso, con el fin de investigar si hay o no corrupción en este proceso; sin embargo Susalud (Superintendencia Nacional de Salud)  indica que se debe realizar el pago, apelando al hecho de velar por la salud de las personas y garantizar la atención de la población asegurada por SIS, vale decir, la más pobre.

 

El cuestionamiento que me hago es el siguiente, ¿por qué es necesario hacer alianzas con clínicas para cubrir atenciones de pacientes asegurados por SIS?, ¿por qué las clínicas no han elaborado un adecuado sustento de sus atenciones?, ¿ por qué el SIS no hizo oportunamente las observaciones sobre las falencias en ese sustento? Este es un hecho preocupante, pero no es un suceso aislado y lamentablemente no es el único. Noticias como estas las podemos coleccionar y no son un impacto en los medios de comunicación, salvo que sean informadas de una manera tendenciosa o con algún nefasto fin.

Este Gobierno inició con un buen ejemplo de lo que hablo, los negociazos de Moreno, este “destape” nos mostró una red de corrupción en el sector salud, pero lo triste es que eso ya lo sabíamos, por lo menos quienes trabajamos en el sistema. Morenos hay muchos, cada hospital tiene el suyo, cada servicio, cada oficina, cada rincón está plagado de ellos y se vienen más, porque las universidades los siguen formando, cuando permiten plagios, pagos por notas, y más aún cuando les hacen creer que son dioses que lo pueden todo, mientras que la sociedad muestra que la corrupción no se castiga, al contrario se premia, porque te permite vivir con lujos y eso se confunde con la idea de vivir feliz.

Darle importancia al valor económico genera individualismo, el individualismo genera falta de solidaridad y empatía, este a su vez origina que se piense que el dinero es sinónimo de felicidad y como consecuencia las personas hacen lo que sea por obtenerlo, sin que importe el “otro”, vulnerando derechos ajenos e incluso los propios y esto nos lleva a la corrupción. Siempre se dice que la corrupción es nefasta, que la corrupción mata; pero cuando unimos la palabra corrupción con salud, yo creo que la frase tiene más sentido. La corrupción impide que la salud sea un derecho y esta se convierta en un lujo de aquel que pueda pagarla y el medio de enriquecimiento de algunos “servidores de salud”.

Hacer un análisis detallado sobre corrupción y financiamiento en salud es muy extenso y esa no es la intención de este artículo, pretendo que nos miremos y nos identifiquemos con este problema, porque mientras quienes toman decisiones en el país están preocupados por no ser mencionados por Barata y los activistas estamos en pie de lucha, las personas se están muriendo y quienes se mueren son los más pobres, y eso no le preocupa a nadie, porque los pobres no son un mercado que genere dinero, salvo si el SIS quiera pagar por ellos, y mientras tanto se seguirán muriendo y nosotros seguiremos peleando por el intrusismo y la defensa del acto médico. Total, eso no importa, importa seguir trabajando en consultorios y clínicas privadas, recibiendo dinero a cambio de la salud de quienes sí tienen para pagar ese lujo, ojo, no estoy en contra del beneficio económico honesto a cambio de nuestro trabajo, de eso vivimos, me refiero a no hacer nada por cambiar la problemática de salud, por estar ocupados resolviendo nuestra individualidad o porque ese caos nos beneficia de una manera muy conveniente.

Está demás decir, pero por si no se tiene claro lo mencionaré, que la corrupción existe básicamente porque el modelo económico así lo permite. Es como una enfermedad, se presenta porque existe un germen que ingresa dentro de un ser vulnerable que lo puede albergar y en un ambiente propicio de desarrollo, entonces sí sabemos que las enfermedades se curan y eso depende en gran medida del diagnóstico oportuno; pero sobre todo atacar la causa, evaluar el ambiente y generar acciones para evitar el contagio, propagación y lograr así evitarla, ¿por qué no hacer lo mismo con la corrupción? Lo que pasa es que este germen genera beneficios económicos y si partimos de la premisa que antes mencioné, que el dinero da felicidad, luchar con todas tus fuerzas por ser feliz es lo que corresponde y más aún cuando no se es consciente de cómo la obtienes ni quién sufre a cambio de ella.

Somos corruptos de muchas formas, no solo los Morenos tienen esa habilidad, lo somos por ejemplo, cuando aceptamos un cargo para el que no estamos capacitados, y así mil más, que de mencionarlos seguro hiero la sensibilidad de muchos, incluida la mía, por eso nos corresponde mirarnos y replantear las razones por las que decidimos estudiar una carrera de salud; pero sobre todo entender que la solidaridad es algo que debiera abrazarnos a todos, más aún cuando convivimos con el dolor expresado en su forma más evidente y cruel. El dinero nos comprará una bonita casa y muchos viajes; pero, ¿qué sabor tiene la langosta cuando te enteras que tal vez alguien murió para que tú pudieras postear esa foto en el facebook? La intención es llamar a la reflexión de aquellos servidores de salud que no tienen la claridad de sus pequeñas corrupciones, porque los Morenos continuarán y seguirán perpetrando sus crímenes, porque ellos sí son conscientes de sus actos y lo hacen de manera deliberada, y con esto no quiero salvar la responsabilidad que nos toca y decir que somos ingenuos e inocentes de todo este caos; pero hay que ser claros, este es el reflejo de nuestra construcción social y de lo que durante siglos se ha venido desarrollando, pero no por eso podemos seguir tolerándolo, porque nos hace cómplices y luego hasta los actores principales de este crimen que mata de la forma más cruel.

 

La formación de servidores de salud se realiza dentro de un sistema de jerarquización y eso también hay que decirlo, es importante. Se piensa que los grupos profesionales estamos ordenados de acuerdo a jerarquías, de importancia y valor, incluso como personas, lo cual también se refleja en la manera en cómo vemos a los pacientes, como los últimos en ese listado, restándoles importancia a sus vidas, valor a lo que son y los vulneramos mientras creemos que los estamos curando. Reflexionemos acerca de cuál es el rol que queremos tener en la historia, ¿queremos un foto en un lujoso consultorio o una con una inmensa sonrisa de satisfacción y de felicidad verdadera?, ¿queremos seguir viviendo nuestra individualidad y cerrar los ojos ante los pisos sucios del hospital en donde trabajamos?, ¿queremos seguir atendiendo particularmente a los pacientes que el caótico sistema de salud no puede, a cambio de “calidad de atención” y dinero que mantenga nuestros lujos y compre nuestra felicidad?. ¿Qué tal si lo revolucionamos todo?, ¿qué tal si decidimos ver lo que podemos hacer desde nuestros pequeños espacios? Cambiar el mundo es un gran reto, el país vive una crisis muy difícil de afrontar; pero si nos detenemos a pensar en toda esa miseria, seguiremos dando vueltas en nuestro egoísmo, peleando entre compañeros de trabajo por determinar quién manda a quien y mirando con asco la herida pestilente de un paciente pobre. Cambiemos nuestro pequeño mundo, desterremos nuestras pequeñas corrupciones, denunciemos valientemente aquello que no sea correcto, no permitamos que se vulneren derechos tanto los nuestros, que a diario lo permitimos, como los de los demás, valoremos lo que hace cada uno de los que conforman el sistema de salud, ninguno de nosotros tiene más valor que nadie, los años de estudio ni lo que sabemos nos ponen por encima de nadie, solo nos hacen saber más, usemos eso para contribuir con mejorar al sistema y curar personas, no para ningunear al resto. Seamos servidores de salud y no negociadores de ella.

La salud es un derecho fundamental y se nos debe conceder por el simple hecho de existir. Esta no debe generar la posibilidad de un negocio que nos haga olvidar que la enfermedad duele, pero la pobreza mucho más, estar sanos y disfrutar de la vida no puede ser un lujo de unos cuantos y un sueño inalcanzable de muchos. El olor que se desprende del sufrimiento es el mismo para todos, los fluidos que emanan del dolor no son menos intensos de quien paga con una tarjeta de crédito, porque hay cosas que esta puede pagar, pero no permitamos que la muerte seleccione a sus pasajeros luego de una evaluación crediticia. La salud no es un negocio y nosotros sus servidores no somos su mercancía, luchemos por el derecho a curar y a sanar, luchemos por quitarle a la muerte las vidas que nos arranca injustamente, cuando aún no ha llegado su momento, pero se las lleva rápidamente a cambio de una transacción comercial.