El escritor y conductor de televisión, como ya es costumbre, vuelve a develar secretos bien guardados de las clases altas de Lima.

A través de la ficcionalizacion, Bayly no solo se evita un proceso judicial por las situaciones muchas veces delincuenciales que describe, sino que le da un tono divertido a estas revelaciones, a pesar de lo escabrosas que puedan ser algunas.

El Cuervo

Como por ejemplo, la columna titulada “Te voy a pedir un favor“, publicada en La Tercera, de Chile, el 17 de julio de 2021. En ese relato, Bayly revela, a través de una conversación con su madre, los abusos que cometía un alto funcionario de la Iglesia Católica a quien él llama “El Cuervo”, y en la ficción nombrado como el Cardenal Cienfuegos.

-Tu tío Bobby tenía razón cuando te desheredó -añade Dorita, como hablando consigo misma-. Debí desheredarte yo también. Mi amigo, el Cardenal Cienfuegos, me aconsejó que te desheredase, pero yo, por tonta, no le hice caso…

-No sabía que tu amigo, el Cardenal Cienfuegos, te aconsejó que me desheredases -dice Barclays, sorprendido.

Sí, eso me dijo el Cardenal -revela Dorita-. No te quiere nada. Has escrito cosas horribles contra él. Lo has llamado El Cuervo“.

La conversación entre Barclays, el alter ego de Bayly, y su madre, hace referencia a la ocasión en que, en su programa de televisión, el escritor hace alusión a Cipriani llamándolo “cuervo ensotanado”.

Pero lo que no puede usted pretender, señor Cipriani, es que tantos siglos después la iglesia siga siendo Torquemada, tengo una moral combativa, una moral aguerrida, firme y que no se deja intimidar por sus sombríos, ominosos graznidos de cuervo ensotanado. A mí, usted, no me va a asustar con su sotana, señor Cipriani, porque si yo gano las elecciones la iglesia católica ya no va a seguir recibiendo subvenciones millonarias del Estado peruano, le cierro el caño, monseñor, se acabó la mamadera“.

Pero esa no fue la única revelación de Bayly, en lo que continúa nos enteramos que Cienfuegos, el Cuervo, ha cometido crímenes sexuales contra dos jóvenes, en la ficción llamados Antonio y Augusto Figueredo, y que por eso está en Roma, aislado, incomunicado y protegido por el Vaticano.

-He escrito cosas horribles de él porque es un hombre horrible -se crispa Barclays.

-¡No es un hombre horrible! -se enoja Dorita-. ¡Es un gran hombre! ¡Es un santo! ¡Y es mi amigo de toda la vida! ¡Así que por favor respeta a tu madre!

-¡No es ningún santo, mamá! -levanta la voz Barclays-. ¡Es un pervertido, un depravado!

-¿Por qué dices eso? -se alarma Dorita.

-¿Por qué crees que lo han mandado a Roma, mamá? ¿Por qué crees que está aislado, incomunicado? ¿Por qué crees que lo han castigado?

Dorita no responde, se queda muda. Su hijo prosigue:

-Yo conozco la historia. Tu amigo, el Cardenal Cienfuegos, abusó sexualmente de los Figueredo, de nuestros amigos los Figueredo, de Antonio y Augusto Figueredo, ¿lo sabías?

Dorita no dice nada. Pertenece al Opus Dei. Su amigo, el Cardenal Cienfuegos, también milita en esa cofradía. En una de las casas del Opus Dei, Cienfuegos abusó sexualmente, durante años, de los hermanos Antonio y Augusto Figueredo, o así lo afirman ellos, quienes lo denunciaron ante los jefes del Opus Dei: dijeron que Cienfuegos, cuando los confesaba a solas, los sentaba en su regazo, los besuqueaba y los manoseaba”.

Bayly también relata la reacción del Opus Dei ante estas denuncias: no creerle a las víctimas y silenciarlas.

Cuando los hermanos Figueredo denunciaron al Cardenal Cienfuegos ante los jefes del Opus Dei, estos adoptaron la postura impávida de Dorita: protegieron a Cienfuegos, desestimaron la denuncia y los amonestaron a ellos, por no quedarse en silencio. Sin embargo, las denuncias llegaron a oídos del Papa argentino, quien ya veía con hostilidad al Cardenal Cienfuegos y por eso lo despachó al exilio en Roma, prohibido de dar entrevistas.

-No has cambiado nada, mamá -dice Barclays, abatido, frustrado-. Recuerdo cuando, siendo adolescente, te conté que el padre Tristán me bajaba los pantalones y me toqueteaba, mientras me confesaba a solas en la casa de La Obra en San Isidro, y tú no me creíste nada, y defendiste al padre Tristán, y me exigiste que me quedara callado y no hablara de eso con nadie”.

El pedigüeño

El 5 de setiembre, Bayly publicó la columna “Los pedigüeños” en El País, de España. Ahí, el escritor revela cómo dos personajes ligados a la política intentan sacarle 350 mil dólares a su madre con el fin de contratar a un agente de la Mossad para que pruebe el supuesto fraude electoral en las últimas elecciones en donde perdió nuevamente Keiko Fujimori.

Los políticos a los que hace referencia Bayly son llamados Alfredo Balmaceda y Gonzalo Zevallos. Del primero dice es:

Tiene setenta años y ha dedicado su vida a la política. Se presentó a una alcaldía y perdió. Se postuló a una banca en el congreso y perdió. Aspiró a la presidencia de la nación y perdió. Más que un político profesional, es un diletante de la política, un diletante de la literatura, un diletante del periodismo. De joven, la prensa le decía El Príncipe. Alto, guapo, vanidoso como un torero, amigo de los toreros y los poetas, pomposo orador de funerales, Balmaceda suele decir que nació en el país equivocado:

-Debí nacer en España. Sería presidente del gobierno.

En rigor, Balmaceda no ha trabajado nunca. Se ha dedicado a las intrigas, las conspiraciones, las angurrias y las mezquindades de la política, tratando de ocupar cargos públicos que le han sido esquivos, debido al pesado lastre de su vanidad. Ha sido astuto en conseguir donaciones, aportes y subvenciones a sus proyectos: fundar una revista, dirigir una casa de estudios, escribir libros de ensayos, proyectos todos de corta vida“.

Una descripción casi exacta de Alfredo Barnechea. Al segundo lo describe así:

Es un prominente abogado, de familia rica, influyente, que fue juez del tribunal constitucional“.

En alusión a Gonzalo Ortiz de Zevallos, quien intentó convertirse en juez del Tribunal Constitucional, lo que originó la caída del Congreso pasado por el cierre ordenado por el expresidente Martín Vizcarra.

“-Estos dos pendejos de Balmaceda y Zevallos están picando a nuestra madre. La han convencido de que, si les da plata, ellos se encargarán de derrocar al presidente. Le han dicho que necesitan trescientos cincuenta mil dólares. Nuestra madre quiere darles ese dinero. Ellos le han prometido que, con esa plata, contratarán a agentes de la Mossad, que conseguirán las pruebas del fraude electoral. Luego tú mostrarías las pruebas en tu programa. Y entonces el Congreso, demostrado el fraude, se vería obligado a destituir al presidente. Ese es el plan de Balmaceda y Zevallos. Ese es el plan que le han vendido a nuestra madre”.

Por suerte, Bayly se negó a caer en la treta de los dos políticos:

-No les creo a Balmaceda y Zevallos, mamá. Se van a robar tu plata. Son dos grandes pedigüeños. No les creo el cuento del espía de la Mossad.

-¡No es un cuento! ¡Es real! ¡Yo he conocido al espía de la Mossad, vino a tomar el té a mi casa, es un señor muy guapo, muy bien plantado! Creo que se quedó un poco enamorado de mí, ¿sabes? Me dijo que me invitará a comer uno de estos días. ¡No sabes la ilusión que tengo, hijito!

-Estupendo, mamá. Pero no le des plata, por favor. Y menos a Balmaceda y a Zevallos, par de pícaros. ¡Que usen ellos su plata, que pobretones no son!”.

Escenas picarescas del Perú.