La congresista fujimorista Rosa María Bartra ya había asombrado a los chimbotanos esgrimiendo argumentos kafkianos sobre la contaminación de la bahía y la naturaleza jurídica de las pesqueras. Sin embargo, en esta oportunidad, no solamente ha hecho gala de su facilidad para la jerigonza, sino también de su desdén hacia los sectores educativos más vulnerables del país. Dice Bartra, a propósito de la ley que impulsó mediante la cual los jóvenes de institutos tecnológicos practicarían sin percibir nada a cambio, que los alumnos ‘aprenderán haciendo’, como si apretar cosas con un torno fuera suficiente para entender que la presión es una magnitud física que mide la proyección de la fuerza en dirección perpendicular por unidad de superficie. Cuando operen un torno diferente no sabrán cómo utilizarlo pues no entenderán cómo funciona la física.
De esta forma Bartra desestima la teoría científica y propone la fabricación de monigotes que muevan tuercas, ¿o es que acaso piensa que un mecánico, mientras tiene que cambiar una llanta, le va a explicar ‘en la cancha’ al practicante que en el Sistema Internacional de Unidades la presión se mide en una unidad derivada que se denomina pascal (Pa) que es equivalente a una fuerza total de un newton (N) actuando uniformemente en un metro cuadrado (m²). Esa es la ‘competitividad’ que busca el mercado, según la fujimorista. Solo basta mirar a nuestro alrededor para ver que el pensamiento Bartra siempre ha sido la regla (y lo que se ha hecho bien la excepción), solo que ahora los politiqueros pretenden institucionalizarlo a través del Congrezoo.