Con los “nuevos jales” de los partidos y las incómodas alianzas que han salido a la luz, ya se va despejando lo que nos deparan las nuevas elecciones que se realizarán en siete meses y en medio de una crisis económica originada por lo que los políticos se olvidaron de hacer y la razón por la que fueron elegidos: mejorar la existencia de la población peruana.

Si hemos tenido más de 60 mil muertos es gracias a todos los que nos gobernaron, y, al parecer, la situación no será distinta con cuatro representantes del conservadurismo económico y social prestos a disputarse la presidencia de este país tan impactado por la pandemia: George Forsyth, Hernando de Soto y Roque Benavides ya sentaron sus huesos sobre partidos prestos a revivir para seguir interfiriendo en el desarrollo del país: Restauración Nacional, Avanza País y el APRA, que probablemente se unirán porque son lo mismo, para levantar a Forsyth, las candidaturas de De Soto y Benavides, a la que se añade la de Cilloniz, son una movida más en el ajedrez de la política.

Por el lado del conservadurismo solo económico, Julio Guzmán sabe que el Perú olvida y se ríe de los que son pescados con las manos en la masa, o mejor dicho, corriéndose de ella, por lo que no dudó en seguir en campaña luego del impasse incendiario, con un jale que le gustará a los que piensan que a Guzmán le falta mano dura, coraje y carisma: Susel Paredes, la primera mujer abiertamente lesbiana que competiría en una plancha presidencial, porque hemos tenido lesbianas compitiendo y gobernando, pero en el clóset. De esta forma, el Partido Morado intenta afianzar su centrismo, en un intento de borrar que son de derecha.

La izquierda, como siempre, tiene muy pocas posibilidades de ser un actor relevante al inicio de la campaña, aunque siempre da la sorpresa final. Es muy probable que al ser la única candidata de izquierda, repita la situación de las elecciones pasadas y Verónika Mendoza se enfrente en segunda vuelta a algún candidato de derecha, y gane la derecha. Así que tendremos cinco años más de ineficiencia, piloto automático, asentamiento de la nueva corrupción, ninguna transformación de fondo, ningún cambio estructural y a esperar a que pasen esos cinco años rápido para ver si tenemos alguna opción de futuro.

Faltan cinco días y más personajes de la política a punto de inscribirse en un país que no ha podido renovar su política, lo vemos reflejado en el Congreso Frankenstein y golpista que tenemos, y casi sin opciones reales de cambio.