Víctor Mantilla, en un video de presentación, dice que es “Un hombre como tú”. Y no nos queda duda de eso, porque al parecer Mantilla está intentando representar en el Parlamento a “hombres como él”, y en eso se ha centrado su campaña política.

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El candidato por la Libertad de Unión por el Perú ha contratado a un grupo de mujeres dedicadas al anfitrionaje para que se tomen selfies con transeúntes en las calles, mientras le indican que voten por el N° 3 de Mantilla. En la página de Facebook, Selfie V3, es donde cuelga todas las fotos de las mujeres que

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El uso del cuerpo de mujeres para captar votos, ventas, réditos o fama, no es una novedad dentro de la publicidad, hemos visto a las mujeres usadas en comerciales de cerveza, de accesorios para hombres, de revistas masculinas, de autos, de talleres de mecánica, e incluso en productos no dirigidos especialmente a hombres en donde son usadas como adornos, como eventos, conferencias y activaciones.

Pero de un tiempo a esta parte, debido también a la visibilidad de las demandas de las mujeres para que dejen de cosificarlas, es que las empresas poco a poco han ido rechazando hacer ese uso de las mujeres y han buscado nuevas formas de vender sus productos.

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Algo que el candidato Mantilla desconoce, o no le interesa conocer, porque apela a la forma más ruin de entender la masculinidad para hacerse de una curul en el Congreso. Él ve a los hombres como personas impulsadas por sus deseos sexuales, seres instintivos sin capacidad de mayor reflexión que caen rendidos ante mujeres atractivas. A eso se resume este tipo de publicidad. Cero propuestas, puro sexo.

Quien haya pensado una campaña tan basta, juega con el deseo de los hombres de acostarse con mujeres guapas, que les pueden resultar inalcanzables, pero que les dan un poco de atención en el momento del selfie, una atención pagada, interesada para cubrir su sueldo, pero eso también es borrado del imaginario masculino, al que termina no importándole pagar para consumar su deseo, porque no es deseo sexual, es un deseo de poder, y el poder hay que ejercerlo a través del dinero o la invitación de otros hombres a tomarlo.

Eso es lo que está haciendo Mantilla, está viendo a los hombres como animales hambrientos, sin conciencia, a los que les da comida (cuerpos femeninos) para saciarlos a cambio de su voto. Apela a emociones sexuales, a deseos no reprimidos, pero sí controlados, a un instinto que se asume natural, a la deshumanización de los hombres.

¿Qué puede aportar un personaje como Mantilla al Congreso aparte de su pensamiento anterior al medioevo? Nada bueno.