Saber quién ha ganado y quién ha perdido durante los casi 200 años que vamos a cumplir como república es importante para entender por qué no alcanzamos una sociedad de bienestar, si hacemos un breve repaso por nuestra historia nos daremos cuenta que, el historiador Jorge Basadre, cuando habló sobre prosperidad falaz para analizar el auge económico de la época del guano y del salitre, se refería a que la prosperidad en la mayoría de los peruanos nunca se vio reflejada en la calidad de vida de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas.
Este término acuñado por Basadre es una especie de maldición que hemos venido arrastrando en nuestra historia republicana, en ese sentido, hemos visto que gracias a la exportación de nuestras materias primas ha habido un aumento del producto bruto interno (PBI), si bien es cierto este indicador es una condición importante para el desarrollo, pero no lo es todo, pues la inequidad gracias al modelo neoliberal ha crecido de manera exponencial entre peruanos y peruanas.
La partidocracia que administra el Estado neoliberal a través de los medios de comunicación ha venido argumentando que un gobierno de tendencia progresista sería nefasto para el país, en ese sentido habría que preguntarnos, ¿cuántos gobiernos progresistas hemos tenido en nuestra corta república?, en si pocos, por otra parte, mayormente los gobiernos han estado ligados a tendencias liberales y neoliberales, es gracias a estos gobiernos que somos una república de prosperidades falaces.
Para darle un giro a esta magra realidad es necesario cambiar la Constitución neoliberal impuesta a balazos por la dictadura fujimorista, porque la ideología neoliberal señala que las actividades económicas serán más eficientes si no tienen trabas para su ejecución, lo que conlleva a liberalizar todo sin ningún control por parte del Estado, lo que en el fondo conlleva a poner al mercado por encima del ser humano, por ello es que tenemos regímenes laborales precarios, monopolios, oligopolios, banca usurera, para los neoliberales el ser humano es un producto más y no el fin de la producción, en pocas palabras están convencidos de que el mercado es lo único que puede solucionar todos nuestros males, además de ser capaz de crear una sociedad de bienestar, concepto que estamos viendo es totalmente errado, por ejemplo, el monopolio del oxígeno también nos está ahogando.
La pandemia ha permitido visibilizar nuestras deficiencias, pero más que eso demuestra que dejar todo en manos del mercado es una insensatez, los economistas que defienden el modelo, lo hacen manifestando que lo hacen bajo un enfoque meramente TÉCNICO, lo que es en realidad una falacia, pues disfrazan su ideología en ciencia económica, pero la realidad ha demostrado que si seguimos confiando en este modelo, la prosperidad será solo para algunos y no para la mayoría de la sociedad, es urgente que cambiemos la Constitución y logremos un nuevo pacto social.
No dejemos que la maximización de las ganancias de los grupos económicos sea bendecida con el voto popular, hay que dar la batalla de las ideas, por ende, no hay que dejarnos impresionar por el gatopardismo de cierta partidocracia como Acción Popular, en relación al tema de la Constitución, que dice ahora hay que cambiarla, quizás lo hagan, pero la cambiarán para no cambiar nada, es decir, podrán hacer otra Constitución de tendencia neoliberal; además, hay que impedir que el efecto Bolsonaro se replique en nuestro país, pues el candidato López Aliaga es la vieja y rancia derecha peruana asociada con el sector más conservador y menos tolerante de la iglesia católica, sobre un caso concreto, Jaime Ruiz del Castillo, vicario general de la prelatura de Moyobamba, mediante una misa de semana santa llamó pobres diablos a los jóvenes Inti y Brayan, muertos por las protestas durante el corto gobierno del expresidente Merino; además, dijo que hay un solo candidato que defiende a la iglesia, en clara alusión a López Aliaga, exponiendo así lo mezquino de su pensamiento político, y criticando a otros cristianos que apoyan una corriente progresista.
Los medios de comunicación y las encuestadoras que sirven a los grupos de poder hacen todo lo posible para imponernos candidatos que garanticen la continuidad del modelo neoliberal, en sí este modelo nos está dejando hasta la actualidad casi 110,00 muertos, víctimas de las políticas privatizadoras que han minimizado la acción del Estado, llevándolo a ser casi inservible y en ruinas, pues convirtieron la salud y la educación en una mercancía, por ello orientemos y defendamos el voto progresista.
Por otra parte, hay que rechazar los ataques contra el candidato de izquierda Pedro Castillo, pues muchos desde la izquierda lo tildan como revisionista, antipatriota, dirigente sindical precario, traidor, etc., pues es irracional atacarlo, cuando es necesaria la unidad para luchar contra la partidocracia que defiende el modelo neoliberal.
Finalmente votemos para sentar las bases que permitan un cambio del modelo neoliberal, debido a que ese modelo está en conflicto con los intereses de la mayor parte de la población.