Escribe: Milton Guerrero
Desde mi época de estudiante era común atender la frase: “Cuando Estados Unidos estornuda, el resto del mundo se resfría”. Con menores cifras que antes, ello sigue siendo significativamente cierto para el Perú, aunque el primer lugar en el comercio exterior haya sido superado por China. Estados Unidos es el destino del 15% de nuestras exportaciones totales y del 30% de las no tradicionales (6,304 y 3,920 millones de dólares respectivamente); son cifras muy importantes y responden por significativos resultados en los ingresos, impuestos y empleo.
Centrados y atentos como estamos en la segunda vuelta para elegir al próximo presidente, postergamos ver lo que acontece en el resto del mundo, entre ellos, el discurso-programa del presidente de los Estados Unidos Joe Biden, dado en el Congreso al cumplir los primeros 100 días de su mandato. El reciente 29 de abril, en su presentación Biden expresó: “La economía del trickle down nunca ha funcionado”, refiriéndose a lo que conocemos como política económica del goteo o chorreo, fundada en la idea que los recortes de impuestos a las personas de altos ingresos, y a las ganancias de capital y dividendos, derivara en el incremento de los ingresos y ganancias de las empresas y corporaciones trasmitiéndose a los ámbitos de las clases medias y a las de bajos ingresos.
La realidad, tanto en Estados Unidos como en el Perú ha mostrado que no funciona o lo hizo de manera muy insuficiente. Quizá lo que debía ser goteo, solo ha sido en el Perú una tenue y esporádica garúa y, parece que en Estados Unidos también.
Contrario a la política económica del “goteo”, que pone atención en el lado de la oferta de la economía, Biden planteó un mayor rol del gobierno en la economía, mirando hacia el lado de la demanda, anunciando un gasto estatal de seis trillones de dólares para la generación de empleo, atención a las familias y rescate de la economía americana, inversión en infraestructura, carreteras, puentes, etc., aunado a un mayor gasto en educación, entre ellos, para que los jóvenes con deseos de estudiar y con ingresos que lo impidan, puedan asistir a la universidad sin costo alguno.
La distancia de este planteamiento con el Consenso de Washington, que se iniciara con Ronald Reagan y Margaret Thatcher, ha tenido poca atención en el Perú, solo explicable por el tiempo de elecciones por el que atravesamos. Parece que los tiempos de Milton Friedman están feneciendo y Keynes empieza a retomar su lugar.
¿Será que el tiempo del Consenso de Washington y los artículos de nuestra Constitución que la avalan y permiten ha pasado? La elección de Biden en los Estados Unidos, la emergencia de un candidato en el balotaje peruano con alta votación que plantea una mayor participación del Estado en la economía y ámbitos sociales, además de una nueva Constitución estarían anunciando el cambio.