Pamela Mendoza Arpi, actriz de Canción sin nombre, denunció que ella y su amigo Anto García, sufrieron una situación de violencia racista y homofóbica en una de las funciones del Festival de Cine de Lima, mientras se preparaban para ver una función el martes 13 del presente.

En su denuncia, la joven señala que dos personas mayores de edad que se encontraban detrás de ellos, golpearon a García y los insultaron, pero no contentos con ello, también patearon sus butacas y siguieron hostilizándolos haciendo alusión al peinado de García, a quien buscaban ofender con expresiones homófobas. A pesar de que ellos pidieron ayuda a quienes cuidan el espacio, nadie los ayudó y fueron retirados de la sala. Como intento de compensación les dieron pase a otra función para el jueves siguiente.

Este es su testimonio:

“Viajé una hora y media desde Villa por tren y luego en Angamos tomé un carro, llegué al Centro Cultural de la Católica, me proponía ver La Camarista, fui a la boletería y compré mi entrada pagué 16 soles, ingresé sola a la sala, me ubiqué entre las filas de arriba, al medio, para mi desgracia delante de dos personas muy violentas, eran una pareja de adultos mayores, la película aún no empezaba la gente ingresaba y se acomodaba, de pronto soy sorprendida con la llegada de mi amigo Anto Garcia se sienta a mi costado, le sonrío le saludo con un beso en la mejilla y lo abrazo, guardo mi celular apagado en el bolsillo secreto de mi casaca, en los primeros minutos aproximadamente dos de la película mientras él a mi costado tenía los dedos entrelazados pegados hacia su abdomen, escucho un golpe fuerte cerca, detrás, Anto se paraliza yo volteo y el tipo acababa de propinarle un golpe entre su hombro y cuello, le gritó apaga tu celular, no me había percatado de su equipo pues lo tenía contraído hacia su abdomen y francamente no tenia brillo su pantalla estaba en negro, el tipo empezó a gritarle, a gritarnos, no tienen educación que apagues tu celular gritaba con una expresión de odio irracional en su rostro, lo miré fijamente mientra nos gritaba que “no teníamos educación que lo molestábamos” y le dije muy contenida y consternada, sin violencia señor, en esos pocos segundo mientras el tipo continuaba vociferando contra nuestra y esta vez pidiendo a algún personal que no expulse de la sala, le pase la mano por la espalda busqué su mirada para saber si estaba bien,la señora se inclinó hacia mi pateando mi butaca y diciéndome…qué acaso no entiendes. Las luces estaban apagadas la proyección corría y nadie se inmutó, éramos invisibles, dos personas agrediéndonos, hostilizándonos, la señorita acababa de llegar se paró al extremo de la fila, atiné a levantar mi mano en silencio y sacudí haciendo el ademán de que se acercara porque estas dos personas seguían hostilizándonos, pidiendo que nos boten y esta vez ya burlándose del cabello de mi amigo porque tenía un moño, pero éramos invisibles, no vino hacia nosotros, miré al frente y no podía creerlo no éramos bienvenidos, no contábamos, tomé de la mano a mi amigo y salimos de la sala entre lágrimas mías por la gran indiferencia experimentada. No vimos la película, me reembolsaron mi dinero, no había forma de que se retire a esas dos personas porque significaba intervenir y perjudicar la proyección, nos explicaron, seremos nosotros quienes la verán el jueves, esperamos mi amigo Anto y yo, unas disculpas públicas por parte de la organización del Festival y la identificación pública de estas dos personas, esperamos que nadie tenga que experimentar odio y agresiones así, esperamos un trato digno, esperamos que más allá de las sanciones administrativas, nadie tolere, presencie acciones homofóbicas y racistas como ésta como si nada pasara”.

Frente a ello, el Festival de Cine de Lima se pronunció señalando que, “tras el reporte de parte de un espectador de una agresión durante una función el día de ayer, activó los protocolos establecidos para estos casos; se brindó el apoyo necesario a las personas que se sintieron afectadas, se tomaron los testimonios de los implicados y se ofreció el respaldo para generar las denuncias respectivas ante las autoridades. A partir de este suceso y como medida preventiva adicional, hemos reforzado el protocolo para actuar ante situaciones de esta naturaleza”.

Lamentablemente, la violencia racista y homofóbica que vivieron Pamela y Anto no se refleja en el comunicado, ellos fueron perjudicados no solamente perdiendo la oportunidad de ver la película por la que hicieron un largo viaje y pagaron por ella, sino por la experiencia misma de violencia e indiferencia que vivieron después. Como sabemos, el racismo y la homofobia marcan profundamente la vida de las personas, le quita oportunidades, lacera su autoestima y las reduce a la marginalidad e inferiorización, pues se incorporan en la vida cotidiana como las experiencias más profundas de deshumanización. Nadie debería estar expuesto a vivirlas, y quien las ejerce debería ser sancionado y no quedar en la impunidad.

La violencia verbal, física y psicológica que vivieron ambos no ha sido reparada. Y se hace evidente en el último comunicado de la actriz, quien manifiesta que las personas que la atacaron a ella y a su compañero no han sido vetados del Festival y continúan asistiendo. ¿Pasaría lo mismo si hubieran sido invitados extranjeros, directores de prestigio, personas blancas o heterosexuales? Y ello considerando que Pamela Mendoza es una invitada, ¿qué pasa con los asistentes que no son ni siquiera eso?

“Escribo estas últimas líneas respecto a la denuncia por los hechos de agresión contra mi amigo Anto y mi persona, lo hago movilizada ante algunas voces que través de redes sociales se empeñan en dibujar contextos donde se dice que mi amigo hablaba por teléfono, que estábamos comiendo escandalosamente, haciendo bulla, otros que nos aleccionan a apagar el celular y justifican la agresión; se quejan porque no pude tolerar toda la humillación, violencia y me retiré a los tres minutos interrumpiéndoles su función, esto no hace más que responsabilizarnos por la violencia recibida, me reafirmo en que se trató de un hecho de agresión homofóbica y clasista no solo por el episodio del golpe so pretexto del celular de mi compañero, el que como indico lo tenía contraído a su abdomen tras el golpe se le va sobre las piernas, tenía el fondo color oscuro y sí estaba prendido pero con el brillo reducido a su máxima expresión, el celular terminó de apagarse y luego fue guardado, sin embargo el tipo continuó agrediéndonos, profiriéndonos frases humillantes, calificando nuestra educación, esta vez ya no era el celular era el cabello de mi amigo, quien guardaba estoico silencio tolerándolo todo, él llevaba un moño, como muchas tantas personas entre hombres y mujeres que vi en las salas de ese festival días antes peinados con un moño y no por eso se les humillaba, o se les profería frases socarronas, hirientes como sí a mi compañero, luego la siguiente amenaza vino cuando deslicé mi mano por su espalda en gesto de cuidado y cautela por el golpe recibido ninguno de los dos habló, ninguno de los dos consumía alimentos, la señora se inclinó hacia mi y dijo “acaso no entienden quieren otro no”, es cuando reparé en que no se trataba del celular, y por eso atiné a retirarnos, porque incluso cuando levantaba la mano en silencio por ayuda para que se acerque la persona que ingreso a sala no lo hizo, y lo único que escuché fue un “shhhhhhhhh” y la voz agresiva del sujeto en actitud amenazante hacía nosotros.
He tomado conocimiento de que estas personas acudieron al festival el día de hoy, no se les ha identificado públicamente, no se les ha vetado el ingreso, y pues es lamentable porque empaña para mí esta experiencia no solo como público, sino también como invitada que soy, se expone al público asistente a una futura agresión, quizá otros deban experimentar un hecho así para que se emita una respuesta más enérgica, espero de todo corazón no.
Me solidarizo con aquellas personas que por interno me han narrado experiencias similares.
Quiero expresar mi más profundo agradecimiento con todas las personas que se tomaron la molestia de acompañarnos ese día, de identificar a los agresores, de escribirnos y expresarnos su apoyo por redes, se nos ofreció como disculpas aquel día acudir a la función del jueves con invitación de cortesía pero me veo en la posición de declinar a dicha invitación, y no ir a ver otra película, como comprenderán no estoy pidiendo trato preferencial para mi compañero ni para mí, como cualquier vecino/a yo compré mi entrada, pero no es justo la permisividad ante actos así. Y es lo último que diré respecto esta nefasta experiencia. El día de mañana estaré presente en ambas funciones en respeto a mi compromiso con ustedes, se les quiere y estima”.