Hace unos días, a propósito del Día internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer, la colectiva feminista chilena #LasTesis realizó una intervención en Santiago de Chile llamada “Un violador en tu camino”. Esta intervención fue tan potente que ha sido replicada, incluso con pequeñas variantes, en varias ciudades de nuestra región y del mundo.

Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. Se repite cuatro veces y se ha convertido en el mantra repetido de cada una de las mujeres que hemos sido víctimas de violencia sexual. Es un canto, una invitación a encontrarnos en esa voz colectiva que nombra la violencia y se acompaña, que denuncia y que exije al Estado que haga algo. Esa frase se repite, sin pausa, en tu cabeza. Y sientes que nunca estuviste sola. En pocos días, son cada vez más las mujeres que están compartiendo públicamente sus propios episodios de violencia. Tenía 7 años, tenía 9 años, tenía 15 años, tenía 22 años, tenía 30 años. Todas nos hemos reconocido en la sensación de culpa y vergüenza; no importa la edad, no importa dónde estabas ni cómo vestías. Hombres que se acercaron a tocarte los senos, a tocarte el culo, a tocarte la vulva en el micro, a enseñarte el pene, hombres que se masturbaron frente a ti en espacios públicos, el “amigo” que te tocaba la pierna, el novio que no entiende un ‘no’, la violación del tío, del primo, del cuñado, del abuelo, del padre, del vecino.

El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer. Según el RENIEC, durante el 2018 alrededor de 2325 niñas entre los 12 y 14 años dieron a luz. Y entre los años 2017 y 2018, los Centros Emergencia Mujer (que dependen del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables) registraron 9,815 casos de violencia a menores de 14 años. Pero tenemos jueces que negocian las sentencias de violencia sexual a menores de edad, o jueces que absuelven a feminicidas en casos de más que comprobada responsabilidad. Según el Ministerio Público, en marzo del 2019 se han registrado 7,636 delitos de violación contra la libertad sexual (1691 más que en marzo del 2018). El informe del Ministerio Público sobre feminicidios en el Perú indica que el 69.9% de los feminicidios se ha dado dentro de las casas de las víctimas.

Entonces, ¿vieron que sí somos un país de violadores? Tal como menciona Angélica Motta, citando a Virginie Despentes, la violencia sexual está en la médula central de la conformación de nuestra sexualidad. Es parte de cómo nos relacionamos, de lo que aprendemos al buscar información, de lo que vivimos en nuestras primeras relaciones. Si no le creemos a Despentes, veamos a nuestro alrededor. ¿Cuántas mujeres que conoces han sufrido algún tipo de violencia sexual? Y ese es justamente el meollo del asunto: que lo primero que aprendemos, desde muy pequeñitas, es que podemos ser violentadas sexualmente. Y construimos nuestra vida y nuestro relacionamiento con el otro a partir de ese hecho.

Es mi marido. Es mi ex. Es el rector. Es el obispo. Es la policía. Es el Congreso. El Estado. El Presidente[V1]  (Donald Trump, Jimmy Morales, Daniel Ortega, el Príncipe Andrés de Inglaterra). ¿Se acuerdan que, hasta inicios de la década de los 90, un violador podía evitar ir a la cárcel si se casaba con la mujer violentada?

EL ESTADO OPRESOR ES UN MACHO VIOLADOR.

Foto de portada: Karen Bernedo.