Estamos próximos a celebrar el Día Internacional de la Mujer y es un buen momento para reflexionar sobre la participación de las mujeres en Ciencia en el Perú.

Según datos del Instituto de Estadística de la Unesco, el porcentaje de mujeres que ingresan a la universidad en carreras de corte científico es mayor en nuestro país comparado con los ingresantes varones. Sin embargo, según estos mismos datos, el número de mujeres que continúan su formación académica hasta alcanzar un doctorado y que ascienden en sus carreras, decrece de manera considerable en comparación con los profesionales científicos varones que progresan hasta alcanzar un doctorado y ascienden hasta puestos de poder.

Por otro lado, otro dato que llama poderosamente la atención es que más del 50% de mujeres ligadas a carreras científicas en el Perú, se desempeña en el ámbito público, específicamente en Educación; en contraste, los varones, en su mayoría, se desvían hacia el sector privado, donde tienen muchas más chances de tener un salario sustancialmente más elevado y más oportunidades para crecer en sus respectivas profesiones.

Observando el Registro Nacional de Investigadores en Ciencia y Tecnología (Regina) del Concytec, podemos apreciar que este está constituido por 35% de investigadoras y 65% de investigadore, lo que constituye un dato objetivo e interesante que nos muestra de manera impactante la brecha de género imperante en nuestro círculo científico nacional, a pesar de los esfuerzos, especialmente del Concytec, por acortar dicha brecha.

Nuestro porcentaje de participación femenina en Ciencia, no es muy diferente de la media mundial que es 30%.

En este punto tenemos que hacer la pregunta que no puede callar: Por qué en pleno siglo XXI, con un gran auge tecnológico y científico, la participación femenina en estos campos continúa siendo minoritaria?

La respuesta es multifactorial, pero uno de los componentes más resaltantes en una sociedad con idiosincrasia machista y desigual, como la nuestra, es la falta de empoderamiento de las niñas.

Las mujeres científicas de hoy se forman en la niñez. El trato desigual entre niñas y niños, con una educación donde las niñas muchas veces tienen que servirle el plato a los hermanos o al padre, ayudar a la madre a limpiar o a lavar (pero el hermano no), donde las niñas son inducidas a mantener comportamientos recatados, a no hablar alto, a no reclamar por ser “señoritas”; todas esos condicionamientos, muy marcados en nuestro subconsciente colectivo, nos lleva a percibir a las niñas y futuras mujeres como inferiores y ellas mismas acaban creyéndose esa mentira.

Corroborando de manera empírica los datos de la Unesco, que nos muestra que la mayoría de ingresantes a las universidades son mujeres, pero que no ascienden en sus carreras y grados académicos, podemos ver que no es raro ver a mujeres profesionales que se desempeñan como amas de casa o en empleos donde su capacidad no es aprovechada al máximo.

Falta mucho para hablar de igualdad de género en nuestro país y falta más todavía para que las autoridades tomen en serio el papel de la ciencia y la tecnología como ejes de desarrollo.
Definitivamente las científicas de mañana están en las niñas empoderadas de hoy y, en ese sentido, debemos trabajar para acortar la brecha de género en este campo.