Hasta el martes 20 parecía que la vacancia se desinflaba. Es decir, se venía la tercera derrota de Keiko. Es entonces que Keiko manda al congresista Mamani a infiltrarse y grabar a su hermano y otros. La vacancia se salva y ejecuta por obra y gracia no solo de la bancada de Fuerza Popular, sino por los infiltrados de su jefa, Keiko. Keiko es la que cambia deliberadamente el destino de PPK y lo hunde. ¿Se trata de una victoria de Keiko? Por supuesto, solamente el hecho de que ella haya sido la que decidió cambiar el destino de PPK ya significa una victoria para ella.
La guerra civil en el fujimorismo estaba desangrando la bancada de Fuerza Popular y situaba a Keiko en una posición de debilidad frente a sus problemas judiciales. El probable desafuero, e incluso encarcelamiento de su hermano Kenji, pone fin a la disputa por el liderazgo y disminuye considerablemente la posibilidad de que vaya presa al fortalecerla.
Por otro lado, la disputa entre las dos derechas del fujimorismo y PPK, las debilitaba a ambas y permitía que por primera vez en mucho tiempo el fujimorismo sea criticado por los medios de comunicación. Con la salida de PPK, la derecha limeña abrazará nuevamente a Keiko y por consiguiente así lo harán sus medios.
Por último, y tal vez lo más preocupante es que Keiko tiene un plan y medios para ejecutarlo. Mientras la izquierda y Barnechea piden nuevas elecciones con nuevas reglas, queda claro que es una imposibilidad que de este Congreso salgan nuevas o buenas reglas. Keiko sí tiene un plan; por lo pronto, sostener a Vizcarra en el Gobierno y también tiene en sus manos la convocatoria o no de elecciones, a lo mejor lo hace justo después de que termine de copar el Estado.