Gerardo Távara, el exsecretario de la ONG Transparencia, renunció en julio de este año luego de que se le denunciara por acoso sexual contra una trabajadora subordinada a él.
Según cuenta la denunciante, Távara intentó besarla borracho en una fiesta. Luego de este hecho el trato contra ella cambió, el exsecretario general la hostigaba laboralmente maltratándola frente a sus compañeros de trabajo, esto originó que ella presentara un resquebrajamiento de su salud mental.
Luego de la denuncia presentada por la trabajadora, y en el inicio de las investigaciones, Távara presentó su renuncia, según él, para no interferir con el proceso, y pasó a ser secretaria interina Diana Chávez, quien se pronunció sobre el tema ayer, 10 de octubre, tres meses después de lo ocurrido.
Cuando Távara renunció, la ONG Transparencia informó sobre el hecho pero no sobre las causas, asimismo, descartó que el exsecretario haya cometido un delito, y no invitó a la denunciante a formalizar la denuncia, por lo que Távara continuó dando entrevistas y apareciendo en televisión.
Allan Wagner, presidente de la organización, comunicó que las razones por las que Távara renunciaba eran de “carácter personal”, lo que le permitió seguir realizando sus labores con toda normalidad.
Esta situación, parecida a la ocurrida con la denuncia contra Jerónimo Centurión y Promsex, organización del que fue presidente, invocan a tener respuestas más asertivas contra esta clase de situaciones, sobre todo si hay personas afectadas en su salud y si estas organizaciones buscan defender causas progresistas.
El que se haya mantenido en secreto todo este tiempo la denuncia contra Gerardo Távara significa que no se está tratando con el mismo tamiz las denuncias casi diarias que se realizan contra otros personajes, sobre todo de bandos políticos contrarios, pero cuando tocan a cercanos, la situación es contraria y estas denuncias se terminan manteniendo en secreto.